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Cómo beneficia la guerra en Ucrania a la industria suiza armamentística

Trabajador en taller mecánico
Un empleado de la empresa de armas Mowag, en el cantón de Turgovia, realiza pruebas en un vehículo todo terreno Duro © Keystone / Christian Beutler

Las líneas de producción penan para seguir el ritmo de la demanda, los precios de las acciones bursátiles se disparan y los pedidos de productos llegan desde toda Europa: el rearme global derivado de la guerra en Ucrania es un negocio redondo para las empresas que producen armas en Suiza.

Apenas unos días después del inicio de la invasión rusa a Ucrania, el canciller alemán Olaf Scholz anuncióEnlace externo que su país destinaría una partida de gasto excepcional de 100 000 millones de euros a la modernización de su ejército. Luego de ello, los países escandinavos y los de Europa del Este manifestaron también su intención de incrementar drásticamente sus presupuestos militares para hacer frente a la amenaza rusa.

En Altdorf y Zúrich, en donde se ubican las fábricas suizas del proveedor alemán de equipos Rheinmetall, productor de sistemas de defensa aérea, radares y municiones, se ordenó al personal acelerar el ritmo de producción. En un mensaje dirigido a los trabajadores, publicado por el semanario HandelszeitungEnlace externo, el director de la filial helvética de Rheinmetall, Oliver Dürr, se quejó de los “plazos de entrega tan largos” de sus equipos en tiempos en los que la demanda del mercado está en su punto más alto.

Los inversores aprecian los esfuerzos de Rheinmetall para acelerar el ritmo de su equipo: el valor de las acciones se ha más que duplicado desde el ataque de Vladimir Putin a Ucrania. Y la compañía de armas alemana espera un aumento de entre 15 y 20% en la facturación.

Los países de la OTAN, los principales clientes

Las otras grandes empresas activas en Suiza en esta industria también se benefician con las noticias del rearme. La sueca Saab, que emplea a unas 80 personasEnlace externo en su sitio en Thun, ubicado en el cantón de Berna, constata que “en la mayoría de la industria de defensa, hay un mayor interés por (sus) productos”, pero no ofrece más detalles. También en este caso los inversores derrochan confianza: la acción del grupo sueco, particularmente activo en la aeronáutica y los sistemas de defensa antiaérea, ha estado aumentando continuamente desde el 24 de febrero, fecha en la que estalló la guerra en Ucrania.

La misma historia en Ruag, que informa un “incremento en las solicitudes (no necesariamente pedidos formales) de los países de la OTAN”. Considerado como líder de Europa en la fabricación de municiones de pequeño calibre,  el grupo suizo bajo control de la Confederación asegura estar en estrecho contacto con sus principales clientes para la planificación de sus capacidades de producción de largo plazo.

Trabajos de mantenimiento en un avión de combate
Trabajos de mantenimiento de un avión de combate F/A-18 de la Fuerza Aérea Suiza en un salón de Ruag, en Emmen, cantón de Lucerna. © Keystone / Peter Klaunzer

En el caso de Rheinmetall, también son los países miembros de la Alianza Atlántica los que concentran la mayor parte de los nuevos contratos. “De la actual cartera de pedidos que tiene el grupo, alrededor del 87% proviene de países miembros de la OTAN y la tendencia va en aumento”, dijo el portavoz del grupo alemán, Oliver Hoffman.

El fabricante de vehículos blindados Mowag, establecido en Turgovia y perteneciente desde el 2004 a la estadounidense General DynamicsEnlace externo, también está en contacto con Alemania y otros países europeos, según informa Tribune de GenèveEnlace externo. “Las actividades de armamento están sujetas a ciclos de adquisición de largo plazo. Por lo tanto, en este momento es imposible saber si estas necesidades futuras tendrán un impacto real en nuestra cartera de pedidos y de qué magnitud será”, advierte con mesura Pascal Kopp.

Exportaciones en constante alza

El año pasado, Suiza exportó armas y municiones por 742,8 millones de francos. Un dato 18% inferior al del 2020, que fue un año histórico para la industria helvética del armamento. Pero la tendencia a largo plazo es bastante clara: durante los últimos 20 años, las ventas de equipo militar a países extranjeros casi se triplicaron. Una evolución que seguramente se mantendrá o acelerará, si confiamos en la consulta que realizamos entre las principales empresas suizas activas en esta industria.

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Incluso la Secretaría de Estado para Asuntos Económicos (SECO), que otorga las licencias de exportación para los fabricantes de armas, augura buenos tiempos para la industria. “Se anticipa un repunte en la demanda de productos de armamento en todo el mundo. Así que es fácil imaginar que esto influirá también en la demanda de los artículos armamentísticos provenientes de Suiza”, dijo Fabian Maienfisch, portavoz de SECO.

A nivel mundial, Suiza es un productor muy pequeño con una participación en las exportaciones globales de armamento de menos del 1%. Como es fácil de imaginar, el mercado mundial está dominado por Estados Unidos (40%), Francia y Rusia (con 13% en cada caso) Los otros dos países europeos que componen el “top 5” son Italia (5%) y Alemania (4%).

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Transferencia tecnológica

Aparte de Ruag y un puñado de grandes grupos internacionales que trabajan en el territorio suizo, la fabricación de componentes para armas o municiones se distribuye entre 3 000 pequeñas y medianas empresas (PYMES). Se trata de subcontratistas que trabajan preponderantemente para el sector civil pero que, de forma complementaria, producen equipos militares.

Por ejemplo, muchos fabricantes de las llamadas máquinas herramienta comercializan soluciones de mecanizado para piezas metálicas que se usan lo mismo en relojes y dispositivos médicos que en armas de alta precisión.

En total, el sector armamentístico genera poco menos de 10 000 puestos en Suiza, según el centro de investigación BAK EconomicEnlace externo. Un dato relativamente modesto si se le compara con los 300 000 puestos de trabajo que ofrece la industria suiza de la maquinaria, equipos eléctricos y metales (MEM). Pero estos contratos militares son de gran relevancia para las PYMES suizas porque les permiten una transferencia tecnológica del sector militar al civil, afirman los representantes de la rama.

“Los grupos industriales militares internacionales operan con niveles de tecnología muy elevados. A este conocimiento se le pueden dar muchos usos, lo que permite a nuestras empresas ganar en competitividad”, dice Philippe Cordonier, director de Swissmem, la asociación paraguas de la industria MEM.

“No ayudar a Ucrania”

Incluso si sus ventas representan menos del 1% de las exportaciones industriales totales, la industria armamentística suiza es invitada regularmente al debate político nacional. Se trata de un sector especialmente sensible para un país que siempre que puede destaca su neutralidad en el escenario internacional.

La controversia más reciente que involucra a Suiza está relacionada con la negativa de BernaEnlace externo a permitir que Alemania exporte a Ucrania municiones fabricadas en Suiza. La Confederación justificó su decisión en el hecho de que la legislación suiza prohíbe las exportaciones a países involucrados en conflictos internos o internacionales. Una interpretación que no convenció a diversas figuras políticas, tanto de la izquierda como de derecha. El presidente del partido Centro, Gerhard Pfister, acusó en particular al Consejo FederalEnlace externo de “no ayudar a Ucrania”.

Durante muchos siglos, Suiza sólo exportó mercenarios y no armas. Solamente después de la Primera Guerra Mundial surgió en Suiza una industria de material bélico exportable. 

El Acuerdo de La Haya de 1907 prohibía a los Estados neutrales exportar armas de producción estatal, pero esto no se aplicaba al sector privado. Además, estipulaba que no se debían realizar entregas unilaterales a una parte beligerante. A partir de ahí, Suiza desarrolló una posición de neutralidad equilibrada: en la entonces recién fundada Sociedad de Naciones, abogó por el rearme de Alemania y, al mismo tiempo, por el desarme de los Aliados. El resultado fue que los fabricantes de armas alemanes se instalaron en Suiza para eludir las regulaciones aliadas en materia de control de armamentos. Durante la Segunda Guerra Mundial, Suiza intentó vender más material bélico a los alemanes para compensar el desequilibrio respecto a sus exportaciones de armas a los Aliados. 

Durante la Guerra Fría, esta doctrina del equilibrio se vio sometida a presión, y Suiza suministró principalmente a la parte occidental del mundo dividido. Entre sus clientes se encontraban no sólo democracias impecables, sino también dictaduras militares. A pesar de las críticas generalizadas, la Suiza oficial y burguesa se mantuvo detrás de la industria armamentística: una reducción de la producción de armas se consideraba un debilitamiento de la preparación para la defensa, muy en el espíritu de la Guerra Fría. No se veía una contradicción con la neutralidad, al contrario, la no inclusión precipitada de una nación en el suministro de armas se consideraba no neutral. 

Esa retórica desapareció con la Guerra Fría y dio paso a argumentos económicos liberales que temían un exceso de regulación. Esto se hizo con el apoyo de la población: las iniciativas de 1997 y 2009 que pretendían prohibir totalmente la exportación de material bélico siempre supusieron importantes medidas correctoras, pero nunca se adoptaron.

En los últimos años se han multiplicado los escándalos relativos a la presencia ilegal de material militar suizo en sitios en donde se realizan operaciones militares. El último ejemplo, un consorcio de periodistas reveló en febrero el uso de un PC-12 tipo Pilatus en un bombardeo mortal que tuvo lugar en Afganistán y la utilización de rifles de asalto suizos para una ofensiva de Arabia Saudita contra rebeldes hutíes en Yemen.

Siempre es posible una excepción

Suiza se enorgullece de contar con una de las leyes de exportación de material bélico más estrictas del mundo. Un marco legal que se endureció aún más a partir del 1 de mayo: las empresas suizas ya no pueden exportar armas a países que “violen gravemente los derechos humanos”. Arabia Saudita, por ejemplo, sería uno de estos casos porque desde el 2015 figura en una lista roja por su intervención militar en Yemen.

Pese a ello, Arabia Saudita se posicionó como el sexto país destinatario de armamento suizo en 2021, con pedidos por más de 50 millones de francos. La explicación: el artículo 23 de la Ley de Material de GuerraEnlace externo permite la entrega de piezas de repuesto para sistemas de defensa aérea y también municiones para equipos que fueron fabricados por Suiza y cuya exportación fue autorizada en el pasado, según SECO.

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El caso de Qatar aún no se ha decidido, a pesar de que organizaciones de derechos humanos acusan a este país del Golfo de ser responsable de la muerte de 6 500 trabajadores migrantes en las obras de construcción de la próxima Copa del mundo de fútbol. “SECO no tiene una lista de países que violan sistemática y gravemente los derechos humanos. La evaluación se realiza caso por caso”, afirmó al respecto su portavoz Fabien Maienfisch.

La guerra en Ucrania, sin embargo, marcó un punto de inflexión. Con el incremento en la compra de armas por parte de los países occidentales, las empresas suizas podrían estar más atentas a ciertos países problemáticos. “La necesidad de hacer negocios a toda costa se sentirá menos en la industria”, dijo el diputado socialista Pierre-Alain Fridez, entrevistado por Le Temps.

“Buenos oficios y buenos negocios”

Sin embargo, esto no es suficiente para tranquilizar a los antimilitaristas suizos. “La pregunta no es si habrá un nuevo escándalo, sino cuándo. La experiencia de los últimos años ha demostrado que, a pesar de todos los controles establecidos, todavía se encuentran armas suizas en las zonas de guerra”, dice el diputado verde Fabien Fivaz.

Con cada revelación, la Confederación sufre un daño de imagen significativo. Un juego que, en opinión de Fabien Fivaz, no vale la pena. “Al exportar armas por una suma de varios cientos de millones de francos cada año, contribuimos al esfuerzo bélico a nivel mundial. Suiza practica al mismo tiempo los buenos oficios y los buenos negocios. Comprendo bien que esto sea mal percibido en el exterior”, denuncia.

Del lado de los defensores de la industria, hay mucho más pragmatismo. “Ya tenemos regulaciones mucho más estrictas que la mayoría de los países europeos. Reforzar aún más esta legislación solo penalizará a nuestra industria. Si no somos nosotros los que vendemos estas armas, otros lo harán en nuestro lugar”, dijo Philippe Cordonier.

Traducido del francés por Andrea Ornelas

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