Drácula, inmortal también en la pantalla
Había una vez… Los vampiros eran descritos como seres repugnantes, más animales que humanos. Todo cambió con la aparición del Conde Drácula, el carismático y sofisticado miembro de la nobleza que ha sido llevado a la pantalla desde hace casi un siglo.
La creación de Bram Stoker ganó rápidamente el gusto de los cineastas y, sobre todo, de los productores que actuaron con presteza para hincarle el diente al vampiro.
Después del mítico Nosferatu, de Friederich Wilhelm Murnau (1922) – posteriormente estacado por los herederos de Stoker, por un asunto de derechos- el conde ha sido resucitado bajo formas renovadas, desde el icónico Drácula de Bela Lugosi, al romántico personaje de Francis Ford Coppola, pasando por la la parodia El Baile de los Vampiros (Roman Polanski), o los dibujos animados de Genndy Tartakovsky y su Hotel Transilvania, por citar solamente algunos.
Aunque se dice que los vampiros no tienen sombra, la de Drácula ha cubierto unas 200 versiones cinematográficas en todos los géneros. El trabajo en el arte de los afiches de las películas no es menos creativo y refleja influencias del expresionismo alemán y las novelas sentimentales, entre otras.
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