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Vacío y destrucción: una visita con el Ejército israelí junto a la línea amarilla de Gaza

María Traspaderne

Gaza, 5 nov (EFE).- Todo es destrucción y silencio a unos 200 metros de la llamada ‘línea amarilla’ de Gaza, hasta donde el Ejército israelí se ha retirado con el alto el fuego que se mantiene después de casi un mes. Solo se escucha el zumbido esporádico de un dron, la conversación apagada de los soldados y los ladridos de perros vagabundos. Nada de las miles de personas que solían vivir allí y cuyas casas son ahora montones de escombros.

Este miércoles, EFE participó en una visita al barrio de Shejaiya, en las afueras de la ciudad de Gaza (norte del enclave), organizada por el Ejército israelí para varios medios internacionales, en la que supone la única manera que tiene la prensa extranjera de entrar en el enclave palestino, dado el veto a su acceso por parte del Gobierno israelí.

Una línea poco clara

A unos cientos de metros de esa línea imaginaria, en una hondonada, decenas de soldados israelíes hacen guardia en un puesto militar a pocos minutos en coche de la frontera con Israel a la altura del kibutz de Nahal Oz, uno de los más afectados en los ataques de Hamás del 23 de octubre de 2023, que fueron seguidos de una ofensiva israelí que ha dejado más de 68.000 muertos en Gaza.

El barrio de Shejaiya ha quedado ahora dividido en dos zonas, marcadas por una línea invisible al ojo humano: su parte oeste -hacia el mar- está libre de presencia de tropas israelíes y la este se encuentra ocupada por el Ejército de Israel, que, tras una primera retirada, controla ahora más de la mitad del territorio de Gaza.

Desde un punto con vistas a todo Shejayia y, al fondo, al corazón de la ciudad de Gaza, el portavoz del Ejército para medios extranjeros, Nadav Soshani, trata de aclarar por dónde pasa la ‘línea amarilla’, después de la polémica sobre la falta de explicaciones a los gazatíes sobre su recorrido, que ha llevado a familias a cruzarla con el resultado de la muerte de mujeres y niños por fuego israelí.

«Está aproximadamente donde empieza la primera hilera de edificios», dice Soshani señalando hacia el oeste, sin que quede muy claro a dónde se refiere: en un primer plano, no queda nada en pie; unas decenas de metros más adelante, algún primer piso sigue en su sitio; después, hay edificios sin ventanas parcialmente afectados, pero cuesta encontrar alguno que conserve todos sus pisos y cristales.

240 gazatíes muertos en la tregua

Según el portavoz, sus soldados «toman muchísimas medidas antes de actuar contra alguien que la cruza» y disparan si ven a miembros de Hamás o «personas que representan una amenaza» que ignoran sus «numerosas advertencias al cruzar la ‘línea amarilla'».

El Ministerio de Sanidad gazatí, dependiente del Gobierno de Hamás, afirma que el Ejército israelí ha matado a al menos 241 palestinos desde la entrada en vigor del acuerdo de alto el fuego el pasado 10 de octubre, con un nuevo fallecido el martes.

Algunos murieron al cruzar la línea, como los siete niños y dos mujeres que fallecieron el pasado 18 de octubre después de que las fuerzas israelíes bombardearan el minibús en el que se dirigían a su hogar más allá de la divisoria, en el barrio de Zeitún de la ciudad de Gaza, unos kilómetros al sur de Shejaia.

«Nuestra estrategia consiste en posicionarnos a varios cientos de metros detrás de la ‘línea amarilla’. De esta manera, mantenemos la distancia necesaria para que las personas tengan tiempo y diferentes maneras de advertirles», afirma Soshani. «Estos casos -dice preguntado por los civiles muertos- se están estudiando y revisando, aprendemos de ellos y mejoramos nuestros sistemas».

¿Línea de retirada o frontera?

Por el momento, y según los últimos datos ofrecidos por Israel, solo aproximadamente un 20 % de la ‘línea amarilla’, cuya trayectoria no se ha explicado con detalle, se ha marcado con bloques de hormigón de ese color. Eso deja una gran parte de su recorrido imperceptible a los ojos de los gazatíes, que se adentran en ella en busca de lo que queda de sus casas.

Pocos las encontraran habitables, ya que, según la ONU, un 84 % del territorio gazatí está completamente destruido, una devastación que en algunas zonas llega al 92 %. En Shejaiya cuesta encontrar, a simple vista, un edificio en pie.

En algunos medios israelíes, esta línea se percibe como una frontera fija de la que Israel no planea retirarse, lo que concentraría en la mitad de su espacio a los habitantes de este pequeño territorio, que antes de 2023 se perfilaba como uno de los de mayor densidad de población del mundo. EFE

mt/rcf

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