
Los pobres de Kigali se sienten excluidos en una ciudad en metamorfosis

Residentes de los barrios marginales de Kigali acusan a las autoridades de arrasar sus casas sin pagarles la indemnización prometida, provocando su ira ante una vasta modernización de la capital de Ruanda que termina por excluirlos.
En diciembre, en Nyarutarama -un barrio que alberga los barrios marginales más grandes de Kigali y que limita con zonas muy ricas- las primeras casas comenzaron a ser arrasadas de acuerdo con los planes del ayuntamiento.
«Mi vida se deterioró repentinamente», dijo Emmanuel Bayahore, cuya casa fue destruida el 20 de diciembre. «Intentaré llevar este caso a todas las oficinas involucradas y al tribunal si es posible, porque es una injusticia», comentó.
En 2017, en previsión de la destrucción, las autoridades evaluaron la casa de Emmanuel Bayahore en 28 millones de francos ruandeses (alrededor de 26.000 euros).
«Estuve de acuerdo en mudarme si pagaban esa suma, pero ahora dicen que no me van a dar nada, porque mi casa estaba en un pantano y nadie tiene permitido construir en un pantano», lamentó.
El gobierno finalmente le dio 30.000 francos ruandeses (28 euros) para encontrar un alquiler para él, su esposa y sus tres hijos en otra área de Kigali, pero esta cantidad, dice, no es suficiente para albergar a toda la familia.
Las autoridades justifican los desalojos por el hecho de que muchas casas están ubicadas en pantanos o en terrenos que pueden sufrir deslizamientos de tierra o inundaciones.
– Metamorfosis –
«La ciudad ha informado a estas personas que la ley no les permite vivir en áreas pantanosas. Han recibido cartas y avisos, pero no se ha hecho nada», señaló el gobierno municipal de Kigali en un comunicado el 17 diciembre.
«Esto es aún más importante debido a las fuertes lluvias e inundaciones, que podrían causar la muerte», se apuntó en ese comunicado, en referencia a las lluvias torrenciales a finales de año.
Pero muchos de los más pobres de Kigali no se sienten bienvenidos en esta ciudad, que se ha convertido en una especie de ejemplo en África por la seguridad y limpieza de sus calles.
La capital está experimentando una profunda metamorfosis en el marco de «Visión 2050», el programa del presidente Paul Kagame para elevar a Ruanda a la condición de un país rico.
Según el Banco Mundial, la proporción de la población de Ruanda que vive por debajo del umbral de pobreza es apenas inferior al 40%, una cifra estable desde 2014.
En los últimos años han abierto sus puertas hoteles de 5 estrellas, un centro de conferencias estimado en 270 millones de euros, o incluso zonas económicas especiales. Se está construyendo un nuevo aeropuerto de 1.150 millones de euros.
Pero los nuevos edificios y el creciente número de residencias, que hacen subir los precios de las viviendas y han hecho la vida más difícil para muchos ruandeses comunes, millones de personas que aún viven en condiciones muy difíciles.
Al mismo tiempo, la tasa de desempleo está aumentando (del 14,5% al 16% entre febrero y noviembre), al igual que la inflación (6,9% en noviembre), según datos oficiales.
Grupos de defensa de los derechos humanos han acusado al gobierno de encerrar a personas no deseadas -como mendigos, niños de la calle y prostitutas- en centros de detención fuera de la ciudad.
Esos grupos se encuentran entre los pocos que critican el plan del presidente, en el poder desde 1994.
En esa crítica se suman a los habitantes de los barrios marginales, quienes se sienten excluidos de esta atractiva imagen de una nueva Ruanda, a pesar del objetivo declarado de erradicar la pobreza.
Nyarutarama, donde los barrios bajos se llaman «Bannyahe» -que significan literalmente «donde puedo defecar»-, está rodeada por algunas de las calles más elegantes de Kigali.
«Las autoridades continúan diciéndonos que nos vayamos, nos guste o no. Prefiero morir antes que irme sin una compensación real», se enfureció Jean De Dieu Shikama, cuya casa también ha sido condenada a la destrucción.