Irán lucha por atajar el auge de las apuestas en línea, prohibidas en el país
Artemis Razmipour
Teherán, 11 mar (EFE).- Las autoridades iraníes intentan atajar el auge de los juegos de azar y las apuestas en línea, cada vez más populares en el país, donde están prohibidos por la sharía o ley islámica desde la revolución de 1979.
Según la Fiscalía del sistema teocrático iraní, «todos los involucrados en ese tipo de juegos son considerados criminales», incluidos aquellos que entreguen datos de su tarjeta bancaria para cobrar el costo de la participación en los juegos de azar o los que cooperen en el diseño del sitio web.
También desde el Parlamento han decidido tomar cartas en el asunto. El vicepresidente de la Comisión Jurídica, Hasan Nouruzí, explicó recientemente que, «debido a algunas ambigüedades y vacíos legales», la Cámara ha decidido aumentar los castigos.
«La actividad de los sitios de apuestas es una conspiración contra la moral, la economía y las familias iraníes, y así como se trata con determinación a los ladrones y corruptos, se deben considerar castigos apropiados para esas personas», dijo Nouruzí, en declaraciones difundidas por la agencia oficial del Parlamento.
LOS JUGADORES NO TIENEN MIEDO
Estas advertencias no parecen calar, sin embargo, en jugadores como Alí, un joven de 20 años que prefiere identificarse solo con su nombre de pila y que empezó a interesarse por las apuestas en línea en la adolescencia, al ver jugar a su tío.
«He apostado durante un tiempo en partidos de fútbol en internet y nunca he tenido miedo a que me detengan», comentó a Efe Alí, quien aseguró asimismo que «no piensa ni cree» en la sharía.
Tras la victoria de la Revolución en 1979 en Irán, las leyes se modificaron de acuerdo a la jurisprudencia islámica, que prohíbe las apuestas y este tipo de entretenimientos debido a los daños sociales que causan.
El joven reconoció que llegó a estar muy enganchado a las apuestas y juegos de azar y que, por ello, ha decidido recientemente alejarse de ese mundo, pero no por temor a las consecuencias legales.
«Empecé apostando el equivalente a unos 2 dólares en moneda local iraní y llegue a los 300 dólares. A veces ganaba y a veces perdía y me salí cuando ya había casi recuperado la mayor parte de mi dinero», explicó.
MUCHO DINERO EN JUEGO
Las cantidades que se mueven en este ambiente son elevadas. El diputado Nouruzí indicó que «la rotación financiera de los sitios de apuestas en línea supera los mil millones de dólares anuales».
Según datos de la agencia semioficial Mehr, uno de los sitios tuvo 20 millones de euros en transacciones financieras en un año y se estima que el número de personas que han estado involucradas en juegos de azar en línea al menos una vez en Irán es de 2,3 millones.
Otras informaciones de los medios estatales apuntan a que el Banco Central ha identificado 450.000 tarjetas bancarias usadas en estos sitios web.
Todo ello se ve fomentado por el hecho de que en Irán se cerraron todos los casinos, así como los bares o discotecas, tras el triunfo de la Revolución Islámica.
RESTRICCIONES EN EL IRÁN ISLÁMICO
La instauración de la teocracia en Irán supuso una serie de prohibiciones y restricciones, entre otras, al consumo de alcohol, a la libre vestimenta de las mujeres, a la existencia de escuelas mixtas y a los juegos de azar.
El clérigo Ali Mansurian, del mausoleo Alí Akbar de Teherán, lamentó en declaraciones a Efe que «las apuestas se han fomentado mucho en la actualidad pese a los problemas que causan en la sociedad».
«El que está apostando por el interés de ganar dinero no atrae nada bueno hacia él. Eso es una vida irreal, ilógica y desequilibrada, y el islam prohíbe cualquier cosa que desequilibre a la persona», subrayó.
Aquellos iraníes que no cumplen con las estrictas normas islámicas del país, deben realizar sus actividades en su casa de modo oculto, pero corren el riesgo de ser castigados por violar las leyes en caso de ser denunciados por los vecinos.
Pese al gran número de ciudadanos que no comulgan con estas limitaciones, el clérigo opinó que la revolución ayudó a la población a «separarse de ese ambiente condenado, feo y vulgar en el que antes estaban, y acercarse al espíritu religioso». EFE
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