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El M23 resurgió en la RDC por las tensiones entre Uganda y Ruanda, según un informe

Kinsasa, 6 ago (EFE).- El miedo al aislamiento regional de Ruanda, tras un acercamiento entre las vecinas Uganda y República Democrática del Congo (RDC), es el principal motivo detrás del resurgimiento en noviembre de 2021 del grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) en el noreste congoleño, reveló una investigación publicada este martes.

«El factor más importante para el resurgimiento del M23 fue inicialmente la tensa relación entre los gobiernos de Uganda y Ruanda», señaló en un comunicado el instituto congoleño Ebuteli, que se dedica a la investigación sobre política, gobernanza y violencia.

«En 2021, Kinsasa (RDC) y Kampala (Uganda) establecieron asociaciones económicas y de seguridad. Esto contribuyó a que Kigali (Ruanda) se sintiera marginada en la región y viera amenazados sus intereses», añadió, lo que llevó a las autoridades ruandesas a impulsar la reactivación de la milicia.

Ebuteli publicó este martes, junto con el Grupo de Investigación sobre el Congo (GEC, por sus siglas en francés y con sede en Nueva York) un informe en el que apuntan que los motivos de la reaparición del M23, tras años de calma, están fuera de las fronteras congoleñas.

Así, la investigación desmiente el argumento empleado por Ruanda, que asegura que los rebeldes tomaron las armas de nuevo porque el Gobierno congoleño estaba apoyando a las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR).

Esa otra milicia fue fundada en 2000 por los cabecillas del genocidio de 1994 y otros ruandeses de la comunidad hutu exiliados en la RDC con el objetivo de recuperar el poder político en su país.

El M23, por su lado, se creó en 2012 como una escisión del extinto Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), un grupo de rebeldes en su mayoría de origen ruandés y de la comunidad tutsi que luchó contra las FDLR y se integró en el Ejército de la RDC después del acuerdo de paz del 23 de marzo de 2009, que da nombre al grupo.

En 2012, los rebeldes desertaron del Ejército para exigir renegociar ese pacto de paz a fin de mejorar sus condiciones.

«Hay poca evidencia de un aumento de la violencia contra los tutsis en (la provincia de) Kivu del Norte», explicó Ebuteli en el citado comunicado, al destacar que esas dinámicas «son más consecuencias que causas del resurgimiento del M23».

Así, según los investigadores, las tensiones étnicas en la zona se vieron agravadas cuando el Gobierno congoleño, frente a la debilidad de su propio Ejército para hacer frente al M23, recurrió a empresas privadas y milicias locales y extranjeras, que reclutan a sus miembros precisamente según su origen étnico.

«Dado el papel que está desempeñando Ruanda en esta crisis, el primer paso evidente para abordarla es aumentar la presión, particularmente financiera» contra este país, recomendó Ebuteli, al recordar que Kigali no ha sido objeto hasta el momento de ningún tipo de sanción de la comunidad internacional.

Ebuteli y el GEC publicaron su investigación un mes después de que se hiciese público el último informe del Grupo de Expertos sobre la RDC de las Naciones Unidas, quienes creen que en Kivu del Norte luchan contra el Ejército congoleño un número similar de insurgentes del M23 -unos 3.000 combatientes- que de soldados ruandeses -de 3.000 a 4.000 efectivos-.

Más de 1,6 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares por los combates del M23 con las Fuerzas Armadas de la RDC (FARDC).

Aparte de la crisis humanitaria, el conflicto ha causado graves tensiones entre la RDC y Ruanda. EFE

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