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La implantación de espirales a groenlandesas durante décadas tensa relación con Dinamarca

Anxo Lamela

Nuuk (Groenlandia), 8 mar (EFE).- La implantación durante décadas de espirales en mujeres groenlandesas impulsada por las autoridades sanitarias danesas, en muchos casos sin autorización, es una de las polémicas que más tensiones han generado en los últimos tiempos en la relación entre Groenlandia y Dinamarca.

El caso está siendo investigado por una comisión conjunta que se espera anuncie sus conclusiones a lo largo de este año y es objeto de una demanda colectiva de 143 mujeres groenlandesas contra el Estado danés por violar sus derechos humanos, en la que piden una indemnización total de 43 millones de coronas (5,8 millones de euros),

«Las mayores de nosotras tienen más de 80 años, por eso no podemos esperar más. Mientras vivamos, queremos recuperar nuestra autoestima y el respeto por nuestros úteros. Ningún gobierno debe decidir si debemos tener hijos o no», declaró en su día la psicóloga groenlandesa Naja Lyberth.

Fue Lyberth quien sacó a la luz el caso y rompió un silencio de décadas al revelar en sus redes sociales que a los 14 años le implantaron una espiral sin su consentimiento ni el de sus padres.

Tanto Lyberth como el resto de las denunciantes han decidido no pronunciarse más sobre el caso desde hace semanas «por una decisión conjunta de las víctimas» para que sus declaraciones no sean malinterpretadas en la «situación política actual», explica a EFE.

Groenlandia celebra elecciones autonómicas este martes, unos comicios que han despertado una enorme atención fuera de esta isla ártica -a la que su Estatuto le reconoce desde 2009 el derecho de autodeterminación- por el interés del presidente estadounidense, Donald Trump, en adquirirla.

La televisión pública danesa DR ha revelado que al menos unas 4.500 mujeres (las más jóvenes, de 12 años) recibieron espirales, en varios casos sin consentimiento y con daños físicos y psicológicos posteriores desde la década de 1960 hasta 1991, cuando Groenlandia asumió las competencias en sanidad.

La iniciativa obedeció a una campaña estatal de planificación familiar de un territorio que en 1953 había abandonado su estatus de colonia para convertirse en una provincia danesa más y estaba inmerso en un plan de modernización.

Los defensores de la práctica aluden a que el objetivo no era diezmar la población groenlandesa sino que obedecía a una planificación familiar estudiada (la isla tenía entonces una de las tasas de natalidad más altas del mundo) y al propósito de reducir los abortos no deseados entre las jóvenes.

También resaltan que la campaña fue aceptada por los políticos groenlandeses de la época y que la comunicación entre médicos y pacientes transcurría entonces a través de intérpretes, ya que la mayoría de los galenos no hablaba groenlandés, lo que pudo producir malentendidos.

«A las mujeres groenlandesas, a las que se les implantó de forma involuntaria espirales, se les quitó su derecho a decidir sobre sus cuerpos, a tener una familia. Es determinante que el Estado danés asuma su responsabilidad por las graves violaciones de derechos humanos», ha señalado el Instituto de Derechos Humanos danés, que es parte del caso.

El presidente autonómico groenlandés, Múte B. Egede, ha calificado el «caso de las espirales» de genocidio, mientras que la ministra de Sanidad danesa, Sophie Løhde, lo tilda de «muy desgraciado» y apela a los resultados de la investigación independiente.

El Gobierno groenlandés también ha abierto otra pesquisa paralela sobre el mantenimiento de la práctica desde 1992 a la actualidad y ha apartado ya 4,5 millones de coronas (unos 600.000 euros) para el pago de posibles indemnizaciones. EFE

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