La líder escocesa Nicola Sturgeon «engañó» al Parlamento, según una comisión de investigación

La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, «engañó» al Parlamento sobre las acusaciones de agresión sexual contra su predecesor, según el informe publicado este martes por una comisión que investigó este escándalo peligroso para los independentistas antes de unas elecciones regionales claves.
La comisión parlamentaria encargada de esclarecer cómo gestionó el gobierno autónomo escocés las acusaciones contra el exprimer ministro Alex Salmond –absuelto por la justicia en 2020– encontró contradicciones en lo relatado por Sturgeon sobre una reunión de abril de 2018.
Según esta comisión, en contra de lo que afirma la primera ministra, esta habría dado a entender a su predecesor y exmentor que intervendría en el caso.
«Por lo tanto, su testimonio escrito es un relato inexacto de lo ocurrido», afirma el informe, aprobado por cinco diputados de la oposición con el voto en contra de cuatro diputados del Partido Nacionalista Escocés (SNP) de Sturgeon y anteriormente Salmond.
Según esta comisión, dicho «engaño» podría constituir una «violación potencial» del código de conducta. Sin embargo, sus miembros aceptaron las conclusiones de otra investigación independiente, publicada el lunes, en la cual el exfiscal James Hamilton exoneró a Sturgeon de cualquier infracción, dándole una importante victoria en un momento clave para el proyecto independentista.
El escándalo, que llevó a varios políticos de la oposición a pedir la dimisión de la primera ministra independentista, hizo temblar al SNP justo antes del inicio de la campaña para las legislativas regionales del 6 de mayo.
La formación, que actualmente gobierna en minoría, espera arrasar y presentar a Londres su aplastante resultado electoral como un mandato para organizar un segundo referéndum de autodeterminación de Escocia al que el primer ministro, Boris Johnson, se opone férreamente.
Según un anteproyecto de ley presentado el lunes ante el Parlamento escocés, la pregunta formulada –«¿Debe Escocia convertirse en un país independiente?»– seguiría siendo la misma que en 2014, cuando esta nación británica de 5,5 millones de habitantes decidió por un 55% permanecer en el Reino Unido.
En aquella ocasión el principal argumento contra la independencia fue el riesgo de quedar fuera de la Unión Europea.
Paradójicamente, dos años más tarde, el conjunto del Reino Unido votó a favor del Brexit y los escoceses, que se opusieron en 62% a la salida británica del bloque, se vieron fuera de él contra su voluntad.