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Los EEUU de Trump se miden a Pekín en el mar de China Meridional

Una imagen, tomada el 19 de mayo de 2017 y difundida por la Marina de EEUU el 25 del mismo mes, muestra al buque estadounidense 'Dewey' preparado para un reabastecimiento en el mar de China Meridional afp_tickers

Un buque de guerra estadounidense suscitó la ira de China al pasar cerca de un islote reivindicado por Pekín en el mar de China Meridional, primer roce desde la reunión de los presidentes Xi Jinping y Donald Trump el mes pasado en Florida, en EEUU.

Un barco militar estadounidense, el ‘Dewey’, pasó “a menos de 12 millas náuticas” del arrecife Mischief -llamado Yongshu en chino-, anunció un responsable estadounidense.

Ese islote forma parte del archipiélago de las islas Spratly, en el mar de China Meridional, que Pekín reivindica en su casi totalidad, incluso zonas muy próximas a las costas de numerosos países del sudeste asiático.

La operación estaba destinada a demostrar la “libertad de navegación” en esas disputadas aguas, añadió este responsable. Se trata de la primera acción de este tipo bajo la administración del nuevo presidente de EEUU, Donald Trump.

El límite de las 12 millas náuticas (22 kilómetros) tiene un valor simbólico: es el ancho máximo de las aguas territoriales de un país, según la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho Marítimo. Al penetrar en esta zona, Washington ignora de hecho las pretensiones chinas sobre el arrecife de Mischief.

– “Descontento” chino –

El portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Lu Kang, expresó en una comparecencia ante la prensa “el fuerte descontento y la fuerte oposición” de China tras esta acción de la marina estadounidense.

Según el portavoz chino, su marina “identificó el buque estadounidense conforme a la ley y le ordenó salir”. La acción de la Marina de EEUU “comprometió la soberanía y la seguridad” de China y podría haber provocado accidentes navales o aéreos, advirtió Lu.

La soberanía de China en el archipiélago de las Spratly y las aguas adyacentes es “indiscutible”, aseguró el portavoz.

Se trata de una zona estratégica que al parecer alberga importantes reservas de gas y petroleo. Allí, China ha llevado a cabo en los últimos años operaciones de construcción de islas artificiales y planeado bases militares potenciales en minúsculos arrecifes.

Washington no acepta estas anexiones de islotes, práctica que también usan otros países de la región, y aboga por una solución diplomática a estos diferendos.

– Código de conducta –

La Corte Permanente de Arbitraje de La Haya consideró el año pasado, a petición de Filipinas, ilegales las reivindicaciones chinas sobre buena parte del mar de China Meridional, un dictamen rechazado por Pekín.

Sin embargo, el nuevo presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha optado desde entonces por aproximarse a Pekín.

China y otros diez países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) acordaron a mediados de mayo un “código de conducta” para prevenir incidentes marítimos.

Para el portavoz chino, “la situación en el mar de China Meridional está distendiéndose” y “lo que hace EEUU es perturbar el proceso de diálogo”.

Esta incursión de la marina estadounidense se produce una semana después de la intercepción de un avión militar estadounidense por dos aviones de combate chinos frente a las costas de China. Esa operación fue juzgada “no profesional” por el Pentágono.

El Ministerio de Defensa chinoreplicó este jueves con firmeza a esta alegación, al afirmar que las “actividades de reconocimiento llevadas a cabo por navíos y aviones militares estadounidenses cerca de China son la fuente principal de los problemas de seguridad” bilaterales.

Estos dos incidentes constituyen un serio borrón en las relaciones sino-estadounidenses, que habían mejorado tras la visita a principios de abril del presidente de China, Xi Jinping, a la lujosa mansión de Donald Trump en Florida.

Además, Washington cuenta ahora con Pekín para hacer presión sobre Corea del Norte con el objetivo de que este país renuncie a su programa nuclear.

Trump también ha bajado el tono en sus criticas contra la competencia económica china. Durante su campaña electoral había acusado a Pekín de “robar” millones de empleos en EEUU.

Ahora ambos países anunciaron incluso, a mediados de mayo, un acuerdo comercial sobre la exportación de carne y de gas estadounidense hacia China.

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