AMCA: un puente entre Suiza y Centroamérica
Andrea Sartori, tesinés, llegó a Managua con su título universitario, 10 años de experiencia bancaria, y el objetivo de colaborar en la gestión de un centro educativo. Hoy, de vuelta en Suiza, confiesa sin tapujos: “Recibí mucho más de lo que pude dar. Esta experiencia cambió algo muy importante en mi vida”.
El economista viajó a Nicaragua para efectuar su servicio civil y se quedó luego como voluntario de la Asociación de Ayuda Médica para Centroamérica (AMCA), una entidad que desde hace 26 años ha permitido también un cambio de vida a miles de personas.
“Cuando visitamos en 2003 el Hospital Bertha Calderón, las condiciones eran horribles: hasta 20 mujeres daban a luz en salas llenas de sangre. Lo que se ha logrado con 600 mil francos de donaciones es espectacular”, celebra el Dr. Franco Cavalli, artífice del proyecto.
Tanto el galeno como el economista participaron el viernes pasado (23.09) en la Asamblea General 2011 de AMCA en el cantón suizo del Tesino. Ahí, los responsables de esa ONG, cuyas actividades atienden dos sectores básicos: la salud y la educación, dieron cuenta de las labores del año previo.
“El empleo de la CPAP (presión positiva continua) para la asistencia respiratoria a los neonatos significó una reducción de la mortalidad del 50%”, anunció entusiasta Nicolette Gianella, representante de AMCA en Managua y encargada del Barrilete de Colores, el proyecto educativo de la ONG que, amén de su labor de enseñanza, ofrece a los menores de barrios desfavorecidos apoyos nutricionales.
“Se quedó parte de mi corazón”
En el Barrilete de Colores trabajó Andrea Sartori por espacio de nueve meses. También lo había llevado a Centroamérica la idea de encontrar nuevas prioridades para su vida.
“Fue una experiencia muy importante y muy linda. Llegué para dar una especie de asesoramiento en materia administrativa y lo que encontré fue una gran disponibilidad, un enorme cariño”. Con una emoción evidente resume: “¡Parte de mi corazón se quedó en Nicaragua!”.
Amén de la vertiente educativa, AMCA desarrolla en Nicaragua un amplio programa sanitario cuyos puntos clave son la detección temprana del cáncer cervical en la mayor institución gineco-obstétrica del país, el Hospital Bertha Calderón, y en centros regionales de salud, y el Servicio de Hemato-Oncología del Hospital La Mascota.
A lo largo de 26 años de esfuerzos, y a pesar de los vaivenes de la política, AMCA ha mantenido esos ejes fundamentales a los que ha añadido la creación de un laboratorio de microbiología, un banco de sangre, una nueva sala de partos, y ha desarrollado el servicio de cuidados intensivos e intermedios en neonatología.
Y es que, en un país con un alto índice de pobreza y una gran explosión demográfica, “una quinta parte del total de recién nacidos requiere asistencia”, como puntualizó el Dr. Cavalli.
La utilización del sistema CPAP, que procede de Italia y data de los años 70, pero cuya introducción había causado resistencias –“con la idea de que las tecnologías que vienen de Estados Unidos son siempre las mejores cuando las condiciones en ese país son otras”-, se tradujo en resultados sumamente positivos.
“El CPAP, detalló Nicolette Gianella, ayuda al niño a respirar, no respira por él ni deja las secuelas que los otros sistemas. Los resultados son extraordinarios”.
“Lo que vi en dos meses en Nicaragua…»
El nuevo empleo de sistemas no tan nuevos, el uso de recursos limitados, la atención a un número enorme de pacientes… la realidad de los nosocomios de Nicaragua dista mucha de aquella de los hospitales suizos. Por lo mismo, resulta sumamente enriquecedora para los estudiantes egresados de escuelas helvéticas.
“Allá, cada día es diferente. Un día puede haber algunos medicamentos, al día siguiente no se sabe. Quizá falte la Digoxina durante una semana en toda Nicaragua, que no haya cultivos para diagnosticar. La gente tiene que improvisar. La medicina es más clínica, lo que me fascina”, nos confió el doctor Federico Peter.
Egresado de la Universidad de Basilea, este joven médico suizo de 27 años también regresó apenas a Suiza luego de un trabajo voluntario de seis meses en el Hospital Infantil La Mascota donde laboró dos meses en Cardiología, dos en Infectología y dos más en Oncología.
“Fue una experiencia muy interesante a nivel profesional y humano. Aprendí muchísimo. Conocí personas muy competentes y amables. Los médicos están muy bien preparados”, subrayó el galeno.
Al término de sus estudios, Federico Peter trabajó un año en Barcelona y antes de eso, cuando aún estaba en la Universidad, viajó a Ruanda donde también ofreció sus servicios. Su aprendizaje continuó en Nicaragua donde pudo observar enfermedades que desaparecieron en Suiza hace décadas.
“En dos meses en Infectología Pediátrica habré visto cosas que aquí, ni en años”.
Una vivencia muy enriquecedora, no solamente en el plano médico, sino también afectivo… “En el nivel humano viví muchas experiencias muy satisfactorias…”
“Fue una experiencia muy bonita”, coincide Jonatha Sufolo, estudiante de Enfermería. Durante el mes que pasó en Nicaragua, “conocí nueva gente, una nueva cultura, una nueva lengua”. ¿ Lo que más le gustó? “La calidez de la gente”.
Andrea, Federico y Jonathan, los tres voluntarios suizos participaron sus vivencias a la Asamblea de la AMCA. Una organización que merced a la solidaridad de jóvenes como ellos y la de sus donantes, ha logrado no solamente mejorar, sino desde asegurar, la vida de miles de nicaragüenses, en particular de mujeres y niños.
Las unas, explica el Dr Cavalli, “como pilares del hogar, los otros, como futuro del país”.
La Asociación Médica de Ayuda a Centroamérica (AMCA) empezó sus actividades en Nicaragua en 1985.
En 1988 inició el programa piloto Nora Astorga de detección del cáncer uterino entre una población de 50 mil mujeres.
En 1990, cuando se aprestaba a lanzar el programa al nivel nacional, los sandinistas perdieron las elecciones y tuvo que suspender la estrategia hasta el retorno del sandinismo en 2006.
Su segundo gran proyecto, de hemato-oncología infantil en el Hospital La Mascota, de Managua, se mantuvo y se convirtió en referente a nivel internacional.
El tercer proyecto de largo plazo, el de la Escuela Barrilete de Colores, proporciona educación y seguimiento integral a niños de un barrio desfavorecido.
Amén de esos tres ejes fundamentales de su estrategia, AMCA desarrolla otros programas como el seguimiento de neonatos, de parturientas a riesgo y de formación de parteras.
Abrió una sala de partos en el Hospital de Ginecobstetría Berta Calderón y un laboratorio de microbiología y un banco de sangre en el Hospital Pediátrico La Mascota.
Desarrolló programas de ayuda puntual en El Salvador, Guatemala y México (Chiapas), pero su segundo gran proyecto fuera de Nicaragua se desarrolla en Cuba (MediCuba, de apoyo para el suministro de medicamentos inaccesibles a La Habana por el bloque estadounidense).
En perspectiva: luchar por un cambio de mentalidad en el área de la docencia, por una educación que permita una mayor autonomía, y ofrezca una mayor educación sexual
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