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La tipografía suiza conserva toda su creatividad

La tipografía empleada desde 2003 en los señalamientos carreteros en Suiza es la ASTRA-Frutiger, creada por el legendario Adrian Frutiger, y en la que se basa su más reciente diseño, Frutiger 57 Condensed. Keystone

Hace 60 años, Suiza era el centro del universo tipográfico, con creaciones como Helvetica y Univers. Internet y la asistencia computacional para la elección de los tipos de letra han revolucionado esta industria y el país alpino mantiene una posición de líder.

“¡No tengo palabras para expresar mi disgusto!” “Es un día triste”. “Tan previsible, tan aburrido, tan laborioso”. Los profesionales del diseño, apasionados de su trabajo, reaccionaron así en 2009 cuando Ikea abandonó la tipografía FuturaEnlace externo, el eterno clásico utilizado por Volkswagen, Calvin Klein y muchos otros, a cambio de la omnipresente VerdanaEnlace externo, concebida por Microsoft. 

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La controversia se vivió sobre todo en Suiza, cuna del estilo tipográfico internacionalEnlace externo (también conocido como ‘estilo suizo’) desarrollado en la década de 1950, con acento en un diseño asimétrico y de gran legibilidad.

“Hubo una época en los años 80 y 90 en que los grafistas de vanguardia consideraban la tipografía HelveticaEnlace externo  fuera de moda”, explica Robert LzicarEnlace externo, historiador de grafismo y jefe del programa de Máster en Diseño y Comunicación en la Escuela de Estudios Superiores de Arte de Berna.

La edad de oro de la tipografía suiza comenzó en 1957, con la aparición de Helvetica y UniversEnlace externo, cuyos diseños funcionales se inspiraban en la tendencia del Bauhaus. Ese estilo claro y legible reflejaba el espíritu de la época, lo que provocó el interés de los grafistas del mundo entero, en particular, en los Estados Unidos.

Helvetica fue elegida por Nestlé, Lufthansa, el metro de Nueva York, McDonald’s y muchas otras marcas.

“Suiza fue muy creativa en la concepción, pero esto no significó la evolución hacia una enorme industria del grafismo”, recuerda Lzicar. Esta situación se mantiene: “Hay muchos pequeños talleres innovadores en Suiza, pero sin un actor mayor como Monotype, en EEUU, con marcas tales como Linotype o FontShop International, que venden licencias de uso a escala mundial”.

Experimentación

Entre esos pequeños talleres destaca Swiss Typefaces, en Lausana. Para su cofundador, Ian PartyEnlace externo (38), el sector goza de “excelente salud”.

“Hubo un pasaje difícil a inicios del 2000, con la explosión de la oferta, pero no de la demanda”, agrega Party. Una detonación surgida tras la llegada de Internet y de los programas de escritura que permitían a cualquier internauta producir su propio tipo de letra.

“Nos vimos realmente en una encrucijada cuando todos los grafistas contaban con una computadora. Antes, crear un tipo de letra era un asunto complejo y muy profesional, realizado por personas con habilidades artísticas y que empleaban técnicas específicas”, recuerda Party.

“Y de pronto, todo el mundo se dio cuenta, aunque no resultara tan simple, de que era posible desarrollar y digitalizar diseños concebidos por otros. Surgió entonces un movimiento entre los grafistas para crear una tipografía propia. Apareció así un gran proceso de experimentación“.

Éxito mundial

Pero tras los años locos de la revolución digital, los diseñadores volvieron al viejo y buen camino del trazo profesional. En 2004, Laurenz Brunner, un joven suizo, lanzó AkkuratEnlace externo, que le valió un gran éxito mundial a su taller, LinetoEnlace externo.

Laurenz Brunner escribió entonces sobre esta experiencia: “En 2006 y 2007, los diseñadores se interesaron en un estilo tipográfico ‘objetivo’ que reviviera a los clásicos suizos. De este modo, Akkurat se colocó en primer lugar de ese movimiento”. 

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Robert Lzicar reconoce que gran parte del éxito de Akkurat se debió a “la adopción de principios precedentes, que ya habían hecho prueba de las exigencias de una economía globalizada”.

“Akkurat puede ser utilizada en muchas aplicaciones distintas, sin límite alguno, lo que la convirtió en un éxito mundial del diseño contemporáneo en Suiza”, agrega el experto.

Plan de negocios

Entonces, ¿para ganar dinero vale la pena hacerse diseñador tipográfico? “En lo absoluto. Se requiere de un enorme trabajo para crear toda una familia de un tipo de letra. Es mejor lanzar un solo carácter tipográfico, es más lucrativo, porque se pueden vender licencias”, responde Lzicar.

Pero incluso así hay pocas posibilidades de convertir un carácter en un ‘grande’ de la tipografía, como Akkurat. Hay tantos tipos de letras [más de 150 000 en fonts.com] que resulta difícil mantenerse en el mercado.

Para Ian Party, “detrás de un tipo de letra con historia hay todo un plan de negocios. Se analiza el mercado para conocer las necesidades y sacar provecho de esas condiciones”.

Party, que enseña tipografía en la Escuela de Estudios Superiores de Arte y Diseño (ECAL)Enlace externo de Lausana, diseñó la familia del estilo de letra Suisse, el gran éxito de Swiss Typeface. 

Suisse International se parece a Helvetica. “Los dos caracteres son muy cercanos”, admite. Hay una gran influencia de Helvetica y Univers en la cultura y el estudio del grafismo en Suiza, muy presente en nuestra formación”.

La revolución de la resolución

El mayor cambio de la tipografía contemporánea fue el paso del papel a la pantalla, la digitalización, que continúa vía los soportes móviles. “Esto influye también en el concepto tipográfico, ya que en la pantalla el acento no está en las líneas ni en las zonas visuales, sino en los píxeles. En otras palabras: hoy, las pantallas se vuelven más pequeñas, pero la resolución aumenta.

Lzicar no excluye que haya un renacimiento de los remates o terminales de los caracteres tipográficos, es decir de los pies de las letras, también conocidos como serifas: “El medio cambia totalmente la manera en que las cosas se perciben”.

Estas consideraciones llevaron a Ikea a elegir Verdana, una tipografía sin serifa, concebida para ser legible en pequeños caracteres y muy popular en pantalla, pero que puede deformarse cuando se emplea en una revista o en un panfleto, según determinados criterios.

Para Lzicar, “elegir una buena tipografía es como el trabajo del DJ, que opta por el buen ritmo, según el contexto y el público al que se dirige”. 

Traducción del inglés, Patricia Islas

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