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Somalia frente a la incertidumbre de un futuro sin tropas de la Unión Africana

Lucía Blanco Gracia

Garowe (Somalia), 6 dic (EFE).- Nadie parece creerse del todo que Somalia, sumida en la guerra y el caos desde hace más de tres décadas, esté preparada para la encrucijada que se avecina: la retirada de las fuerzas de la Unión Africana (UA) en plena ofensiva contra el grupo yihadista Al Shabab.

“El Ejército de Somalia no es lo suficientemente fuerte para proteger al país”, dice a EFE sin dudar Abdullahi Mohamed Ahmed, comandante de la Fuerza de Policía Marítima del estado norteño de Puntland (PMPF, en inglés), mientras mantiene la mirada fija en algún punto del horizonte marino.

Las aguas entre verdes y azules del océano Índico resplandecen bajo el sol implacable del país con la línea costera más larga de toda África (más de 3.000 kilómetros), una zona que saltó a los titulares hace diez años por frecuentes incidentes de piratería, que han decaído desde entonces.

“El Ejército somalí necesita un gran cambio antes de la retirada de la ATMIS”, la Misión de Transición de la UA en Somalia, reitera Ahmed, que dirige unas fuerzas regionales especiales entrenadas por los Emiratos Árabes Unidos.

Una misión exitosa

Un comandante de alguno de los ejércitos que integran las fuerzas de la UA en Somalia -Uganda, Burundi, Kenia, Yibuti y Etiopía- entrega el control de una base militar a su contraparte somalí: esta simbólica escena se repitió en varias ocasiones el pasado junio, en la primera fase de la retirada de ATMIS, que supuso la salida de 2.000 efectivos del país.

Esa misión sustituyó en marzo de 2022 a AMISOM, el dispositivo que la UA tuvo desplegado en Somalia desde 2007 y que llegó a tener más de 20.000 soldados, tras el nombramiento en 2004 de un Gobierno de transición y cuando señores de la guerra y milicias islamistas se disputaban el control del territorio.

Ahora, se prevé que ATMIS complete su retirada para diciembre de 2024, un calendario que expertos consideran demasiado ambicioso.

“Creo que (la misión) ha sido exitosa. Todo lo que ha pasado en Somalia desde 2007, ha sido gracias al espacio proporcionado por AMISOM”, señala a EFE Omar Mahmood, analista para Somalia del laboratorio de ideas International Crisis Group (ICG).

“No sólo recuperaron la capital, Mogadiscio, sino que ahora también puedes viajar a cualquiera de los cinco estados federales, como mínimo a las ciudades”, añade.

¿Retirada prematura?

Desde la llegada de la misión, financiada mayoritariamente por la Unión Europea (UE), Somalia ha fortalecido sus Fuerzas Armadas mientras trataba de construir, de manera paralela, un estado definido habitualmente como fallido por la comunidad internacional.

Pero, aunque las tropas somalís han crecido en número -unos 10.000 nuevos reclutamientos en el último año, según el Gobierno-, siguen sin estar preparadas para tomar el relevo de la lucha contra los yihadistas de Al Shabab, que controla parte del centro y el sur del país, alerta Mohamood.

“El proceso general de transición tendrá que alargarse”, anticipa el analista.

Tras años de estancamiento, la lucha contra Al Shabab tomó un nuevo ímpetu con la elección en mayo de 2022 del presidente somalí, Hassan Sheikh Mohamud, que anunció en agosto de ese año una “guerra total” contra los terroristas.

¿Su estrategia? La alianza entre el Ejército nacional y las milicias armadas de los clanes, con más presencia en las zonas rurales y piezas esenciales de la sociedad somalí.

Sin embargo, el impulso inicial que permitió recuperar el control de varias zonas se vio frenado por importantes derrotas que llevaron al Gobierno somalí a solicitar el pasado septiembre una “pausa técnica” en la retirada de la ATMIS.

Aunque la misión no ha participado en combates en los últimos meses por falta de fondos, proporcionando sólo apoyo logístico o de suministros, su partida puede aún así marcar una gran diferencia.

“La razón por la que el Ejército somalí puede centrarse en la ofensiva es porque la ATMIS mantiene el control sobre otras áreas. Los somalíes no tienen suficientes soldados para hacer ambas cosas”, advierte Mahmood.

El consenso político

Desde Puntland, único estado federal que no emplea a las fuerzas de la UA (junto con la norteña región secesionista autoproclamada independiente de Somalilandia) y donde Al Shabab apenas actúa, el comandante Abdullahi Mohamed Ahmed resalta el papel de los civiles.

“Las tropas no pueden garantizar solas la seguridad si la sociedad no colabora con ellas. Nuestra estrategia para vencer a Al Shabab es el vínculo entre la comunidad y nuestras fuerzas”, asevera Ahmed, luciendo la boina azul cielo de su uniforme.

Así, más allá de los problemas de logística y de experiencia que el Ejército somalí debe resolver, su efectividad se ve limitada por otra dificultad más compleja: las rivalidades políticas y la falta de consenso entre Mogadiscio y las regiones.

“En el resto de Somalia (a diferencia de Puntland y Somalilandia), falta ese acuerdo político y social desde abajo hacia arriba. Los estados federales fueron formados sin un proceso de reconciliación real de las comunidades”, concluye el experto del ICG. EFE

lbg/pa/ah

(foto) (vídeo)

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