Críticas a la exportación de deshechos nucleares a Rusia
Rusia no quiere ser el basurero nuclear de Europa. Ecologistas rusos y la sección suiza de Greenpeace exhortan al Gobierno helvético que adopte una posición clara sobre la exportación de deshechos radioactivos suizos a la antigua república soviética.
En Rusia se está organizando un movimiento de resistencia contra la importación de deshechos nucleares y para sensibilizar a la opinión pública sobre los riesgos que implica la política nuclear de Moscú.
Concretamente existe un proyecto para almacenar los deshechos importados en el gran complejo de Maiak, en la región de los Urales, dedicado a la reelaboración del plutonio y uranio con fines militares y civiles. El complejo está considerado como una de las herencias más preocupantes de la extinguida Unión Soviética.
«Rusia no está dispuesta a responsabilizarse de vuestros deshechos: no hay sitio y falta la tecnología necesaria», declaró este lunes el militante ecologista ruso, Alexandre Nikitine, conocido por haber denunciado las condiciones de mantenimiento de la flota nuclear de su país.
Lo que prima es «reforzar las bases legales en Rusia para proteger a la población y el medio ambiente», matizó Nikitine en la rueda de prensa conjunta, celebrada este lunes en Berna, a iniciativa de la sección suiza de Greenpeace.
Suiza, que «está tan orgullosa de su democracia», debe respetar la voluntad de los 2,5 millones de ciudadanos rusos que han suscrito un referéndum contra el levantamiento de las normas que prohíben importar deshechos altamente radioactivos, matizó Natalia Mironova, militante ecologista rusa comprometida en la lucha antinuclear.
La abolición de tal prohibición fue solicitada por el Ministerio ruso de Energía Atómica (Minatom), que ha propuesto a los responsables de las centrales nucleares suizas un proyecto de exportación, utilización y reimportación para el almacenamiento de plutonio ruso, liberado a raíz del desarme. Los hechos fueron revelados por Greenpeace en enero de 1999.
Son intereses económicos los que motivan a Minatom a ejercer presión para modificar la ley de 1991. Y es que las importaciones de material radioactivo crearían un mercado estimado en 21.000 millones de dólares para los próximos diez años.
En Suiza, la Oficina Federal de Energía (OFEN) declaró la semana pasada que no ve obstáculo alguno para la adquisición de barras de combustible provenientes del desarme.
Al mismo tiempo la OFEN recordó que la ley en vigor prohíbe, en cambio, el reenvío a Rusia de los deshechos, dado que el país no dispone de un depósito de almacenamiento definitivo.
Los responsables de las centrales nucleares suizas, por su parte, exigen que se les autorice a exportar sus deshechos sin restricción alguna.
Suiza es el único país occidental interesado en las propuestas rusas, señala preocupada la organización ecologista Greenpeace que critica la actitud de «pasividad» que han mostrado hasta ahora las autoridades políticas helvéticas.
Los ecologistas rusos, Natalia Mironova y Alexandre Nikitine se reúnen este martes con representantes de los Ministerios suizos de Asuntos Exteriores y de Medio Ambiente, Transporte, Energía y Comunicación.
swissinfo y agencias
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