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Descubriendo la parte antigua de Zúrich

La Torre de San Pedro (al fondo) y la fina Torre de Nuestra Señora, en una vista nocturna. swissinfo.ch

Las huellas de su pasado celta y romano, sus calles de origen medieval y la belleza de su arquitectura gótica y barroca otorgan a esta ciudad suiza una riqueza histórica singular.

El río Limmat y el lago de Zúrich son protagonistas silenciosos del paso del tiempo en su casco viejo.

La desembocadura del río Limmat en el lago de Zúrich y las colinas a su alrededor fueron atractivas ya en tiempos del hombre de la Edad de Piedra.

Tierras galias posteriormente, Julio César (100 a.C.- 44 a.C.) las menciona en sus escritos. El dirigente romano habla de diversas tribus celtas, entre ellas, la de los helvecias.

Pero fue en la Edad Media cuando la región ganó mayor importancia: Precisamente, al llegar a la calle Rennweg abrimos la puerta al Medievo zuriqués. Allí se erigía la puerta de la ciudad antigua.

Sólo basta con ver las fechas inscritas en las paredes de algunos edificios de esa calle, como el de uno, pintado de rojo ocre, con una inscripción que nos hace penetrar en su pasado: ‘1357 – Zum schwarzen Ochsen, (El buey negro), 1557 – Stern (La estrella), 1801- Zum roten Sternen (La estrella roja)’.

“1357 no fue el año en el que el edificio fue construido, pero fue cuando se realizó un primer registro de edificios”, explica nuestro guía, Peter Ern.

Turus, Turicum, Turitg, Züri, Zürich

Sobre la Rennweg hay que doblar a la izquierda en la Fortunagasse para llegar al Lindenhof (el Patio de tilos), una tranquila plaza situada en una morrena que se levanta con vista al río Limmat y que es considerada el origen de la ciudad.

Zúrich aparece a la luz de la historia en el año 15 antes de Cristo, cuando el emperador César Augusto -sobrino-nieto y sucesor de Julio César-, estableció una zona aduanal en esa colina, bajo el nombre de Turicum.

“Se trata del mismo emperador que creó Zaragoza, en España: el emperador Augusto. Aquí fundó una fortificación y tomó el nombre de una familia poderosa de los celtas, los Turus”, añade Ern.

En lengua retorromana, aún con vida en Suiza y una de los cuatro idiomas nacionales del país, esta ciudad se denomina aún Turitg.

Por lo que respecta al dialecto germano local, la ‘t’ es sustituida por la ‘z’, que en la fonética alemana se pronuncia como ‘tz’: Züri (tzueri); o en alto alemán, Zürich.

Allí mismo, donde su fundó la aduana, 400 años después se edificó una fortaleza romana.

Para orgullo de los zuriqueses, desde mediados del 2005, y gracias a las labores de saneamiento emprendidas por las autoridades citadinas, un muro aún en pie del castillo romano puede ser admirado en todo su esplendor.

“Una de las esquinas más lindas”

A través de callejuelas estrechas y empinadas como la Pfalzgasse y la Strehlgasse, llegamos al punto más esperado de nuestro primer contacto con la antigua Zúrich.

“Estamos frente a la iglesia más vieja de la ciudad. Se llama San Pedro (St. Peter) y la plaza, San Peterhofstatt. Para mí este lugar es una de las esquinas más lindas de nuestra ciudad.”

Ya los celtas lo habían señalado como centro de culto. “También los romanos utilizaron este lugar para construir sus templos.”

Fue en el siglo IX cuando se construyó allí la primera iglesia, sustituida cuatro siglos después por la edificación que hoy es visitada por un público curioso que, con frecuencia, asiste allí para apreciar algún concierto.

A su lado se encuentra la Torre de San Pedro, “que no tiene relación alguna con la iglesia, aunque fue construida junto a ella”, subraya Ern.

“Esta torre es de finales del siglo XIII y la razón por la que fue construida fue un asunto muy grave”, nos indica, con un toque de cierto suspenso.

La esfera de reloj más grande de Europa

Nuestro guía comienza la historia: “Al otro lado de la ciudad había un panadero que engañaba a sus clientas con el peso de su producto. Y, además, era un hombre infiel.”

Ante su mal proceder, “el consejo de la ciudad decidió que debía ser puesto en un gran canasto y ser lanzado al río Limmat, para dejar en la mano de Dios si debía morir o no”.

Tal castigo era practicado con regularidad y, normalmente, nadie escapaba de la muerte, pero según Ern, se cree que este hombre corrompió a los encargados de echarle al agua “y regresó a su casa para prenderle fuego”

“Inició un gran incendio al otro lado de la ciudad, lo que provocó la destrucción de cerca de la mitad de las casas. Tras la grave destrucción, el consejo decidió que se necesitaba una torre de bomberos.”

Así surgió la torre de San Pedro, con dos ventanas góticas en cada uno de sus costados.

En 1534, en plena Reforma, fue revestida con las manecillas de reloj más grandes de Europa. (Ver en MÁS SOBRE EL TEMA, el video con imágenes de la torre.)

Siguiendo el cauce del Limmat

Por lo que respecta a la plaza San Peterhofstatt, es un agasajo a la vista, con sus estrechas construcciones y la delicada imagen a lo lejos de la Iglesia de Nuestra Señora, la Frauenmünster, de estilo gótico, y en cuyo interior se encuentran las vidrieras de Marc Chagall (de 1970) y una elaborada por Augusto Giacometti (en 1930).

Vale la pena dejarse llevar por el laberinto de callecitas que rodean la plaza con edificios de fina belleza para admirar su herrería o los motivos pintados en sus muros. Después, se puede buscar la Thermengasse, que conduce a los vestigios de las termas romanas.

Cruzando el puente del ayuntamiento, el Rathausbrücke, se llega al Limmatquai, que sigue el cauce del río hasta su desembocadura en el lago de Zúrich.

“Como para venir a quedarse dos meses”

Ante nuestros ojos aparecen algunas de las bellísimas casas gremiales surgidas en el Medievo y la catedral, la Grossmünster, inconfundible por sus torres gemelas.

Allí nos encontramos con uno de los diversos grupos de turistas españoles que viajan a Zúrich, la segunda ciudad de Suiza –después de Ginebra- visitada por el turismo español.

– ¿Qué le parece la ciudad?, preguntamos a una de las turistas.
– Pues preciosa: Me encanta. Como para venir a quedarse dos meses.
– ¿Qué es lo que más le ha gustado?
– Todos los alrededores del lago, este trocito de ciudad y su comercio; tienen un comercio precioso.

Será por eso que llegan a Zúrich nueve millones de viajeros al año, convirtiendo al sector turístico en el tercero en importancia para los zuriqueses.

swissinfo, Patricia Islas Züttel

4 mil 500 millones de francos es la cifra de negocios anual del sector turismo en Zúrich.

El turismo es el tercer sector más importante en la economía de la ciudad de Zúrich.

Se calcula que nueve millones de personas visitan Zúrich al año.

7.500 huéspedes pernoctan cada día en los hoteles de la ciudad.

Por día, gastan, en promedio, 400 francos suizos.

Después de Ginebra, es la ciudad suiza más frecuentada por el turismo español.

En 2004, cerca de 27 mil españoles la visitaron.

Esto significó un aumento de 6% en el turismo español en Zúrich, con relación al año precedente.

De Latinoamérica, el turismo de Brasil es el más destacado.

Cerca de 8.000 turistas de ese país visitaron Zúrich en 2004

(Información: Oficina de Turismo)

La Oficina de Turismo de Zúrich tiene un servicio especializado para agencias.

Allí, Susanne Staiger es la encargada de responder a las necesidades de agencias de viajes de España, Latinoamérica y otras regiones.

Toda la información en la página Internet.

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