
Los recuerdos de la partición india siguen resonando 75 años después
Hugo Barcia y Shah Abbas
Nueva Delhi/Srinagar (India), 13 ago (EFE).- Los recuerdos de la partición del subcontinente indio, que dio lugar al nacimiento de la India y Pakistán, siguen resonando 75 años después, con los efectos de un plan trazado a la carrera por los británicos que originó entre masacres sectarias una de las mayores migraciones de la historia.
Casi un siglo de control directo británico finalizaron con una apresurada partición que sembró el caos entre la población hindú y musulmana que residía a ambos lados de la frontera, obligando a millones de personas que quedaron en el lado equivocado a iniciar un largo y peligroso viaje al que no todos sobrevivieron.
Tanto los que intentaron cruzar la frontera como aquellos que decidieron quedarse tuvieron que hacer frente a una brutal represión por parte de la mayoría religiosa de ambos países, que se saldó con entre 200.000 y un millón de fallecidos.
SIN VENCEDORES
«Fue una tragedia humana en la que no hubo ganadores, solo perdedores», afirmó a Efe la presidenta del primer museo de la partición en la India, Kishwar Desai, que estima que fueron hasta 20 millones los afectados por la ola de violencia.
La falta de transporte para las evacuaciones, así como el aislamiento de muchas poblaciones, dificultó enormemente el viaje hacia la frontera, y aún cuando llegaban a su destino, la mayoría se enfrentaba al problema de no tener un lugar en el que residir.
Cientos de miles de personas ocuparon durante años atestados campos de refugiados en condiciones insalubres, donde además escaseaban los alimentos al estar pensados para una corta estancia, pero que acabaron convirtiéndose en el hogar de muchos.
Sin embargo, la situación no fue mejor entre aquellos que no emprendieron el viaje inmediatamente, al ver cómo sus viviendas eran quemadas o saqueadas por la comunidad mayoritaria y muchos de ellos eran perseguidos, forzándoles a huir.
Fruto de esta violencia, muchas familias optaron por asesinar a sus propias mujeres «pensando que era lo mejor para ellas», explicó Desai, precisando que «al menos dos millones de mujeres fueron secuestradas y violadas, y muchos niños desaparecieron».
La mujer Amol Swani experimentó de primera mano la tensión que se vivió en Pakistán contra hindúes como ella y su familia tras la división del subcontinente, y así lo relata en un testimonio recogido en un breve vídeo por el museo.
«Un día escuchamos cerca de la puerta de nuestra casa la llegada de un líder musulmán (…) Mi padre subió las escaleras con una lata de gasolina y una caja de cerillas en las manos. Dijo que si pasaba cualquier cosa nos quemásemos, y se las entregó a mi madre», rememora entre lágrimas la mujer.
Desai explicó que recientemente se reunió con el hijo de una de las miles de mujeres que fallecieron durante la partición, y que aún lloraba al rememorar cómo escapó de las manos de su madre cuando se disponía a saltar al fuego, empujada por su familia, que no quería verla violada o raptada.
Esta ola de violencia sembró la pobreza entre muchas familias, especialmente en el norte de la India, desencadenando una de las secuelas más visibles que aún deja ver la partición, pero no la única.
DIVISIÓN DE CACHEMIRA
El conflicto de Cachemira, símbolo de la eterna disputa entre la India y Pakistán desde su división, también tiene sus raíces en el endeble plan trazado por los británicos antes de su partida.
Convertido en un estado principesco en el momento de la partición, el maharajá de Cachemira tenía la posibilidad de elegir a qué país se anexionaba, pero su fe hindú chocaba con la mayoría musulmana que habitaba la región norteña.
Tras optar por la India, Pakistán no tardó en intervenir en la región y dar lugar a un conflicto que se alargó 18 meses y desplazó a millones de personas, recuerda a Efe el analista y profesor de historia en Harvard Siddiq Wahid.
La partición resultó «en una incertidumbre política y económica traumática para los pueblos de Cachemira durante 75 años. Y ha sido duradero porque la disputa en conflicto ha retrasado el desarrollo en el sur de Asia, una región que alberga a más de una cuarta parte de la población mundial», explicó el profesor.
El conflicto que estalló el año de la partición fue la semilla de otras tantas disputas que han surgido entre la India y Pakistán por este territorio, y que han dividido a cientos de familias a ambos lados de la Línea de Control, la frontera de facto entre los dos países.
«Un miembro de nuestra familia, Abdul Ahad Kanth, tenía 20 años cuando se vio obligado a huir por miedo a los agentes indios y se refugió en la parte paquistaní de Cachemira», rememoró a Efe bajo condición de anonimato un familiar, que vive en la Cachemira india.
No saben qué fue de él, salvo que falleció y dejó una familia al otro lado de la línea de control, una incertidumbre que sume a demasiados habitantes en esta disputada región. EFE
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