TTIP, el tratado que asusta en Suiza
Las negociaciones para el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP), el acuerdo de libre comercio entre la UE y EE UU, entrarán en su fase decisiva en los próximos meses. El convenio genera protestas sin precedentes en Europa y es motivo de preocupación incluso en Suiza que no forma parte de las negociaciones.
Por lo general, los principales tratados internacionales sirven para aliviar los problemas y, por tanto, también los miedos. Es el caso, por ejemplo, de los acuerdos sobre desarme o respecto al cambio climático. El TTIP, que deberá ser concluido a finales de este año, por el contrario, suscita grandes temores.
Desde la apertura de las negociaciones, en Europa más de 500 organizaciones de la sociedad civil, partidos políticos y sindicatos se han unido en una campaña continental de acciones y manifestaciones contra el tratado. El caso más impresionante reunió a más de 150 000 personas en octubre pasado, en Berlín. La Iniciativa Europea contra TTIP, puesta en marcha por esa inédita coalición, recogió más de 3,2 millones de firmas en un año. Una agrupación similar surgió en junio, en Suiza, país que no se ve directamente afectado por el acuerdo.
TTIP
Negociado en el año 2013, el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) tiende a reducir o eliminar los derechos aduanales, reducir la carga administrativa para las empresas exportadoras y definir normas comunes para facilitar el comercio y la inversión.
El tratado de libre comercio entre la UE y EE UU debería contribuir a impulsar el crecimiento económico, crear empleos, reducir los precios de bienes y servicios, ofrecer una mayor variedad de productos a los consumidores e influir en las reglas del comercio mundial.
El tratado se divide en tres partes: las medidas destinadas a abrir los mercados, la cooperación entre autoridades para elaborar nuevos reglamentos y nuevas normas comunes.
Los gobiernos y los negociadores aseguran que el TTIP tendrá un efecto benéfico sobre el crecimiento y el empleo, y no solamente para la UE y EEUU, sino también para la economía mundial. De hecho, el tratado comercial tiene como objetivo reducir las barreras comerciales, la burocracia y las restricciones de inversión que dificultan las exportaciones y el comercio entre las dos áreas económicas, las cuales generan casi la mitad del producto interno bruto (PIB) de todo el mundo.
Negociaciones secretas
¿A qué obedecen entonces los temores? En primer lugar, al secreto que rodea el acuerdo: las negociaciones se iniciaron a puerta cerrada, sin dar a conocer siquiera el mandato de negociación y la composición de las delegaciones. Sin embargo, no se trata solamente de los aspectos económicos. El TTIP tendrá un gran impacto en más de 800 millones de personas en ambos lados del Atlántico: la multitud de reglas negociadas concierne ámbitos importantes tales como la protección de los consumidores, la salud, la protección del medio ambiente, los servicios públicos o el derecho al trabajo.
“Es inadmisible que los parlamentos de los países de la UE sean excluidos del proceso de negociación de un tratado de esa magnitud”, dice Harald Ebner, miembro de los Verdes en el Parlamento alemán, entrevistado durante una reciente visita a Suiza. Los legisladores alemanes fueron los primeros en reclamar y obtener el derecho de por lo menos consultar los documentos de las negociaciones. “Incluso hoy podemos ver estos textos legales extremadamente complejos, cientos de páginas en inglés, solamente en una sala de lectura especial, en la que están prohibidos hasta los teléfonos inteligentes. También está prohibido dar a conocer los contenidos a la opinión pública”, indica Ebner.
Tras la ola de protestas, la Comisión Europea inició hace dos años una cierta transparencia con la publicación en sus web de hojas de información y resúmenes de los temas tratados. Sin embargo, el contenido de las negociaciones solamente salió a la luz en mayo pasado, después de que Greenpeace publicara 240 páginas de documentos secretos. Según la organización ecologista, el ‘TTIP-Leaks’ muestra claramente que mientras que la sociedad civil está excluida de las negociaciones, las grandes corporaciones transnacionales están asociados a una serie de decisiones importantes.
¿Normas estadounidenses en Europa?
En Europa, las principales reservas se refieren a la prevista armonización de las normas para productos y servicios, destinada a eliminar las barreras al libre comercio entre la UE y EE UU. Pese a las afirmaciones de la Comisión Europea y diversos gobiernos, incluidos el alemán y el francés, los opositores al TTIP temen que las normas europeas se debiliten – generalmente más altas que las de EE UU, sobre todo en alimentos, protección al consumidor y medio ambiente. Ya están en preparación disposiciones en torno a los pollos tratados con cloro, carne con hormonas, organismos genéticamente modificados, pesticidas y fracturación hidráulica, es decir, técnicas de perforación para la extracción de gas o petróleo.
En Suiza también hay inquietud. El ministro de Economía, Johann Schneider-Ammann, anunció que el Gobierno se prepara para unirse rápidamente al TTIP a fin de evitar que las empresas helvéticas sean excluidas de esa gran zona de libre comercio. Las reglas del TTIP afectarán también a los consumidores suizos.
“Estos temores están bien fundados, dado que EE UU tiene un gran interés en imponer sus normas y sus productos agroalimentarios”, señala Sara Stalder, directora de la Fundación para la Protección de los Consumidores SKS. En su opinión, un ajuste a las normas de Estados Unidos tendría, sin embargo, un mayor impacto para los consumidores de otros países europeos, dado que la legislación suiza es menos estricta que aquella de la UE. “Por ejemplo, la carne tratada con hormonas – un método ampliamente utilizado en EE UU – está autorizado en Suiza, pero prohibido en la UE”.
Otros tratados
Además del TTIP, suscitan polémica en los países afectados dos tratados internacionales:
El Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA) entre la UE y Canadá, destinado a eliminar los derechos aduanales, facilitar el acceso a las licitaciones públicas y abrir el mercado de servicios e inversiones. Este tratado, ya concluido, debe ser aprobado por los Estados participantes.
El Acuerdo sobre Comercio y Servicios (TISA), negociado por medio centenar de países, incluidos los de la UE, Suiza y EE UU, en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Este acuerdo busca liberalizar el comercio de servicios, incluidos los financieros, y prevé la privatización de diferentes servicios gestionados hasta ahora por el sector público.
Amenazas para la agricultura
“Queremos un libre comercio con la UE y EE UU, ya que es claro que dependemos de nuestros dos mayores socios económicos. Pero no se puede poner sobre el mismo plano productos alimenticios y piezas de automóviles o electrodomésticos. Nuestra alimentación está ligada a nuestra salud, al bienestar de los animales, al medioambiente, a los recursos disponibles. Por consiguiente, queremos que estos productos sean excluidos de cualquier acuerdo”, dijo Maya Graf, diputada del Partido Verde suizo, integrante de la coalición anti-TTIP.
La adhesión de Suiza al TTIP inquieta también los entornos de los agricultores, que temen la invasión del mercado suizo con productos alimenticios estadounidenses a bajo precio. Hace diez años, las presiones del sector agrícola llevaron al Gobierno a abandonar las negociaciones en curso para un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.
“Estamos preocupados, ya que no boxeamos en la misma categoría que EE UU. Nuestra agricultura no puede competir con las grandes empresas estadounidenses que tienen más de un millar de bovinos. El acuerdo alcanzado en 2013 con China, sin embargo, ha demostrado que podemos concluir acuerdos de libre comercio, con la previsión de tasas aduanales para ciertos productos importados”, dice Jacques Bourgeois, director de la Unión Suiza de Agricultores.
Acuerdo fundamental
El sector económico tiene otros temores: las empresas suizas serían penalizadas de manera significativa si Suiza no fuera capaz de adherirse rápidamente al TTIP. “Este acuerdo es de importancia crucial para nuestra economía, especialmente para el sector industrial, que debe hacer frente a la fortaleza del franco y con unos costes de producción muy elevados. Si se añadieran las desventajas aduanales para la exportación a Estados Unidos, las compañías suizas tendrían grandes dificultades, por ejemplo, frente a los competidores alemanes”, explica Stefan Vannoni, jefe adjunto de la organización patronal economiesuisse.
La UE y EE UU absorben las tres cuartas partes de las exportaciones suizas, recuerda el experto, según el cual, tarde o temprano, el sector agrícola tendrá que abrirse al mercado.
“Nuestro mercado es demasiado pequeño, por lo que estamos obligados a ser competitivos a escala internacional. A pesar de un entorno difícil, la industria ha aceptado este reto y ha logrado ser competitiva, sin exigir medidas proteccionistas ni ayudas del Estado. El sector agrícola debe aprender a ser competitivo, centrándose aún más en productos muy especializados, con valor añadido, y adecuarse al mercado”, observa Vannoni.
¿Son fundados los temores respecto al TTIP? ¿A qué precio debe lograrse un acuerdo con Estados Unidos?
Traducido del italiano por Marcela Águila Rubín
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