Lisboa vuelve a dar el «Sí, quiero» por San Antonio

Paula Fernández

Lisboa, 12 jun (EFE).- Dos años después de que la pandemia obligase a cancelar la tradición más romántica de las fiestas populares de Lisboa, dieciséis parejas se dieron hoy el «Sí, quiero» en las bodas de San Antonio, una iniciativa que busca ayudar a futuros matrimonios con dificultades económicas.

San Antonio, conocido por sus habilidades como casamentero, da nombre a una tradición que se remonta a 1958 y que, a pesar de que estuvo más de dos décadas sin celebrarse tras la caída de la dictadura salazarista, hoy en día constituye uno de los momentos álgidos de las fiestas populares lisboetas.

Dieciséis parejas han sido las afortunadas de poder casarse en dos ceremonias costeadas por el Ayuntamiento, una civil y otra católica, que han reunido en las calles de la capital a cientos de locales y turistas curiosos.

DOS AÑOS DE ESPERA

El intenso calor no fue un impedimento para los que llevaban desde 2020 esperando para revivir un momento que no se pierden ni un año.

«Tengo 80 años. Mientras pueda andar, no dejaré de venir a ver a las novias. Con San Antonio conmigo», promete a EFE Piedade Ferreira mientras espera a las puertas de la Catedral de Lisboa, con una imagen del santo en la mano.

Piedade no conoce a los participantes de esta edición, pero sí a otra pareja que se dio el «sí, quiero» bajo la bendición de San Antonio hace diez años. Siguen felizmente casados, asegura sonriendo.

Enseguida empiezan a llegar las once novias que este año pasan por el altar en la ceremonia católica. Un par de horas antes, las otras cinco lo hicieron en un acto civil en el Ayuntamiento.

Bajan de un coche clásico descapotable entre los vítores de los presentes y, poco a poco, entran en la Iglesia para reunirse con los que serán sus futuros maridos.

La mayoría de los novios está en la treintena, aunque hay alguno que ha cumplido los 50.

Algunas parejas que presentaron su candidatura en 2020 llevaban esperando desde entonces a que la pandemia permitiese retomar las ceremonias y, además, tuviesen la suerte de estar entre los seleccionados.

«Durante dos años no se celebró, así que creo que es todavía más especial ahora», señala a EFE Gyna Dupont, una estadounidense de Texas que, tras jubilarse, se ha afincado en Lisboa con su marido y ha acudido a ver las bodas de San Antonio por primera vez.

«Es maravilloso simplemente celebrar el amor y la felicidad», dice, y cuenta que en Estados Unidos casan a parejas gratis en San Valentín, «pero no es una celebración festiva».

UNA INICIATIVA DEL AYUNTAMIENTO

Tras la ceremonia, una tuna los recibe en la escalinata de la Catedral, donde se inmortaliza el momento entre confeti rosa y el «¡Viva los novios!» que entona el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas.

«Tengo buenos consejos que dar porque estoy casado hace más de 20 años. Me encanta estar casado. Hay momentos difíciles, malos o menos buenos, pero siempre hay que mirar al futuro», señala el regidor ante el micrófono de la cadena estatal RTP, que transmite la ceremonia en directo para todo el país.

El Ayuntamiento de Lisboa recuperó en 1997 esta tradición, que se mantenía interrumpida desde la Revolución de los Claveles de 1974.

En sus inicios, los novios recibían un ajuar y electrodomésticos para su futuro hogar. Ahora, el Consistorio les costea una boda que muchos no podrían permitirse.

A unos cien metros de la Catedral, en la fuente frente a la Iglesia de San Antonio, varias personas lanzan una moneda para intentar acertar en el libro que sostiene la estatua del santo y así, como cuenta la tradición, encontrar el amor y tener un matrimonio duradero.

Tal vez alguno de ellos consiga estar entre los novios que se casen en las bodas de San Antonio del próximo año. EFE

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