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Del paternalismo a la igualdad: el giro de relaciones con Latinoamérica tras el franquismo

Irene Escudero

Madrid, 17 nov (EFE).- El dictador Francisco Franco no pisó nunca Latinoamérica, pero su intento de recuperar la influencia de España en la región siempre formó parte de sus planes. Cincuenta años después de su muerte, el mapa político es muy distinto: las relaciones son más equilibradas y, sobre todo, las sociedades de ambas orillas del Atlántico mantienen lazos mucho más cercanos.

El franquismo (1939-1975) «mantenía una tradicional relación con América Latina, en donde no había una visión de igualdad, es decir, España era -y aún se sigue utilizando mucho esta frase- la ‘Madre Patria'», comenta a EFE el investigador sénior asociado para América Latina del Real Instituto Elcano, Rogelio Núñez.

El proyecto de Hispanidad

La política exterior franquista tenía la ‘Hispanidad’ como columna vertebral, un enfoque «imperialista y ultranacionalista», que se basaba en «ese papel de puente entre Iberoamérica y Europa en un discurso inmerso en elementos de fraternidad, lengua común y cultura, y, por supuesto, de catolicismo», dice a EFE la profesora de Historia de la Universidad Carlos III de Madrid, Matilde Eiroa.

Tras la retirada de embajadores en 1946 recomendada por la ONU, en una votación en la que países como Argentina o República Dominicana se pronunciaron en contra, España usó este vínculo colonial para romper su aislamiento.

La Argentina de Juan Domingo Perón (1946-1955, 1973-1974) fue uno de los aliados más firmes de Franco, y la visita de la primera dama Eva Perón en 1947, la primera de un alto cargo latinoamericano durante el franquismo, comenzó a posicionar a Argentina como «una de las mejores embajadoras de la España franquista».

«Eva Perón era un personaje muy popular y muy conocido, por tanto fue un respaldo muy importante», explica la experta en franquismo, quien especifica que, a pesar de la creencia general, esa Argentina no tenía un gobierno de izquierdas: «una cosa es ser un régimen populista y otra cosa es ser un régimen de izquierdas» y «Argentina no era un país democrático en la época», considera.

Relación con dictaduras (y no dictaduras)

Argentina abrió una veda que muy pronto y, sobre todo tras el acercamiento con EEUU en 1953, siguieron otros países, tanto democráticos como dictatoriales, salvo México, que acogía a buena parte del gobierno republicano en el exilio y que no restableció relaciones diplomáticas con España hasta 1977, dos años después de la muerte del dictador.

Por un lado, explica Eiroa, estaban los países con afinidad ideológica -«regímenes dictatoriales, militaristas o de democracias sesgadas» con los que compartía el fuerte control social- como eran Argentina, República Dominicana, la Nicaragua de Anastasio Somoza y Paraguay; y, por otro, con los que había una relación económica como Brasil, Venezuela, Perú, El Salvador o Costa Rica, «con quienes se entablaron relaciones cordiales, aunque no de plena afinidad».

Tanto el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo como el paraguayo Alfredo Stroessner visitaron España y el cubano Fulgencio Batista fue acogido por Franco después de la revolución cubana. Augusto Pinochet fue el único mandatario latinoamericano que acudió al funeral el 23 de noviembre de 1975.

Ningún miembro de alto nivel del círculo de Franco cruzó durante la dictadura el Atlántico, más allá de la gira de 1971 a 17 países latinoamericanos -que comenzó en Argentina- del ministro de Exteriores Gregorio López-Bravo. Sin embargo, el franquismo sí que usó el poder blando con misiones culturales con escritores.

«De alguna manera, lo que Franco sabía era que los lazos con Iberoamérica los tenía hechos, por la lengua común, historia, etc. Y, sin embargo, le interesaba mucho estrechar contactos de carácter económico y sobre todo político con Europa, porque le interesaba ingresar en la entonces llamada Comunidad Económica Europea y vender ahí sus productos», explica Eiroa.

Una sociedad más plural

Tras la muerte de Franco, se pasa de una desigualdad en el trato a una visión de Estado de relaciones entre iguales. «Los gobiernos españoles, fueran del signo que fueran, mantuvieron una continuidad e incluso profundizaron el proyecto de lo Iberoamericano», dice Nuñez.

Desde el primer presidente después de Franco, Adolfo Suárez, que fue también el primer político español de alto rango que junto al jefe de Estado, el rey Juan Carlos I, visitó Latinoamérica, España intensifica sus lazos con un acercamiento que derivaría en las Cumbres Iberoamericanas, que hoy están en horas bajas.

Y aunque las relaciones se han visto alteradas en algún momento de los últimos años con países como Nicaragua, Venezuela, Cuba o Argentina, en general gozan de un estado sano con el resto, a pesar del malestar mostrado por gobiernos como el mexicano por el colonialismo.

También, desde el punto de vista empresarial, la relación ha cambiado y ya no es solo España y sus empresas las que invierten en Latinoámerica, sino que hay latinoamericanas en España, donde se puede comprar pan Bimbo en el supermercado, tomarse un café en un Juan Valdez o pedir una Corona en un bar. EFE

ime/jfu

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Códigos 8005186260, 8006192630, 8002375876 y otros)

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