
CPI escucha la acusación contra un líder de milicias anti-Balaka antes de confirmar cargos
La Haya, 22 ago (EFE).- La fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) acusó este martes al líder de la milicia centroafricana, Maxime Mokom Gawaka, de organizar ataques en la República Centroafricana en 2013 y financiar después a las milicias cristianas anti-Balaka, acumulando una veintena de cargos por crímenes de guerra y lesa humanidad.
En un esfuerzo por convencer a los jueces de la CPI de la necesidad de juzgar a Mokom y de que se cuenta con pruebas suficientes para demostrar su culpabilidad, el equipo de la fiscalía tiene hasta el jueves para argumentar la acusación, antes de que los jueces deliberen durante unos dos meses para determinar si confirman o no los cargos en su contra.
Según los fiscales, Mokom, de 44 años, desempeñó “un papel fundamental en la organización de los ataques de los anti-Balaka (antimachete) en Bangui y Bossangoa en diciembre de 2013” y supuestamente “supervisó y facilitó las actividades de los jefes anti-Balaka o comandantes de zona (“ComZones”) sobre el terreno”.
Se le acusa de ser el coordinador nacional de las milicias anti-Balaka (mayormente cristianas) y cometer una veintena de cargos que suponen crímenes de guerra y de lesa humanidad en una campaña dirigida “contra la población musulmana y otras personas percibidas como simpatizantes de los Seleka”, coalición de grupos armados rebeldes opuestos al entonces presidente, François Bozizé, entre diciembre de 2013 y diciembre de 2014.
Mokom ha sido acusado de homicidio, exterminio, deportación, persecución y desaparición forzada, así como de dirigir ataques contra población civil y contra instalaciones dedicadas a la ayuda humanitaria y de reclutar a niños soldado, entre otros delitos.
El acusado fue entregado a la CPI en marzo de 2022 por las autoridades de El Chad.
A finales de 2012, Seleka lanzó una ofensiva militar en el norte de la República Centroafricana, ocupando pueblos y avanzando hacia la capital Bangui, enfrentándose regularmente a fuerzas leales a Bozizé, lo que llevó a la comunidad internacional a mediar en la negociación de un alto el fuego, que se firmó en enero de 2013.
A pesar de ello, Seleka lanzó un asalto militar en Bangui en marzo, y tomó la capital por la fuerza, expulsando a Bozizé e instalando a su líder, Michel Djotodia, como nuevo presidente.
Pero las hostilidades continuaron entre Seleka (mayormente musulmana) y fuerzas leales a Bozizé, quien organizó la resistencia armada desde su exilio en Camerún, entrenando y armando grupos que pasaron a conocerse como anti-Balaka.
Después de meses de enfrentamientos, la presión internacional llevó a Djotodia a renunciar en enero de 2014, obligando así a Seleka a retirarse de Bangui.
La CPI también está juzgando a otros dos líderes anti-Balaka, Alfred Yekatom y Patrice-Edouard Ngaïssona, por crímenes de guerra y de lesa humanidad.
Además, el pasado verano, Mahamat Said Abdel Kani, antiguo alto cargo de la Seleka, se declaró “inocente” de los siete cargos de crímenes de guerra y lesa humanidad presuntamente cometidos durante su dirección de dos prisiones en Bangui entre abril y agosto de 2013, lo que incluye crímenes como privación de libertad, tortura, trato cruel y persecución continua.
Hoy en día, y a pesar de la firma de un histórico acuerdo de paz en febrero de 2019, dos tercios de la República Centroafricana -rica en diamantes, uranio y oro- están controladas por las milicias, y el país se encuentra sumido en una grave crisis financiera, siendo uno de los más pobres del mundo. EFE
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