
Bulgákov, el escritor que siembra discordia entre sus dos patrias en tiempos de guerra
Moscú, 29 ago (EFE).- Mijaíl Bulgákov, nacido en Kiev y consagrado en Moscú con su afamada novela «El Maestro y Margarita», se ha convertido en un punto más de discordia entre Ucrania y Rusia en plena guerra, con acusaciones de ucranofobia y censura por un lado, y adoración ferviente por otro.
«Bulgákov nació en Kiev y amaba esta ciudad. Aunque nunca escribió en ucraniano hablaba perfectamente este idioma», explicó hoy a EFE una guía del Museo Teatro Bulgákov, con sede en Sadóvaya 10, el lugar elegido por el mismo diablo, protagonista de su obra magna, para convocar a su gran baile en pleno centro de Moscú.
EL APARTAMENTO «MALDITO»
Sadóvaya 10, identificada en la novela como Sadóvaya 302bis, acoge dos museos dedicados al novelista: uno ubicado en el sótano del edificio, y otro en el apartamento 50, donde vivió entre 1921 y 1925 y en el que transcurre parte de la obra.
Subir hasta el «maldito apartamento» 50 ya es de por sí una experiencia estética: durante años los admiradores del escritor dibujaron a los personajes de sus novelas en las paredes de las escaleras: Woland, Azazello, Begemoth, Margarita, el Maestro, Poncio Pilatos, Shárikov…
El museo, visitado diariamente por cientos de rusos, recoge fotos, documentos, periódicos, diversas ediciones de libros en idiomas de varios países, esculturas e incluso muebles que pertenecieron al escritor.
«Nunca me cuestioné si Bulgákov era ruso o ucraniano. Para mí eso nunca fue importante», confiesa a EFE un joven visitante, pelirrojo y desgreñado, con un aire del personaje Desamparado de la célebre novela.
Los rusos admiran al escritor y le ven como a un precursor que logró sobrevivir a los peores años del estalinismo y cuya obra superó décadas de censura («El Maestro y Margarita» estuvo engavetada durante 26 años y «Corazón de perro», durante 62) para inscribirse definitivamente en la literatura rusa.
MUSEO CERRADO
En cambio, el Museo Literario Memorial Bulgákov de Kiev, ubicado en la casa donde el escritor ejerció como médico durante sus últimos años de estancia en esa ciudad, cerró sus puertas en marzo de este año, tras una intensa campaña en su contra.
Meses antes, la Unión de Escritores de Ucrania exigió clausurar el museo, por considerar que Bulgákov (1891-1940) «fue uno de los precursores del ‘mundo ruso'», la ideología expansionista del Kremlin.
El «odio» de Bulgákov a Ucrania se evidencia en sus «peligrosos libros, en los que cantó y magnificó no solo al zarismo y la monarquía, sino a la crueldad inhumana inherente a los rusos y que es la principal característica de la nación rusa», denunciaron.
Tras el comienzo de la guerra de Ucrania, la cruzada contra todo lo ruso en este país alcanzó su apogeo y el Ministerio de Educación eliminó de sus programas a todos los autores rusos, incluyendo a Bulgákov, con excepción de su novela «Corazón de perro», una feroz crítica al régimen bolchevique.
UCRANIA EN LLAMAS
No todos aprueban esta postura: el crítico de cine ucraniano Dmitró Shlenski salió en su defensa al asegurar en una entrevista al portal Fakty.ua que quienes le acusan de ucranofobia «deberían tomarse el trabajo de leer» sus obras.
«Bulgákov fue el precursor literario de la revolución nacional ucraniana de 1917-1921. Fue el que mejor y con mayor veracidad relató el movimiento nacional ucraniano en ‘La guardia blanca’, tan criticada ahora» en Ucrania, añadió.
Y es que para el novelista, que vistió de ficción los sucesos descritos en la obra, estos fueron experiencias vitales: en 1918 fue movilizado por las autodefensas de Kiev y luego se unió a las fuerzas de la República Popular Ucraniana, donde sirvió como médico.
En 1919 se sumó al Ejército Blanco que luchaba contra los bolcheviques en el sur de Rusia y que abandonó tras contraer tifus en 1920, año en el que decidió poner fin a su carrera médica.
Tras librarse definitivamente de la dependencia a la morfina que adquirió durante su práctica médica y que sirvió como inspiración literaria, se trasladó a Moscú, ciudad que eligió para consagrarse a las letras y a la cual glorificó en su obra.
Moscú, cautivada por Bulgákov, responde a su hijo adoptivo con la misma moneda.EFE
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