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El delito de insultar al rey, la eficaz arma contra la oposición en Tailandia

Ramón Abarca

Bangkok, 13 abr (EFE).- El delito de lesa majestad se ha convertido en el arma más eficaz del Gobierno de Tailandia para aplacar a la oposición y cualquier conato de crítica. El carismático político Thanathorn Juangroonruangkit es la figura más relevante acusada de insultar al rey después de haber cuestionado el programa de vacunas del país, lo que le podría llevar a prisión.

“Está claro que el gobierno quiere silenciarme. No quieren que hable. (…) El artículo 112, sobre la lesa majestad, viola derechos humanos básicos como la libertad de expresión”, asegura en una entrevista con Efe el político inhabilitado que podría acabar en la cárcel tras su inesperado éxito en las elecciones de 2019 que le llevaron a convertirse en líder de la oposición.

La acusación de la Policía contra Thanathorn, de 42 años, se materializó el pasado 30 de marzo después de que cuestionara el acuerdo para que el laboratorio Siam Bioscience, propiedad del rey Vajiralongkorn, produzca vacunas de AstraZeneca contra la covid-19.

Tailandia castiga por difamar, insultar o amenazar al rey, la reina o el príncipe heredero con penas de entre 3 y 15 años, a través del cuestionado artículo 112 del código penal.

MONARQUÍA EN SU MOMENTO MÁS BAJO DE POPULARIDAD

Aunque desde la llegada al trono del monarca Vajiralongkorn en 2016 prácticamente no se había aplicado la lesa majestad, las autoridades comenzaron a usar este delito en los últimos meses contra los líderes y participantes de las manifestaciones que desde el año pasado piden reformas democráticas en el país, incluida la de la monarquía.

“Tenemos que admitir que la relación entre la monarquía y el pueblo está en su nivel más bajo en décadas. Estos son los hechos. Por eso apoyamos la reforma de la monarquía. Creemos que es la mejor forma de preservarla”, explica el fundador del partido reformista Future Forward.

Esta formación fue ilegalizada meses después de las cuestionadas elecciones de 2019 -las primeras tras el golpe de Estado de 2014- que ganó el partido del general golpista Prayut Chan-o-cha.

El rey Vajiralongkorn carece del carisma y el respeto del que disfrutaba su padre, el venerado Bhumibol Adulyadej. Sus largas temporadas en Alemania, sobre todo durante el peor momento de la pandemia, y su extravagante estilo de vida, ha generado muchas críticas.

Thanathorn apunta otro tema espinoso: las finanzas del monarca, sobre las que denuncia que hay un enorme hermetismo.

“La Oficina de la Propiedad de la Corona (bajo la autoridad única del rey) recibe del Gobierno tailandés 300 millones de dólares al año. Este presupuesto ha aumentado un 100% en los últimos cinco años. Y esto está pasando durante la pandemia. La gente empieza a cuestionarlo”.

LOS ESTUDIANTES ACABARON CON EL TABÚ

Durante décadas nadie se atrevió, pero fueron los líderes estudiantiles, que impulsaron el pasado julio una ola de protestas multitudinarias en Tailandia, los que rompieron el tabú y empezaron a cuestionar abiertamente el papel de la monarquía. El debate saltó a las redes sociales y a la calle. Los tailandeses perdieron en unos meses el miedo a hablar del poderoso monarca.

“Fue toda una sorpresa. Nunca hubiéramos creído que las cosas cambiaran tan rápidamente”, explica el activista que apareció en la política tailandesa como una bocana de aire fresco con sus propuestas reformistas y consiguió una gran popularidad entre los votantes más jóvenes.

Thanathorn relata, como ejemplo significativo de los cambios que se están produciendo en el país, lo que sucede en los cines: “Antes de comenzar la película se toca el himno real y todo el mundo se ponía de pié, pero desde hace muy poco la gente ya no lo hace”.

LÍDERES EN PRISIÓN

Los principales líderes de las protestas, la mayoría jóvenes universitarios que se atrevieron a hablar públicamente de una reforma de la monarquía para que el rey no tuviera un papel activo en la política, han sido acusados de lesa majestad y se encuentran en prisión.

Estas detenciones han descabezado el movimiento que removió los cimientos del sistema tailandés, controlado por el monarca, el Ejército y los oligarcas.

“De todos los logros del movimiento que más admiro es el reto cultural. Si miras las protestas, no solo desafían al general Prayut Chan-o-cha, quien es el primer ministro, sino también a la cultura autoritaria en Tailandia. Es un desafío a toda la clase dirigente”, asegura en un tono de voz calmado pero con gestos apasionados el activista que fue inhabilitado de la política en 2020 en un dudoso proceso. EFE

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