
Con el frágil alto el fuego en el sur de Siria, aún más desplazados huyen de Al Sueida
Yahya Nemah
Nahta (Siria), 22 jul (EFE).- La semana pasada, Ali al Hauari perdió a su esposa y a su madre de 90 años en un ataque de supuestas facciones drusas contra su barrio poblado por beduinos en el sur de Siria, pero no fue hasta este lunes que pudo huir de la zona con la entrada en vigor de un alto el fuego para poner fin a ocho días de violencia.
Es vecino de Shahba, en la provincia de Al Sueida, donde intensos enfrentamientos entre clanes beduinos, grupos de la minoría drusa y las fuerzas gubernamentales dejan ya más de 90.000 desplazados y, según un balance no oficial del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, alrededor de 1.200 muertos.
«Estábamos en nuestras casas cuando nos sorprendió el asedio del barrio por parte de hombres armados con armas medianas y ligeras. Aunque los vecinos poseen armas ligeras, no opusimos resistencia, no abrimos fuego ni hicimos daño a nadie», relata Ali a EFE sobre el día en que la violencia se apoderó de su localidad.
Retención en la mezquita
Ahora en un colegio habilitado como albergue para desplazados en la vecina provincia de Deraa, este beduino y otros residentes de Shahba cuentan cómo la comunidad perdió a una veintena de personas en aquel ataque atribuido a facciones drusas, seis de ellos familiares del propio Ali.
Según afirma, aquel día murieron su mujer, su madre, un hermano, su cuñada y dos de sus sobrinos. «Estaban escondidos, y alguien llegó y les disparó», denuncia.
Además, su hija adolescente aún está en el hospital tras resultar herida durante el asalto. «El compañero del atacante le dijo que la niña seguía viva, y él respondió: ‘Dejadla hasta que se desangre y muera'», relata el padre.
Con cuatro hijos estudiantes, habiendo dejado atrás todas sus posesiones y mientras trata de «comprender» todo lo sucedido en la última semana, Ali todavía no se ha podido parar a pensar qué va a hacer con su vida a partir de ahora.
«Espero que prevalezca la paz, esta batalla no es nuestra, es lamentable que algo así esté sucediendo en Siria. Nunca he portado un arma en mi vida, ninguno de los muertos portaba un arma, todos eran civiles», lamenta.
Hasta su salida hacia Deraa este lunes, muchos vecinos que sobrevivieron habían permanecido asediados primero en una mezquita y después en una escuela de Shahba, donde con el paso de los días comprendieron que su retención por parte de ciudadanos drusos pretendía en verdad protegerles de las facciones.
El día del ataque, Um Khaled huyó hacia las montañas con sus dos hijos mientras las balas les pasaban «por encima de la cabeza», pero eventualmente fueron alcanzados y convencidos de que si regresaban a la localidad su seguridad estaría garantizada.
Según relata a EFE la mujer, de 62 años, primero les llevaron a una mezquita y luego les quisieron trasladar a un colegio. «Les dijimos que no queríamos salir de la mezquita y que nos mataran ahí. Querían llevarse a nuestros hombre, pero nosotros nos negamos, dijimos que o morimos todos o vivimos todos», asevera.
«Nos prometieron que nos estaban protegiendo y que los que venían de fuera nos iban a matar. Entonces les hicimos caso y salimos hacia la escuela», agrega la beduina.
Lejos de casa
Tras la entrada en vigor de un frágil cese de hostilidades, Um Khaled y el resto de vecinos fueron finalmente liberados el lunes, cuando comenzó la salida de cientos de familias beduinas que aprovecharon la tensa calma para abandonar Al Sueida.
Unos 1.500 beduinos que habían permanecido retenidos en la región fueron evacuados ayer por la Defensa Civil Siria, según anunció el ministro de Emergencias, Raed al Saleh.
Ahora se encuentran en Deraa, adonde ya habían huido muchos otros durante el estallido de violencia y donde las autoridades se afanan en movilizar recursos para ofrecer servicios básicos a los desplazados, con la ayuda de organizaciones como MedGlobal.
Según explica a EFE el voluntario Mustafa al Eido, su ONG se ha desplazado con clínicas móviles hasta el albergue de Deraa para ofrecer atención médica a unas 120 familias que llegaron el lunes desde Al Sueida, como parte de la respuesta de «emergencia» ante la situación en el sur del país.
Y es que entre la población desplazada hay enfermos e incluso heridos como Talal Shteui, que fue alcanzado por un fragmento de metralla el día del ataque a Shahba.
«Permanecimos alrededor de tres a cuatro horas en una zona montañosa, estuve sangrando alrededor de tres horas. Mientras huía, sentí calor bajo las axilas, puse la mano para sentir lo que era y encontré sangre», describe a EFE.
«Sangré mucho hasta que fui al hospital para saber en qué estado estaba», concluye Shteui. EFE
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(foto)(vídeo)