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Al fin del mundo, un museo de la inmigración suiza

Uno de los puntos más australes del planeta, el Puerto Yartou, da asiento a la memoria histórica de la emigración suiza a Chile. MABP

En Puerto Yartou -uno de lugares más australes del planeta- una antigua casona, convertida en museo, rememora a los primeros colonos helvéticos que llegaron a esta región, hace más de 100 años.

Comunidad suiza inauguró restauración de esta obra, junto a autoridades chilenas, suizas… y con un ‘inesperado’ desenlace.

Estaba todo previsto para el zarpe de la embarcación que llevaría a más de 90 personas desde Punta Arenas, por el Estrecho de Magallanes, hasta Puerto Yartou, localidad que cobró vida hace más de cien años gracias al empuje de un pequeño grupo de colonos helvéticos.

Autoridades nacionales, regionales, suizas y representantes de las comunidades suizas de todo el país estaban reunidas con el objetivo de festejar el fin de los trabajos de restauración de la Casa Administración, una antigua factoría maderera que albergará a futuro al Museo de Sitio Alberto Baeriswyl Pittet, MABP.

Pero las condiciones del tiempo cambiaron abruptamente los planes. Previendo vientos de 100 km/hora para ese día, la Armada de Chile decidió no autorizar el zarpe de la embarcación, en viaje que contemplaba seis horas de navegación de ida y otras seis de vuelta.

“Así es en Punta Arenas. ¡El viento es cosa seria! Puede impedirte tomar el avión, un barco y cambiar por completo tus planes. Yo, que nací y crecí aquí, puedo decirte que es la mejor decisión, por la seguridad de todos”, comenta a swissinfo Alberto Pittet, Presidente del Círculo Suizo de Magallanes, uno de los participantes de esta actividad.

Rápidamente se decide un “plan B”, que incluye trasladar la celebración a un nuevo escenario; la hacienda de los hermanos Baeriswyl, familia que impulsó este proyecto de recuperación patrimonial.

Allí es donde finalmente se lleva a cabo esta inauguración simbólica.

Un pueblo maderero

Dante Baeriswyl Rada, arquitecto a cargo de los trabajos de restauración y sobrino nieto del colonizador cuenta que el poblado de Yartou surgió “por la voluntad emprendedora de Alberto Baeriswyl Pittet, (hijo del colono suizo Josef Baeriswyl Yutzy) con el propósito de aprovechar los recursos naturales que este lugar ofrecía; principalmente buenos bosques para aserrar madera y praderas para el ganado”.

En este lugar se construyó una gran planta maderera con siete aserraderos, en los que se elaboraron piezas de madera para la industria y la construcción.
Junto con ello, se explotó la ganadería ovejera en lana, carne y lechería para fabricación de mantequilla y gran producción de quesos. Se instaló una fábrica de barricas para cebo y una embotelladora de vinos. Incluso contaban con su propia escuela y un cementerio.

“Quienes crearon estos espacios estamparon un momento de la historia, reflejaron la vida de las personas de estos recintos y nuestro objetivo hoy es ennoblecer esta tipología colonial-patagónica, destacándola como un interesante patrimonio arquitectónico”, sostuvo.

‘Quizás no es coincidencia’

María Teresa Bohn, Presidenta de la Fundación. Puerto Yartou y nieta de Alberto Baeriswyl Pittet cuenta que en su familia siempre existió la inquietud por preservar las edificaciones de ese poblado, que quedó sin habitantes a fines de los años 30.

“En una visita que hicimos en 2004 comprobamos que las construcciones -más de ochenta- se estaban deteriorando mucho. Pero cuando volvimos, en 2008, todo había desaparecido y sólo quedaba la casa patrimonial. ¡No lo podíamos creer!”, recuerda.

Fue entonces que decidieron tomar medidas concretas para conservar lo que aún quedaba, la casa patronal. Comenzó a recopilar documentos, fotografías y bibliografía que permitieron reconstruir la historia del sitio y de su fundador.

Con estos antecedentes presentó el proyecto de restauración en la Embajada Suiza y más tarde postuló al Fondart (Fondo Nacional de la Cultura y las Artes), obteniendo el financiamiento por parte del Gobierno chileno para llevar adelante esta iniciativa.

Posteriormente viaja a Friburgo para conseguir apoyo de las autoridades de este cantón. Con ellos ya existía un vínculo, abierto por el investigador suizo Pasquier, quien tras tomar contacto con sus parientes que habían emigrado a Punta Arenas, escribió en el 2007 el libro Los friburgueses y sus descendientes en la Patagonia chilena.

“Cuando María Teresa nos presentó este proyecto, para nosotros fue un enorme placer acogerlo, porque es un testimonio concreto y nos recuerda que hace más 130 años, en un periodo difícil para Suiza, nuestros compatriotas friburgueses tuvieron que partir y fueron acogidos en este país”, expresó Isabelle Chassot, Consejera de Estado del Cantón de Friburgo, otra de las invitadas a este evento.

Chassot reconoció que “evidentemente, nos hubiera gustado estar al otro lado del Estrecho de Magallanes, para ver in situ los resultados del trabajo de restauración, pero quizás no sea una coincidencia que no hayamos podido cruzar, pues eso nos ha permitido vivir en carne y hueso -al menos un poco- lo que vivieron nuestros ancestros cuando llegaron a este lugar”.

Durante estos días -precisó- he podido ver directamente las dificultades y entender cómo ellos deben haber luchado en sus tiempos como pioneros, por el bien de esta región.

Por eso, a su juicio, “más importante que las piedras o las maderas que hubiésemos inaugurado hoy, es la amistad entre ambos pueblos y eso está aquí presente. La idea es que, en torno a esta obra se inicie el intercambio cultural entre ambos pueblos. Y la promesa esta hecha: cuando el museo comience a funcionar oficialmente, todos nosotros volveremos a encontrarnos… ¡Espero que eso será finalmente en Puerto Yartou!”.

Dante Baeriswyl define la arquitectura de esta casona como “una expresión de la tipología colonial-patagónica, de gran simpleza y acomodada al lugar, con espacios espontáneos que nacieron de la necesidad imperiosa de cobijarse del frio y el viento, con base en los materiales que entregaba la misma naturaleza del lugar.

La edificación aprovechaba todos los recursos naturales disponibles del lugar, como la recolección de agua de lluvia de la techumbre para uso doméstico, la leña para calefacción mediante estufas de generación de agua caliente con termo cañón, iluminación eléctrica y red telefónica para comunicaciones generada por un molino de viento, todas con base en energías renovables.

Su restauración es un Proyecto Bicentenario que fue posible gracias al auspicio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (FONDART), el Cantón de Friburgo y la Confederación Suiza.

Desde 1875 y hasta fines del siglo XIX, varias decenas de familias friburguesas emigraron al sector de Magallanes (Punta Arenas y alrededores).

En 1908, Alberto Baeriswyl Pittet, hijo de inmigrante creó en Puerto Yartou la fábrica maderera más austral del mundo.

Rápidamente, esta pequeña empresa se transformó en un centro económico que atrajo a mucha gente y estimuló el desarrollo de un poblado.

Puerto Yartou está situado en la comuna de Timaukel, provincia de Tierra del Fuego, a más de 3 mil kilómetros al sur de Santiago.

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