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Mercenarios suizos en América del Norte

dibujo de dos soldados con uniforme rojo
Dos mercenarios del Regimiento Karrer, 1763. Dibujo posterior a 1850. Musée national suisse

Aunque oficialmente no estaban autorizados a operar militarmente en esas latitudes, mercenarios suizos combatieron en América del Norte durante la primera parte del siglo XVIII. En la guerra de Francia contra la población autóctona local, soldados suizos del Regimiento de Infantería de Karrer murieron en batalla en Misisipi.

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Louisbourg, antigua ciudad fortificada en el extremo sur de la provincia canadiense de Nueva Escocia: en 2017, un grupo de arqueólogos llevó a cabo una serie de excavaciones en un cementerio y encontró entre las tumbas el esqueleto de un hombre de una treintena de años. Hallazgo nada inusual para una necrópolis del siglo XVIII. Sin embargo, los botones de cobre que se encuentran junto con los huesos sugieren el pasado militar del fallecido. Tras analizar el caso con métodos forenses e investigar la historia del fuerte, los científicos llegaron a la conclusión de que se trataba de un soldado proveniente del actual territorio de Suiza o del sur de Alemania. Lo más probable es que el joven sirviera en un regimiento creado en Suiza y enviado a Canadá en la primera mitad del siglo XVIII: el Regimiento de Infantería de Marina de Karrer.

Un mapa antiguo de Nueva Escocia
Mapa de Nueva Escocia hacia 1749. La ciudad fortificada de Louisbourg se ubica en la parte sur de la Isla de Cap Breton. Library of Congress

En todo caso, hasta fines del siglo XVI, la actividad de los mercenarios constituyó un negocio lucrativo para la Confederación. Los combatientes confederados eran muy apreciados por las potencias bélicas europeas. Esta actividad aportó muchos ingresos a las arcas de la actual Suiza, y en particular a los bolsillos de las clases dirigentes que organizaban estos intercambios, reclutaban tropas y a veces contrataban a cuadros que se desempeñaron como oficiales en ejércitos extranjeros.  A inicios del siglo XVI, incluso un hombre de extracción modesta podía encontrar en esta actividad una oportunidad para enriquecerse. Las expediciones militares estaban limitadas en el tiempo y terminaban una vez concluido el servicio. Remunerada por la paga, pero también por el fruto de los saqueos, en ciertas ocasiones esta actividad permitía amasar rápidamente fortunas muy superiores a las que resultaban de otros oficios y trabajos cotidianos. Por eso esta actividad también atrajo a hombres que pertenecían a clases populares.

cuadro que muestra merenarios suizos
Alegoría que representa la actividad del mercenario hacia 1625. El soldado de la izquierda, con un uniforme rojo y negro típico de esa profesión, porta una cartera bien surtida, aunque está atado con cadenas, ante la mirada de varios reyes e incluso un papa, quienes compiten por sus servicios. Musée national suisse

Sin embargo, en los siglos XVII y XVIII, con la aparición de los ejércitos regulares en Europa la importancia de los mercenarios va a disminuir. Durante muchos años, el mercenarismo se limitó a una tropa. El servicio de guarnición, así como las largas e innecesarias campañas en los conflictos europeos, se convirtieron en la norma en esos servicios en el exterior. Pero esta normalización de la actividad aumentó el riesgo de quedarse en retraso tanto a nivel físico y psicológico como económico. Fue mermando así el entusiasmo de contratar a mercenarios.

En lo relativo a los mercenarios helvéticos, fue sin duda el reino de Francia el socio más poderoso de la Confederación. Desde el siglo XVII, los regimientos helvéticos fueron reclutados en la actual Suiza por cuenta del rey francés y su ejército regular. La corona gala y los cantones confederados celebraron acuerdos, también conocidos como capitulaciones, que reglamentaban el tamaño, la composición, el mando y el despliegue de estos regimientos. La Confederación tenía especial interés en que estas tropas suizas oficialmente reclutadas no participaran en ningún conflicto fuera del continente. También insistió en que, en la medida de lo posible, sus mercenarios no se enfrentaran entre sí y fueran rápidamente repatriados una vez finalizado el conflicto bélico.

Sin embargo, el Regimiento Karrer constituyó una excepción a la regla. Su fundador y primer comandante fue Franz Adam Karrer (1672-1741), nacido en Röschenz (BL) y establecido desde 1711 en el cantón de Soleura. Comenzó su carrera militar a los 14 años al servicio de Francia y fue ascendiendo en el escalafón. En 1719, consiguió formar su propio regimiento sobre la base de una capitulación privada suscrita con Joseph Fleuriau d’Armenonville (1661-1728), ministro francés de la Marina. Aunque no se trata de una capitulación oficial, este acuerdo fue tolerado por los cantones confederados, permitiendo que el llamado regimiento “franco” cruzara el mar para luchar en las colonias francesas.

Cuadro de desembarco de soldados del Siglo XVIII
Desembarco del Regimiento de Karrer en Louisburg, hacia 1730. flintlockandtomahawk.blogspot.com

La corona francesa necesitaba urgentemente tropas de la Guardia Suiza para enviarlas a sus colonias. Las tierras americanas codiciadas por Francia en la primera parte del siglo XVIII se extendían desde la actual Canadá hasta el delta del Misisipi, más allá de Nueva Orleans. Se trataba de un vasto territorio que no solo había que vigilar sino también defender de los ataques de las tribus indias y de los designios expansionistas británicos hacia el este.

A partir de 1721, el Regimiento de Karrer quedó a disposición directa de la autoridad del Ministerio de Marina francés y dos compañías fueron enviadas a “Nueva Francia”. Los mercenarios suizos debían apoyar a los franceses en varias bases militares a lo largo de los ríos Misisipi y San Lorenzo, pero también en Louisbourg, situada en el actual territorio canadiense.

bandera del antiguo regimiento suizo
La bandera del Regimiento suizo de Karrer. Musée national suisse

Las misiones fueron duras, en particular debido a las malas condiciones para asegurar el abastecimiento de las tropas. Además, a menudo, los mercenarios suizos eran difíciles de ser dirigidos por los mandos militares ya que las condiciones especiales definidas en sus contratos les daban derecho a privilegios que muchas veces no tenían los mismos oficiales. En este contexto, en 1744, las tropas de Karrer se amotinaron en Louisbourg donde estaban estacionadas.

Cuadro de una antigua ciudad de América del Norte
Vista de Louisbourg, en 1778. Library of Congress

La guerra entre ingleses y franceses supuso también la lucha en las propias colonias norteamericanas. Los suministros para las tropas estacionadas en Louisbourg eran inciertos debido al control británico de las rutas marítimas. Las disputas personales entre los oficiales al mando de la ciudad fortificada alimentaron aún más el descontento y la desconfianza de los soldados. Y poco después de la Navidad de 1744, los abusos condujeron al motín suizo. Los soldados se reunieron sin sus oficiales y al ritmo de sus tambores salieron de sus cuarteles, con las bayonetas caladas y empuñando sus sables. Los oficiales que intentaron negociar con los amotinados fueron golpeados. Los soldados del ejército regular francés también se unieron a los sublevados. La revuelta general no estaba lejos. Solo cuando el mando de la guarnición accedió a hablar con franqueza sobre las carencias y a escuchar las quejas se calmaron parcialmente los ánimos. La precariedad del suministro de alimentos era una de las principales reivindicaciones esgrimidas por los amotinados. En particular, la escasez del suministro del pescado jugó un papel importante. De hecho, durante la exitosa misión contra una fortaleza británica en la primavera de ese año, el botín incluyó grandes cantidades de bacalao que el mando había prometido distribuir entre la tropa. Los insurgentes argumentaron que a pesar de esas promesas los oficiales se habían guardado la mayor parte del botín. Finalmente, la situación se calmó y se resolvió sin derramamiento de sangre: los amotinados recibieron una suma que salió de las arcas reales de entre 7 000 y 8 000 libras, suma equivalente a unos 35 000 o 40 000 francos suizos actuales. Dejaron las armas y regresaron a sus cuarteles de invierno. El mando, por su parte, renunció a cualquier sanción, por temor a que nuevamente cundiera el descontento.

Cuadro que representa un barracón militar
En la década de 1960, el gobierno canadiense emprendió la reconstrucción de algunos sectores del fuerte de Louisbourg. Los barracones que albergaron en 1744 al Regimiento Suizo de Karrer forman ahora parte de un museo. Dennis Jarvis

El Regimiento de Karrer también participó en conflictos militares con los nativos de Nueva Francia. El 26 de mayo de 1736, mercenarios suizos junto con tropas regulares francesas, voluntarios y aliados de la tribu Chacta, participaron en la toma de una aldea Chicacha, no lejos de la actual ciudad de Tupelo (Misisipi), lugar donde siglos después nacería Elvis Presley. Bajo el mando del gobernador Jean-Baptiste Le Moyne de Bienville (1680-1767), cofundador de Nueva Orleans, se inició un ataque descoordinado contra el pueblo, episodio que se conoció en la historia de Estados Unidos como la batalla de Ackia. El asalto fue hábilmente rechazado por los Chicachas, obligando a los franceses a retirarse, sufriendo estas grandes pérdidas, incluidos numerosos mercenarios del Regimiento de Karrer.

Un viejo mapa de la zonade Chicacha
Mapa del ataque al pueblo de Chicacha por mercenarios suizos y tropas francesas. La campaña fue un fiasco para los atacantes y los mercenarios del regimiento de Karrer tuvieron que hacer frente a las grandes pérdidas. Wikimédia

Adrian Baschung es historiador y director del Museo Altes Zeughaus de Soleura.

Adaptado del francés por Sergio Ferrari 

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