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En Jerusalén, algunos palestinos rompen un tabú convirtiéndose en israelíes

El complejo de la mezquita de Al Aqsa y los barrios de la zona de predominio palestino de Jerusalén Este, en una imagen del 31 de mayo de 2017 afp_tickers

«Yo, en realidad, no quiero esta nacionalidad, pero no tengo otra opción», explica Nora, de 28 años. Durante el verano de 2014, esta palestina de Jerusalén pidió un pasaporte israelí, una decisión «extremadamente difícil».

Tres años después, esta abogada, que habla bajo seudónimo por temor a que su testimonio tenga un impacto negativo en su solicitud, sigue esperando una respuesta de las autoridades israelíes.

Obtener documentos de identidad israelíes le permitirá viajar más fácilmente y visitar a sus hermanas, que viven en Europa, explica a la AFP.

También le facilitaría la vida «para trabajar», dice esta joven de cabello oscuro que tiene la ambición de ser juez en Israel.

Al obtener un pasaporte israelí, Nora deberá renunciar a viajar a la gran mayoría de países árabes, ya que éstos no reconocen a Israel.

Cada vez más palestinos de Jerusalén Este, la parte de la ciudad ocupada desde hace 50 años por Israel, toman la misma decisión, a pesar de su reticencia a adoptar la nacionalidad del Estado que todos consideran «el enemigo», aseguran abogados y defensores de los derechos de los palestinos.

– Ni palestinos, ni israelíes, ni jordanos –

Los más de 300.000 palestinos de Jerusalén Este tienen un estatuto especial. Aunque residen en la ciudad donde quieren establecer la capital del Estado al que aspiran, no tienen la nacionalidad palestina, a diferencia de la población de l Cisjordania ocupada o de la Franja de Gaza.

Israel considera que los habitantes de Jerusalén Este viven en su territorio, ya que se anexionó esa parte de la ciudad santa -aunque la comunidad internacional no lo reconoce-, y les reclama impuestos.

Les otorga así permisos como «residentes permanentes», lo que les da acceso a derechos sociales. La vecina Jordania les concede, por su parte, documentos de viaje. Pero no tienen derecho a voto en ninguno de esos dos países.

Sólo pueden votar en las elecciones municipales israelíes, pero la mayoría las boicotea porque no reconocen el ayuntamiento israelí que pretende ejercer su autoridad en toda Jerusalén.

Para Ziad Haidami, abogado en Jerusalén, el hecho de que las autoridades tarden en dar respuesta a solicitudes como la de Nora se debe a que éstas son «cada vez más numerosas».

En su bufete ha visto a muchos clientes con motivos variados: «uno quería ser policía, otro quería estudiar en el extranjero», recuerda.

– ‘Mal visto’ –

Todos, asegura Haidami, entran en su despacho «escondiéndose como ladrones» porque adoptar la nacionalidad israelí «siempre ha estado y sigue estando mal visto».

«Pero los palestinos de Jerusalén toman cada vez más esa decisión porque creen que la nacionalidad israelí los protegerá, mientras que ninguna autoridad palestina puede hacerlo en Jerusalén», donde Israel prohíbe cualquier actividad política palestina.

Entre 2009 y 2016, de los 6.497 palestinos de Jerusalén que pidieron la nacionalidad israelí, 3.349 la obtuvieron tras pasar varias entrevistas solamente en hebreo, a pesar de que el árabe es lengua oficial en Israel, indica el Centro de Ayuda Legal de Jerusalén, una ONG que asiste a los palestinos.

Las autoridades israelíes no contestaron a las solicitudes de entrevista de la AFP.

Mohamed tiene desde hace dos años el pasaporte azul oscuro de Israel. «No lamento en absoluto mi decisión», afirma este hombre de 27 años que también eligió un seudónimo. «Desde entonces, mi vida es mucho más sencilla y estoy mucho más tranquilo», asegura.

Empleado en una compañía israelí de Jerusalén Oeste, Mohamed, que habla hebreo con fluidez, se acostumbró rápidamente a su nueva identidad, pero sólo compartió su decisión con sus familiares más cercanos porque, según él, muchos desaprueban que los palestinos pidan la nacionalidad israelí.

En los aspectos prácticos, su vida ha cambiado por completo. Se acabaron los problemas burocráticos y las largas filas de espera para lograr un visado para viajar al extranjero, afirma.

Fakhry Abu Diab, militante en una asociación anticolonización en Jerusalén Este, asegura que entiende «la frustración que lleva a los jóvenes» a tomar la misma decisión que Mohamed, pero opina que los palestinos deberían «promover su identidad» y su presencia en la ciudad santa, en vez de «legitimar la ocupación y aceptarla» adoptando la nacionalidad israelí.

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