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Berlinale 2024: una voz suiza grita la desesperación de la izquierda israelí

una mujer gritando
Enloqueciendo: en "Shikun", Irène Jacob interpreta a una mujer abocada a la ruina física y mental mientras es testigo del giro hacia el fascismo a su alrededor. Agav Films

La actriz helvético-francesa Irène Jacob protagoniza Shikun, adaptación libre de la obra 'Rinoceronte', de Eugène Ionescu, de 1959, dirigida por el maestro israelí Amos Gitai. Esta fábula sobre el ascenso del fascismo se estrenó la semana pasada en el Festival de Berlín.

La Berlinale de este año, en su 74ª edición, se clausuró el pasado domingo (25 de febrero) convulsionada por las protestas y la polémica políticaEnlace externo.

Mientras que la coproducción palestino-noruega ‘No Other Land’, realizada por un colectivo de periodistas palestinos y judíos israelíes, se llevó el premio al mejor documental -y el discurso de aceptación de los realizadores ya ha provocado duras reacciones de los políticos alemanes-, una respuesta más bien apagada ha acogido Shikun (“vivienda social” en hebreo), la única película israelí del programa principal.

Este último trabajo, una coproducción con Suiza, Francia, Reino Unido y Brasil, lleva la firma del cineasta más importante del país, Amos Gitai, cuyos archivos están depositados en la Cinémathèque Suisse. ‘Shikun’ es su primera coproducción suiza.

Extinción política

A diferencia de lo ocurrido en el Mercado del Cine Europeo la noche anterior -cuando manifestantes propalestinos tomaron la sala principal y pidieron el fin de la guerra y la ocupación-, el estreno de ‘Shikun’ no fue recibido con mucho ajetreo.

Según el Jerusalem PostEnlace externo, en la sesión de preguntas y respuestas en la Haus der Berliner Festspiele hubo un llamamiento al alto el fuego y una pregunta, dirigida a la ministra alemana de Cultura, Claudia Roth, y al propio Gitai, sobre si Alemania debería romper sus lazos diplomáticos con Israel por “su genocidio en curso”.

Quizá en parte se deba a que la propia película es un grito desesperado de protesta de un autor que, durante su extensa carrera, ha sido identificado como uno de los representantes más vocales del llamado “bando de la paz” israelí, otra especie en peligro de extinción.

Esta menguante fuerza política, asociada principalmente a la izquierda israelí pero no exclusiva de ella, ha visto, como el propio Gitai, cómo sus esfuerzos por defender los derechos de los palestinos y criticar la ocupación israelí de los territorios palestinos han quedado en muy poco.

Entrevista (en inglés) de Amos Gitai para el canal de noticias France 24, justo después del atentado de Hamás del 7 de octubre:

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El rinoceronte entre nosotros

Esta última obra es una adaptación libre de la obra ‘Rinoceronte’, de Eugène Ionesco, de 1959, en la que la población de una ciudad francesa de los años 40 se vuelca hacia el fascismo y el nihilismo político.

A principios de 2023, Gitai rodó este montaje actualizado en Tel Aviv y Be’er Sheva, una gran ciudad israelí situada al sur de Cisjordania y a 40 km de Gaza, en respuesta a la masiva oleada de protestas que paralizó Israel tras el intento del gobierno de coalición de restringir el poder del poder judicial y del Tribunal Supremo.

Cabe destacar que la estrella de la película no es israelí, sino suiza: Irène Jacob. Interpreta a una mujer -la encarnación de un coro de locos- llevada a la ruina física y mental mientras presencia el giro hacia el fascismo a su alrededor.

Gitai, a través de Jacob, descarta cualquier sutileza para retratar la desesperación de la izquierda israelí mientras asiste, impotente, al ascenso de un régimen nacionalista, supremacista, etnocéntrico, teocrático y antiliberal que, teme, ya está poniendo en peligro las vidas de judíos y musulmanes en todo el mundo.

“¿Cómo es que la lucha contra el terrorismo se ha convertido en destruir tuberías de agua?”, se pregunta un hombre. “Debemos dejar algún rastro”, dice otro.

Entorno simbólico

Cuando me reúno con ella en su hotel de Berlín, Irène Jacob está sentada en el otro extremo de un comedor alquilado para la ocasión, sola ante una gran mesa circular destinada a cenas y ceremonias.

Cerca de la puerta, Amos Gitai está desplomado en un sillón, tecleando en su teléfono. Detrás de Jacob, la hilera de amplios ventanales que iluminan la sala ofrecen, de forma un tanto surrealista, una vista del Monumento a los Judíos de Europa Asesinados, cerca de la Puerta de Brandemburgo y de la Hannah-Arendt-Strasse.

En la mesa, con mi grabadora entre nosotros, vacilo al principio a la hora de calificarla de suiza, tratando de encontrar las palabras adecuadas, ya que nació en París y sólo más tarde se trasladó a Ginebra para estudiar. “Sí, soy suiza”, afirma sonriendo. “Eso es lo que soy”.

Hay otros periodistas en la sala. “¿Qué opina de la guerra de Gaza? ¿O sobre Ucrania?

Ella interviene cortésmente, intuyendo que la pregunta necesita una respuesta contundente: “La guerra es horrible. Oscuridad, muerte, destrucción. No creo que podamos decir otra cosa. En esta película, sólo podíamos crear un espacio social, artísticamente, en el que se ve a estas personas en conjunto, llevando consigo estas historias [de guerra]”.

un grupo de personas
Amos Gitai (centro) en el plató de ‘Shikun’ Agav Films

Pasillos que inspiran

‘Shikun’, que se desarrolla principalmente en tomas largas teatrales, tiene lugar en una serie de lugares semidesiertos de Israel: un aparcamiento, un complejo de viviendas de estilo brutalista, la estación de autobuses de Tel Aviv (desierta por la noche). La primera escena tiene lugar en un pasillo del complejo de viviendas y, como la mayor parte de la película, está captada en uno de esos bravucones planos secuencia.

“Ese pasillo me insipiró mucho”, dice Jacob sobre Gitai. “Dimos forma a la película a partir de nuestros ensayos; yo estaba en París y le enviaba [a Gitai] vídeos, monólogos. Trabajábamos juntos en una obra de teatro. Entonces me sugirió que leyera a Ionesco. Cuando llegamos a ese pasillo, ya teníamos todo esto en mente”.

“Todos teníamos historias diferentes que contar. Llegamos con estos textos preparados -en hebreo, francés, ucraniano- y trabajamos a partir de ahí como punto de partida. Pero una vez que se produjo [la reelección del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu], hubo aún más ganas de que todos lo hiciéramos rápidamente”.

Rinoceronte en hebreo: seguir a la manada

Gitai, desde el otro lado de la sala, me llama para que hable también con él. Jacob se acerca, se sienta en la silla de enfrente y le observa en silencio mientras habla.

“Durante el movimiento de protesta, la prensa israelí -la prensa liberal- empezó a utilizar este término, rinoceronte, inspirado en Ionesco”, dice. “Conocí a la hija [del dramaturgo] en París y me dijo que la lengua hebrea es la única en la que rinoceronte es a la vez un sustantivo y un verbo, hitkarnefut. Convertirse en rinoceronte y seguir a la manada. A partir de ahí, volví a la fuente”.

“[Irène Jacob] es inteligente, sensible, no es mundana”, añade, señalándola con un gesto. “Le gusta el trabajo, el reto intelectual, la reflexión. Vino a Israel con la misión de trabajar en mi propia obra, House, que pronto irá a Londres, Berlín, Roma. Ya que estaba allí, la llevé por todo el país. Con la gente inteligente, hay que estimularla con nuevos conocimientos, para que te devuelva algo más preciso”.

Jacob me cuenta: “Después de los ensayos, una vez en esos lugares, organizamos las tomas en colaboración; fue sin duda una experiencia única, construir la película sobre la marcha. Fue inspirador. Intentar encontrar cosas sobre la marcha, hacer que sucedieran. Probar esto, probar aquello. ¿Qué podemos hacer? El tiempo pasa de una forma diferente con Amos. Largos momentos en los que puede pasar cualquier cosa, y pasa. Esto da mucho juego al intérprete”.

mujer leyendo en una sala llena de libros
Hana Laszlo, ganadora del premio a la mejor actriz en Cannes por ‘Free Zone’ (2005), de Gitai, lee un libro sobre el Holocausto y el campo de concentración de Terezin. Agav Films

Ilusión multicultural

Jacob menciona que trabajó con una amiga coreógrafa para coordinar sus extraños movimientos físicos en ‘Shikun’, que parecen salirse de ella a medida que avanza la película y nos desquician con su calidad aparentemente involuntaria. Le digo que es difícil, viendo la película en Berlín en este momento de matanza de civiles, no ver eso como un síntoma de la muerte y destrucción que llenan nuestras pantallas desde que empezó esta guerra.

“Toda la violencia estaba ahí antes. Presente a diario. No es evidente, quizá. ¿La he visto? No, no la he visto. No es abrumador, ¿verdad? No es peligroso. ¿O es peligroso? Estás a punto de ver algo que se acerca, algo que no es normal. Todo el mundo debería tener su opinión, ¿verdad? O si ya no te permiten tener la tuya, ¿está bien? Toda esta violencia ha estado presente allí durante bastante tiempo”.

“¿Estoy hablando en francés?” pregunta el personaje de Jacob en ‘Shikun’, como para sí misma. “Nadie sabe si hablo francés, así que a quién le importa si hablo”. A su alrededor, los sonidos del ucraniano, el hebreo, el yiddish, el árabe. Un Israel multicultural que parece, en este preciso momento en el tiempo, que podría haber sido tan sólo una ilusión, una esperanza efímera.

Texto adaptado del inglés por Carla Wolff

Editado por Mark Livingston y Eduardo Simantob

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