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Cuidar de la generación del baby boom, un reto para Suiza

En Suiza, el 40 % de los abuelos se ocupa de sus nietos al menos una vez a la semana. Thomas Kern

Cuidar y que te cuiden. En esta segunda categoría puede caer cualquiera en la segunda mitad de su vida. En Suiza, gran parte del trabajo de cuidado lo realiza la familia. Pero la jubilación de la generación del baby boom está acabando con este sistema.

Las estadísticas muestran que las personas mayores tienden a ocuparse de sus parientes —sobre todo de sus nietos— más que la media, aunque también se ocupan de sus padres y parejas. En muchas sociedades occidentales una de las principales preocupaciones de la política de vejez es saber cómo será algún día la atención y el apoyo de estos jóvenes jubilados, y quién se encargará de ello.

En Suiza, el cuidado de las personas mayores en gran medida corre a cargo de familiares y allegados. Según la Oficina Federal de Estadística, en 2020 se prestaron casi 74 millones de horas de atención y asistencia gratuitas de manera voluntaria, que supusieron casi 3.400 millones de francos, una cantidad superior a la que prestan las organizaciones de ayuda y asistencia a domicilio. Y es que, ese mismo año, la prestación de asistencia ambulatoria y sanitaria profesional ascendió a unos 3.000 millones de francos.

Entre la moral y la sostenibilidad

No parece que esta pesada carga de trabajo vaya a durar para los familiares. Y no precisamente por la desintegración de la familia: “El vínculo intergeneracional dentro de la familia cercana permanece intacto”, escribe en el libro Superar la injusticia intergeneracional, publicado por el grupo de reflexión Avenir Suisse, el experto en vejez François Höpflinger. Ya que la voluntad de ayudar dentro de la unidad familiar se mantiene.

Para el catedrático de Política Social y Trabajo Social en la Universidad de Ciencias Aplicadas del Noroeste de Suiza Carlo Knöpfel, la expectativa social de cuidar de los hijos y nietos y después de los padres o la pareja, esto es, el “contrato intergeneracional implícito”, está muy arraigado en Suiza. Y dice: “La mayoría de la gente quiere cumplir con esta obligación moral, pero a menudo se topa con sus límites”.

En Suiza, las personas mayores realizan más trabajo voluntario que la media de la población. Un análisis de la Fundación Beisheim en el Observatorio del Voluntariado 2020 indica que en torno a la mitad de las personas de entre 55 y 74 años participa en voluntariados formales o informales.

El voluntariado informal incluye principalmente el cuidado de nietos, pero también de familiares. En Suiza, el 40 % de los abuelos se ocupa de sus nietos al menos una vez a la semana. Si se incluye a las personas mayores que de vez en cuando o durante las vacaciones visitan a sus nietos, esta cifra se eleva a más del 70 %, según la Oficina Federal de Estadística.

La atención de los nietos supone unos 160 millones de horas al año, o el equivalente a 8.200 millones de francos. Ni siquiera con el desarrollo de los servicios institucionales ha perdido importancia esta actividad, tal y como, en el informe de 2006 Familias y las fases tardías de la vida, aseguran Heidi Stutz y Silvia Strub. Ambas expertas confirman que hasta la fecha prácticamente nada ha cambiado. Son las abuelas sobre todo las que se ocupan de la mayor parte del trabajo de cuidado: ellas asumen las cuatro quintas partes del tiempo total de cuidado y, habitualmente, aportan el mayor compromiso antes de los 65 años, cuando los nietos son pequeños y —por lo general— ellas todavía trabajan fuera de casa.

Han cambiado básicamente ciertos parámetros sociales: hoy la familia media tiene uno o dos hijos. Pero muchas de las personas adultas que se jubilan no tienen descendencia. La gran parte de las mujeres que en Suiza se ocupa de la mayoría del cuidado tiene un empleo y es posible que no pueda —o no quiera— dedicar tanto tiempo a ayudar a sus familiares. Además, la distancia entre los lugares de residencia de los distintos miembros de la familia ha aumentado: a menudo los hijos adultos ya no viven a la vuelta de la esquina o en la misma ciudad. Una cuestión que dificulta el apoyo cotidiano. 

Las abuelas son las principales cuidadoras de los nietos, con casi cuatro quintas partes del tiempo total de cuidados. Gaetan Bally/Keystone

Por último, el envejecimiento de la población se va a acelerar de manera notable. Y esto no solo se debe a la esperanza de vida —que sigue aumentando—, sino que se debe fundamentalmente a la generación del baby boom de la posguerra. Ahora se jubilan aquellas personas nacidas durante el baby boom y dentro de veinte años formarán parte de la tercera edad. Esto hace que las proporciones en los distintos grupos de edad cambien de manera significativa. Así que el futuro de la asistencia y el cuidado se verá alterado, entre otras cosas, por los valores de esta generación. “La mayoría no quiere que sus hijos o nietos tengan que cuidar algún día de ellos”, explica Carlo Knöpfel. En su opinión, este apoyo debería proceder del Estado social o de proveedores de servicios privados.

La transición a la cuarta edad

Según las previsiones que a menudo se mencionan, las personas mayores querrán mantener su autonomía e independencia con más determinación que ahora. Y eso significa sobre todo vivir el mayor tiempo posible en casa. 

“El hecho de que en Suiza la gente viva más años no obligatoriamente significa que necesiten más cuidados”, afirma Carlo Knöpfel. La gente suele vivir más que antes sin mayores problemas ni restricciones. Sin embargo, en el futuro la transición de la tercera a la cuarta edad —cuando las personas se vuelven más frágiles y vulnerables a las dolencias— será más larga. “Por tanto, todavía será más importante una atención buena y temprana”. Ya que contribuye, de forma decisiva, a que las personas mayores puedan vivir el mayor tiempo posible en su propio hogar. 

Pero ¿qué significa ser persona cuidadora? Carlo Knöpfel critica que —a diferencia de la atención o el cuidado—este concepto no se haya aclarado en Suiza, ni en el plano jurídico ni en el del contenido. A menudo, por cuidado se entiende lo que no es explícitamente una prestación de atención. Y esto abarca desde la ayuda doméstica hasta la atención social: comer con la vecina, lavar la ropa del suegro de edad avanzada o enseñar a su madre cómo utilizar el servicio bancario en línea.

Malos incentivos en el sistema

El cuidado es un tema central de la política suiza de la tercera edad. Pero apenas se ha abordado hasta ahora la futura organización de los cuidados. “En el futuro la sociedad tendrá que financiar parte del trabajo asistencial que familiares, amigos, vecinos y voluntarios ahora prestan de manera gratuita”, asegura un informe de la Fundación Paul Schiller, basado en un estudio de Carlo Knöpfel, Riccardo Pardini y Claudia Heinzmann. 

Mientras que las organizaciones públicas y sin ánimo de lucro de ayuda a domicilio prestan servicios asistenciales que cubren los seguros médicos, los servicios los suelen prestar sobre todo empresas privadas, y estos gastos no se reembolsan. “No todas las personas pueden permitírselo. Necesitamos más servicios cofinanciados a nivel federal”, señala Carlo Knöpfel, que durante mucho tiempo ha sido miembro de la dirección de Caritas Suiza.

Esto también responde al interés político, ya que retrasaría o evitaría el tener que trasladarse a un asilo, donde los costes de los cuidados —que a menudo no están cubiertos— corren a cargo del Estado. Carlo Knöpfel —junto a la Fundación Paul Schiller— aboga por un derecho a la asistencia consagrado en la ley.

En su opinión, el sistema actual conduce a incentivos inadecuados. Muchas personas —a pesar de necesitar pocos cuidados y apoyo— viven en instituciones, cuando en realidad podrían permanecer en sus casas. Esto se debe a que la financiación prevista en la legislación actual no suele ser suficiente para cubrir los costes de asistencia. La respuesta del Consejo Federal no ha llegado todavía. “La profesionalización de la atención de ningún modo significa que haya que ejercer más presión sobre el sistema asistencial. Se trata de entender la atención de manera más amplia, de reinventar organizaciones como la asociación de ayuda y cuidados a domicilio y de abrir nuevos campos profesionales sociales”, subraya Knöpfel.

Texto traducido del francés por Lupe Calvo

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