Un instituto en Marruecos forma imanes para contrarrestar los «discursos radicales»

En un gran anfiteatro, un profesor enseña a sus estudiantes en Marruecos que el «Corán siempre llama al diálogo, con serenidad y respeto al otro», «ya que no hay coerción en materia de religión».
«Diálogo», «cohabitación» e «islam del medio»: es el credo del Instituto Mohamed VI de formación de imanes en Rabat, que desde 2015 forma predicadores marroquíes y extranjeros venidos de una decena de países (Mali, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Senegal, Chad, Nigeria, Gambia, Gabón y Francia).
La misión del centro, colocado bajo el patrocinio del rey Mohamed VI y base de su diplomacia religiosa, es luchar «contra los discursos radicales», como lo dice su director Abdeslam Lazaar.
Una misión crucial dado que los jóvenes, empapados con esos discursos, se unieron a los yihadistas de Estado Islámico. En 2015, había 1.600 marroquíes en Irak y Siria.
«Nos enseñan que el islam es una religión de paz y de justo equilibrio, de diálogo y de cohabitación pacífica con diferentes comunidades», dice Ahmed Tijane Kebir, un senegalés de 30 años oriundo de la región de Dakar.
El instituto tiene 1.300 estudiantes, hombres y mujeres, para un ciclo de formación de dos a tres años. Los hombres son o serán imanes, las mujeres serán predicadoras.
Ahmed Tijane Kébir llegó en febrero de 2018 y prevé regresar a Senegal cuando obtenga su diploma para reanudar su actividad de imán y «mostrar la verdadera cara del islam».
– ‘Malas interpretaciones’ –
«Al comenzar la formación puede suceder que haya alumnos que presenten ideas erróneas debido a una mala comprensión del islam», explica el director. «Los profesores comienzan corrigiendo los conceptos erróneos y demostrando con argumentación las malas interpretaciones», dice.
Los alumnos estudian el Corán y los hadiz, que reagrupa los actos y palabras del profeta Mahoma. «Entre los cursos que dictamos hay un estudio introductorio al cristianismo, al judaismo y a la comparación de las religiones. Estas materias dan a los estudiantes una vista global sobre las otras religiones para poder cohabitar con las otras comunidades», explica el director.
El instituto, compuesto por varios edificios de inspiración árabo-andaluz, tiene varios anfiteatros, una sala de deporte, una sala de oración, estudios de grabación para programas religiosos y una biblioteca.
Los estudiantes usan en su mayoría túnicas tradicionales marroquíes, sus condiscípulos vestimentas tradicionales o ropa de deporte. Todos comen y duermen en el mismo lugar, el reino asume los costos, con una beca mensual de 2.000 dirhams (unos 200 dólares).
Las actividades son mixtas, salvo las oraciones, las comidas y el deporte. Los marroquíes, los estudiantes de Africa occidental y los franceses (binacionales y convertidos) siguen programas separados, con cursos de árabe clásico.
Generalmente son los franceses recién llegados los que tienen los discursos «más radicales»: «hay mucho trabajo con ellos», dice un formador.
«El oficio de imán (…) necesita una formación regulada, seria», afirma Morgan Gallet, de 30 años. Gallet viene del norte de Francia, y planea, cuando termine la formación de tres años «regresar a Francia y ocupar el puesto de imán».
El estudiante dice haber «aprendido las herramientas para transmitir un estado de espíritu basado en la tolerancia, el diálogo, el vivir juntos». Este estado de espíritu «es tan importante que los conocimientos», dice.
– Diplomacia religiosa –
En 2003 Casablanca registró una ola de atentados que dejaron 33 muertos. Desde entonces Marruecos intenta encuadrar el ámbito religioso, promoviendo un islam «tolerante», luego de haber apoyado durante mucho tiempo las corrientes islamistas para contrarrestar la influencia de la izquierda.
El primer programa de formación de imanes fue en 2004. Desde entonces el diploma que otorga el instituto es obligatorio para todo nuevo predicador.
El desafío es también diplomático para Marruecos, que se posiciona en el mundo musulmán –en particular en Africa– como un eslabón fuerte de la lucha antiyihadista.
«El instituto es un pilar de la política religiosa africana de Marruecos», combinada a la distribución de coranes y a la construcción de mezquitas, señaló a AFP Salim Hmimnat, autor de estudios sobre política religiosa del reino.
«El objetivo es también que imanes extranjeros se conviertan en embajadores del modelo religioso marroquí», subrayan.
El instituto fue elegido para recibir el sábado al papa Francisco en el marco de una visita presentada por Marruecos como un ejemplo de «tolerancia» y de «diálogo interreligioso».