Escritor Santiago Posteguillo, afectado por dana: Es cruel no avisar, pero más no ayudar

Valencia (España), 22 nov (EFE).- El escritor español Santiago Posteguillo, una de las decenas de miles de afectados por la dana que azotó Valencia (este), ha advertido a los políticos de que «es muy cruel no avisar», en referencia a la falta de alertas sobre el temporal del 29 de octubre, pero lo es «más no ayudar con la energía que hace falta».

Posteguillo (Valencia, 1967), uno de los escritores de novela histórica más reconocidos y superventas en español, ha denunciado el profundo desamparo que sienten los habitantes del área metropolitana de Valencia ante el papel de las instituciones públicas hasta el punto de exclamar: «¡Cómo se puede ser, por favor, desde las instituciones, tan miserable!».

El novelista es uno de los afectados por la riada que arrasó Paiporta, la llamada «zona cero» de la tragedia, y relata en un video que ahora se ha hecho público en redes sociales parte de su intervención ante el Senado español, el pasado viernes, para denunciar la situación.

El temporal, el más grave del siglo en España, azotó con especial dureza la zona metropolitana de Valencia, dejó más de 200 muertos y decenas de miles de afectados.

La catástrofe ha provocado una cadena de acusaciones entre las distintas administraciones sobre la responsabilidad de la prevención y la atención a la población.

En entredicho está el presidente regional valenciano, Carlos Mazón, del conservador Partido Popular, ausente durante horas mientras la riada anegaba pueblos enteros, aunque las críticas alcanzan también al Gobierno español que lidera el socialista Pedro Sánchez.

Tres amaneceres sin ninguna ayuda oficial

En su intervención, Posteguillo recuerda que nadie avisó de la gravedad del temporal que se avecinaba y que se encontraba en su casa el 29 de octubre cuando se desbordó el agua de un barranco cercano y vio como su vivienda se inundaba y su coche era arrastrado a un kilómetro.

Para el escritor, fue impresionante que en solo trece minutos la lámina de agua se convirtiera en «un torrente brutal de dos metros sin control arrastrando árboles, ramas y coches», un caudal que se llevó una nave industrial cercana, y la librería que había en los bajos del edificio.

«Nos acostamos sin luz ni agua pensando que, lógicamente, al amanecer estará la Guardia Civil, los bomberos y el Ejército, pero -subrayó- al amanecer no había nadie».

En mitad de la plaza estaba el cadáver de una joven china «y al lado su madre velando el cadáver», pero «no había Policía ni Ejército». «No había nadie en todo un día» en un escenario de «coches volcados, todo lleno de barro, silencio y miedo», prosiguió, antes de cayera la noche y hubiera «saqueos».

Y llegó el segundo amanecer sin que tampoco llegara «nadie». «¿Cómo puede ser que en 48 horas no venga nadie? ¿Alguien me lo pueden explicar, en España en el siglo XXI?», se preguntó en voz alta.

Cogió su ordenador y las notas de su novela, y junto a su pareja, emprendió el camino a pie a la ciudad de Valencia, donde tiene un piso. En el trayecto se topó con «un espectáculo de devastación» como no había visto «en la vida».EFE

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