Juan Carlos considera que su discurso en el Capitolio de 1976 fue clave para la transición
París, 4 nov (EFE).- El rey Juan Carlos I considera que el discurso que pronunció en el Capitolio de Washington en junio de 1976 fue clave para la transición democrática española: «Tenía un plan en mente y estaba dispuesto a pasar a la acción».
«Ante esa audiencia de dignatarios estadounidenses prometí claramente la democracia a los españoles. Era la primera vez que pronunciaba públicamente ese compromiso. Sentí el orgullo y la fuerza de hacer esta promesa porque sabía que podía hacerla realidad a mi retorno a España», asegura el monarca en su libro de memorias ‘Reconciliación’, que este miércoles llega a las librerías francesas.
A partir de aquel viaje, del que recuerda que también se trajo ayuda estadounidense, la transición se aceleró, Carlos Arias Navarro presentó su dimisión como presidente del Gobierno y pudo nombrar a Adolfo Suárez, del que asegura que «encarnaba él mismo la reforma sin ruptura que pretendía lograr».
«Gracias a su dinamismo, arrastró a toda España. Consiguió convencer a los franquistas de renunciar a ciertos valores para garantizar su supervivencia y a la oposición de entrar en un proceso de negociación que emanaba de una legalidad heredada del franquismo», señala.
Describe la transición democrática durante los años siguientes como «un caballo lanzado al galope» y a él mismo como «el jinete que la controlaba para impedirla que se fuera demasiado a la izquierda o demasiado a la derecha, que cayera en un obstáculo», pero «sin poder detenerla».
De aquellos años destaca el papel de Miguel Primo de Rivera -«el mismo que de joven me sacaba a la discoteca cuando estaba recluido cerca de El Escorial»-, que defendió la ley de reforma política y del que asegura que gracias a su apellido logró el apoyo de muchos legisladores franquistas.
También agradece que Franco firmara en 1969 un decreto que consideraba prescritos los delitos cometidos antes del 1 de abril de 1939: «Entendí que Franco, que estaba a punto de nombrarme sucesor, no quería hacerme cargar con el peso de dramas de la Guerra Civil».
Entre otras cosas, esa circunstancia facilitó que no se detuviera al líder comunista Santiago Carrillo a su regreso clandestino a España.
El rey considera «una etapa crucial» la legalización del Partido Comunista de España (PCE) en la que él aseguró haber jugado un papel importante.
Antes de subir al trono, entró en contacto con Carrillo gracias a Nicolau Ceaucescu, el presidente de Rumanía, donde el líder comunista español solía pasar sus vacaciones.
A través de Miguel Prado y Colón de Carvajal, diplomático y amigo suyo, logró entablar contacto con el dictador comunista rumano y así garantizarse que el PCE mantendría una actitud favorable a su coronación, a cambio de la promesa de legalizar a todos los partidos políticos.
«El mismo Franco estaba seguro de que mi monarquía no podía ser falangista. Me dijo: ‘Yo no puedo hacerlo, usted hará la apertura».
«Mi monarquía debía ser inclusiva, democrática, para instalarse de forma duradera en España. Sin el PCE, esta democracia no sería total», señala. EFE
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