Cárcel para exministra de Cultura surcoreana por «lista negra» de artistas
La exministra surcoreana de Cultura, Cho Yoon-Sun, fue condenada este martes a dos años de cárcel por su papel en la elaboración de una «lista negra» de cerca de 10.000 artistas críticos con la presidenta Park Geun-Hye, destituida el año pasado.
Cho había sido absuelta en primera instancia en julio y condenada a una pena de cárcel en suspenso por delitos menos graves. La fiscalía recurrió aquella decisión, provocando el juicio que finalizó este martes.
El tribunal de apelación de Seúl endureció asimismo el castigo contra el exdirector de gabinete de Park, Kim Ki-Choon, que fue condenado a cuatro años de prisión, uno más que en la sentencia impuesta en primera instancia.
Antes de ser nombrada ministra de la Cultura en septiembre de 2016, Cho ocupó el puesto de consejera política de la expresidenta. Es «sensato» pensar que colaboró con «los intentos de privar a algunos artistas de subvenciones públicas», dijo el tribunal.
La exministra de 51 años, que había sido liberada bajo fianza, fue detenida tras la audiencia.
La campaña de represión contra miles de músicos, escritores, cineastas, bailarines, actores y artistas es una de las cosas que se le reprochan a la expresidenta Park, que está siendo juzgada desde mayo por múltiples cargos, incluidos los de corrupción, coerción y abuso de poder, que podrían acarrear una condena a cadena perpetua.
En la «lista negra» figuraban la novelista Han Kang, ganadora en 2016 del Man Booker Prize, uno de los principales premios literarios para los escritores de lengua inglesa, y Park Chan-Wook, el realizador de «Old Boy», que se llevó el Gran Premio del festival de cine de Cannes, en 2004.
El objetivo de esa lista era acallar a las voces críticas quitándoles a esos artistas las ayudas públicas o los apoyos financieros privados.
La revelación de la existencia de esa lista conmocionó a la sociedad surcoreana al recordar las horas oscuras de la dictadura de Park Chung-Hee, el padre de la presidenta destituida, y al atacar una de las bases de la potencia cultural surcoreana: la libertad de expresión.