
Entre historia, vino y leyendas: un viaje sensorial que revoluciona el enoturismo chileno
Raúl Gómez García
Santiago de Chile, 24 ago (EFE).- Conocer el origen geológico de los valles vitivinícolas de Chile, descubrir los procesos que convierten a la uva en vino e introducirse en una experiencia única de aromas, texturas y colores a través de la intrigante y oscura leyenda del Casillero del Diablo, es lo que ofrece el renovado centro de interpretación de una mundialmente conocida bodega chilena, pionero del emergente enoturismo local.
Este remanso natural de 12.000 metros cuadrados de la bodega «Concha y Toro» revoluciona el enoturismo chileno mediante un viaje sensorial sin precedentes en el país y en el que dialogan vino, gastronomía, naturaleza, arte, tecnología y tradición chilena.
La experiencia comienza atravesando los portones del recinto, acceso directo a un sinuoso y arbolado camino que ya da pistas de la belleza única del paraje en el que se encuentra esta viña, a los pies de la cordillera de los Andes, en pleno valle del Maipo.
Tras pocos minutos de paseo en los que el visitante deja atrás la pesada boina de contaminación de la ciudad de Santiago -que queda a solo 20 km- se llega a la joya de la corona: la experiencia sensorial Casillero del Diablo.
A través de este recorrido, se recrea de manera vanguardista los procesos geológicos que desembocaron en la formación del valle, gracias a una serie de proyecciones inmersivas de lava, viento y lluvia, acompañados de sonidos envolventes que hacen olvidar al visitante que está entre cuatro paredes.
Descenso a los «infiernos»
Tras conocer más sobre los 142 años de historia de Concha y Toro -principal empresa exportadora de vinos de toda Latinoamérica- un cortometraje proyectado en el muro de una de las salas te introduce en la leyenda del Casillero del Diablo, para seguidamente descender varios metros bajo tierra hacia la bodega, el auténtico corazón de la viña.
La leyenda cuenta que el fundador de la marca, Melchor Concha y Toro, para evitar que le robaran en su bodega, difundió el rumor de que estaba habitada por el diablo. Este rumor, impulsado por la superstición e imaginación de los lugareños, hizo que cada sonido en la bodega, cada eco, sombra y forma, diera más valor a la historia.
Durante este paseo subterráneo, entre la penumbra y las barricas, una serie de demoníacas proyecciones introducen al espectador en la leyenda y le van guiando hasta una desgastada puerta de barrotes de metal donde, entre fuego y ruidos del averno, aparece el mismísimo diablo, protector de la bodega y de todo lo que contiene.
Una experiencia no recomendada menores de diez años, pero que hace las delicias de los adultos, haciéndolos partícipes de la centenaria historia de la marca a la vez que le invita a abrir boca para continuar con el recorrido.
Arquitectura, naturaleza, gastronomía y mucho vino
La visita continúa, copa de vino en mano, con un paseo por el parque natural de 22 hectáreas poblado de flora autóctona chilena protegida, conformando un lugar de conservación natural en el que los viñedos se pierden en el horizonte.
Entre toda esta vegetación sobresale a lo lejos una imponente construcción de época: la Casa Don Melchor -la residencia de Melchor Concha y Toro- que data del año 1883.
Para terminar la jornada, una visita al Restaurante Bodega 1883 y a su Gran Barra Bodega 1883, donde se ofrecen degustaciones que aúnan vino y gastronomía chilena.
Un sector turístico estratégico y en auge
Con este renovado centro, que ya recibe una media de 650 personas diarias, Concha y Toro redefine su oferta turística en un momento en el que el enoturismo chileno está en plena expansión.
Actualmente Chile cuenta con 219 viñas abiertas al turismo, lo que representa un incremento del 132,98% en la última década, según el Catastro Nacional de Enoturismo 2024.
“Gracias a la riqueza de nuestros valles, la alta calidad de los productos enológicos y la internacionalización de la industria vitivinícola, nos hemos posicionado como país y puesto en los ojos del mundo”, celebra el director nacional de Sernatur Chile, Cristóbal Benítez Villafranca, en declaraciones para EFE.
Así, en este contexto de auge del sector y entre historia, vino y leyendas, Concha y Toro propone un viaje que comienza en la tierra y termina en la copa, recordando que, en Chile, el vino no solo se descorcha: se vive. EFE
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