
El museo del terror talibán: de ollas a presión, cafeteras bomba, a reliquias de suicidas
Kabul, 12 ago (EFE).- El régimen talibán ha inaugurado un museo militar que exhibe el arma más letal y definitoria de su insurgencia durante casi dos décadas de conflicto contra la OTAN: la bomba casera, fabricada con objetos tan cotidianos como ollas a presión, termos de té y barriles de aceite.
Este acto de propaganda, a pocos días del cuarto aniversario de su regreso al poder, glorifica la capacidad del grupo para transformar lo doméstico en un arsenal letal que desafió a fuerzas afganas e internacionales.
El «Museo Nacional del Muyahidín», abierto en la provincia de Maidan Wardak, al oeste de Kabul, ofrece una escalofriante mirada a la guerra de dos décadas en Afganistán a través de los ojos de sus vencedores.
El ingenio de la guerra asimétrica
Minas terrestres rudimentarias, ensambladas a partir de cilindros de gas doméstico, se exhiben junto a ollas a presión, cuyo metal resistente fue reconfigurado para contener explosivos y metralla. Incluso objetos tan prosaicos como los termos de té, presentes en cualquier hogar afgano, fueron adaptados para albergar cargas mortales.
«Eran herramientas que se encontraban en las casas y pueblos en tiempos difíciles», explicó a EFE Habibullah Mujahid, el director de Información y Cultura de la provincia. «En algunas áreas, un barril de aceite funcionaba mejor. En otros lugares, aprovechábamos el descuido del enemigo y usábamos ollas a presión para hacer minas. A veces, hacíamos bombas con cilindros de gas, o incluso con termos para el té», recuerda.
La exhibición detalla las diferentes técnicas. «Hay varios tipos de bombas de barril; cada mina tenía sus propias características únicas. Algunas se activaban por destello, otras por control remoto y algunas por cables trampa», indicó Mujahid.
Para atacar convoyes militares, se fabricaban minas direccionales. «Cortábamos fuertes tuberías de metal de seis pulgadas y las convertíamos en minas. Cuando los tanques enemigos pasaban sobre los cables, estas minas direccionales se activaban», añadió.
Una narrativa de victoria y autosuficiencia
El relato oficial del museo enmarca esta fabricación como un acto de autosuficiencia forzado por la invasión. «Cuando los ocupantes americanos u otras fuerzas opresoras globales invadieron el sagrado suelo de Afganistán, los muyahidines (combatientes talibanes) comenzaron su yihad (guerra santa). En ese momento, no había instalaciones ni apoyo extranjero», afirmó Mujahid.
«Fue a través de la cooperación y sinceridad de los muyahidines que armas sobrantes de anteriores yihad —como cohetes, Kalashnikovs (AK-47), ametralladoras PK y morteros— estaban disponibles. Más allá de eso, no había nada más, así que los muyahidines intentaron producir las armas que necesitaban ellos mismos», continuó.
La economía de la guerra también está presente en el discurso de los talibanes. «Debido a esto, las armas se producían a bajo costo: se podía fabricar una mina por solo 500 afganis (unos 7 dólares) y, aun así, podía herir o destruir al enemigo», razonó Mujahid.
Con la victoria consolidada, el propósito del museo es doctrinal para los fundamentalistas, por ello, explicó, «decidimos que era necesario construir un museo yihadista, para dejar un legado a las futuras generaciones. Así que reunimos y preservamos las herramientas y armas usadas por los muyahidines en todo Afganistán en este museo».
Las reliquias de guerra
El museo se estructura en cuatro secciones. La primera exhibe las armas y minas de fabricación propia. La segunda muestra el botín de guerra: armamento y municiones incautadas a las fuerzas estadounidenses y de la OTAN, incluyendo dispositivos GPS y ametralladoras pesadas, un contraste que subraya la asimetría del conflicto.
La tercera sección es la más explícita en su glorificación: «Preserva reliquias de mártires y atacantes suicidas, incluyendo sus objetos personales y armas artesanales».
Entre los objetos se encuentra una réplica de un chaleco suicida. Mujahid aseguró que los originales también eran de fabricación local. «Incluso los chalecos suicidas y los materiales utilizados en ellos fueron hechos a mano por los propios muyahidines, nada fue importado o traído de fuera», afirmó.
Añadió que, por seguridad, la pieza exhibida no es real. «Ahora mismo, tenemos un chaleco suicida en exhibición en el museo, pero no es original, es una réplica hecha para parecerse al real», concluyó.
Mujahid enfatizó que, a excepción de la réplica, todos los demás artefactos son auténticos, aunque desactivados para seguridad.
«Todos los objetos en exhibición en nuestro museo son originales. Sin embargo, hemos desactivado todas las minas y eliminado cualquier riesgo de explosión», aseguró, mientras confirmaba que la colección, que ya supera los 200 objetos, seguirá creciendo.
Esta exhibición de poder se enmarca en la victoria de los talibanes en agosto de 2021, cuando sus fuerzas fundamentalistas entraron en Kabul sin encontrar resistencia tras el colapso del gobierno afgano respaldado por Occidente y la caótica retirada de las tropas de Estados Unidos y la OTAN.
Aquella victoria puso fin a 20 años de una guerra en la que el arsenal improvisado que ahora se exhibe fue un factor clave para desgastar y finalmente derrotar a la mayor maquinaria militar del mundo. EFE
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