
Alemania, Países Bajos y los nórdicos piden un presupuesto menor y sin nueva deuda
Bruselas, 18 jul (EFE).- Alemania, Países Bajos, Austria, Suecia y Finlandia criticaron este viernes que los dos billones de euros con los que la Comisión Europea ha propuesto dotar al próximo presupuesto de la UE para 2028-2034 son excesivos y rechazaron que las futuras cuentas incluyan nuevos instrumentos de emisión de deuda común.
Así lo trasladaron a sus socios comunitarios durante el primer debate sobre el próximo Marco Financiero Plurianual (MFP), celebrado en el consejo de Asuntos Generales de hoy, que sirvió para empezar a perfilar las líneas divisorias de la que es tradicionalmente una de las negociaciones más largas y complejas en la Unión Europea.
Este grupo de países, que en las últimas negociaciones presupuestarias se autodenominaron como los «frugales», coincide en considerar demasiado alto el montante propuesto por Bruselas, que representa un 1,26% de la renta nacional bruta del bloque (RNB) aunque este porcentaje cae al 1,15 % si se descuenta el pago de la deuda (unos 25.000 millones al año), situándose en línea con el tamaño actual (1,13 %).
Además, la UE ya no contará a partir de 2027 con las ayudas del fondo de recuperación, que ponía 800.000 millones a disposición de los Veintisiete.
Suecia consideró que el volumen del presupuesto «no es realista en una situación en la que los Estados miembros están luchando para consolidar sus finanzas públicas y tienen que hacer duras elecciones en casa» y defendió que tendrá que haber «recortes sustanciales» en una propuesta cuya partida más importante, subrayó, es el pilar que aúna ayudas a agricultura y cohesión.
Asimismo, todos estos Estados rechazan de plano los dos instrumentos propuestos para reforzar el presupuesto fuera de los márgenes del mismo con financiación conseguida a través de la emisión de deuda conjunta.
En concreto, plantea emitir hasta 150.000 millones para que los Estados que lo deseen puedan aumentar sus asignaciones nacionales para financiar prioridades europeas y un paquete de hasta 395.000 millones que se emitirían solo en situaciones de crisis como la pandemia.
Países Bajos considera que se trata de un elemento «muy problemático» y que «no se justifica» puesto que los Estados miembros «no tienen margen fiscal» para aumentar su deuda, en particular en un momento en que deben también aumentar sus inversiones nacionales en defensa para cumplir con la OTAN y deben «tomar decisiones dolorosas» en casa.
También Finlandia y Alemania constataron que sus países no pueden apoyar ninguna de las dos propuestas, mientras que Austria se mostró «muy escéptica» sobre las mismas.
Estos países, todos ellos contribuyentes netos al presupuesto, rechazaron además eliminar las correcciones por las que se suaviza la aportación financiera que les correspondería en función de su PIB.
Frente a estas posiciones, otro grupo numeroso de Estados miembros han cargado contra los recortes que el borrador presupuestario prevé para las partidas emblemáticas como la Política de Cohesión y la Política Agrícola Común (PAC), para las que exigen mantener su dotación.
Así se ha expresado, por ejemplo, el secretario de Estado para la UE del Gobierno español, Fernando Sampedro, quien dijo que «el importante aumento del presupuesto para seguridad y defensa que venimos defendiendo no debería lograrse a expensas» de estos dos programas y criticó que tanto el desarrollo rural como las ayudas a las regiones menos desarrolladas «quedan desvirtuados» en la propuesta.
Francia, el socio que históricamente más se ha beneficiado de los fondos agrícolas, advirtió que «vigilará» durante las negociaciones que la PAC sigue contando con un presupuesto «sólido»; mientras que Italia enfatizó que la dotación propuesta para esta política es «totalmente insuficiente» y advirtió que «no lanza el mensaje adecuado» al sector del campo, que precisamente se manifestó el miércoles en la capital comunitaria.
Por su parte, Polonia, principal beneficiario de los fondos de Cohesión, reivindicó un presupuesto «sólido» tanto para las regiones como para los agricultores y justificó que «las regiones no pueden pagar el pato del nuevo presupuesto».
También desde el este del continente, Chequia insistió en que el futuro presupuesto debería prestar «atención suficiente» a las políticas tradicionales y Eslovaquia se confesó «decepcionado» por que la propuesta haya «roto el equilibrio» entre éstas y las nuevas prioridades como seguridad, defensa o competitividad.
La dotación de los fondos agrícolas y regionales no fue el único elemento criticado por este segundo grupo, puesto que algunos de los países cargaron también contra la nueva estructura del presupuesto (que integra estas dos políticas en un ‘megafondo’ que centraliza su gestión en los gobiernos centrales) e incluso el hecho de que el acceso a sus recursos esté condicionado a reformas. EFE
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