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«Paraíso en la tierra»: el fantasma de la propaganda norcoreana acecha Japón

Harunori Kojima colaboró con el programa iniciado en los años 50 para que los coreanos de Japón emigraran a Corea del Norte. Ahora lo lamenta afp_tickers

Harunori Kojima todavía recuerda las lágrimas de alegría que recorrieron su rostro cuando vio a dos barcos soviéticos zarpar en diciembre de 1959 desde el puerto japonés de Niigata.

Destino: Corea del Norte, que atrajo a casi 100.000 coreanos de Japón con una propaganda fantástica que prometía a los retornados un «Paraíso en la Tierra».

A los 88 años, Kojima recuerda también la banda de música que interpretaba melodías patrióticas alabando al entonces líder norcoreano Kim Il Sung, mientras unas 1.000 personas abordaban los barcos para iniciar una nueva vida.

Formaban parte de un gran programa de repatriación que continuó de manera intermitente hasta 1984, llevado a cabo por las Sociedades de la Cruz Roja en Japón y Corea del Norte y pagado por Pyongyang.

En total, 93.340 personas, principalmente coreanos, pero también sus esposas japonesas, se mudaron con entusiasmo a Corea del Norte, sin saber que era un viaje sin retorno.

Inicialmente reacio, el gobierno japonés respaldó el plan, y los medios lo promocionaron como una campaña humanitaria para los coreanos que tenían dificultades para construirse una vida en Japón.

Pero Kojima, que era comunista en ese momento y ayudó a supervisar la repatriación, ahora mira el plan con amargura.

«Participé activamente en el proyecto, creyendo que era algo positivo. Pero como resultado, llevé a la gente al infierno», dijo a AFP.

Durante el gobierno japonés de la península coreana, de 1910 a 1945, millones de coreanos se mudaron a Japón, voluntariamente o no.

Cuando Japón se rindió en la Segunda Guerra Mundial, cientos de miles de coreanos se quedaron, reticentes a regresar a su patria devastada. Fueron despojados de su nacionalidad japonesa y se convirtieron en apátridas.

Según el periodista y experto Yoshiaki Kikuchi, la Corea del Norte de Kim, económicamente mejor que el sur después de la guerra de Corea de 1950-53, quiso usar la repatriación masiva para enfatizar la «superioridad» del socialismo sobre el sur títere de Estados Unidos.

La mayoría de los coreanos de Japón provenían del sur del paralelo 38, pero el entonces presidente surcoreano, Syngman Rhee, los ignoró, y la antigua potencia colonial Japón no ofreció ayuda para aliviar su pobreza y discriminación.

Por esas razones, muchos creyeron en las películas de propaganda que retrataban una vida idílica en Corea del Norte, y que les presentaban los agentes de la Asociación General de Residentes Coreanos o Chongryon, la embajada de facto del Norte en Japón.

– Muriendo de hambre –

Pero la realidad en el «Paraíso» estaba muy lejos de la propaganda.

Eiko Kawasaki, ahora de 76 años, se sorprendió al ver a los lugareños darles la bienvenida en el puerto nororiental de Chongjin.

«La apariencia de la gente local era desgarradora. Tanto los hombres como las mujeres tenían rostros sin vida con la piel oscura y seca. Todos con la misma humilde ropa de trabajo», recordó Kawasaki.

Tenía 17 años y había viajado sola, con su familia lista para seguirla, convencida por la propaganda de Chongryon.

«Decían que Corea del Norte era un país maravilloso donde podríamos ayudar a construir el estado socialista y luego irnos a casa con orgullo cuando el Norte y el Sur se unificasen», narró.

«Nos animaron a ir, diciendo que habíamos sido deshonrados y acosados (en Japón), incapaces de obtener empleos decentes».

Los agentes les prometieron «al menos un suministro de arroz para tres meses» y «una casa amueblada y camas».

La realidad era el hambre. Pero a pesar de ello, «nadie protestó», dijo Kawasaki, y agregó: «Nadie cuestionó la causa por la que se morían de hambre».

Intentó insinuar a su familia que no viniera en sus cartas, con la esperanza de engañar a los censores que inmediatamente encarcelaban y «purgaban» a quienes se quejaban.

Le llevó 10 años – y 18 meses escondida en China-, pero Kawasaki finalmente pudo escapar a Japón.

– ‘Secuestro nacional’ –

Manabu Ishikawa, de 60 años, una vez conocido como Lee Jay Hak, recuerda haber vivido de puñados de grano en granjas avícolas que se consideraban inadecuadas incluso para los animales.

Nunca fue capaz de borrar el recuerdo de una niña pequeña, tal vez de 9 o 10 años, muriendo de hambre en la calle.

«En realidad estaba sonriendo … con alivio, agarrando un pedazo de pan en su mano», explicóo.

Ishikawa huyó a China en 2001; su esposa y sus dos hijos lo siguieron más tarde, pero muchos no fueron tan afortunados.

El Chongryon no acepta ninguna crítica del programa.

«Fue una campaña para proteger los derechos de los coreanos en Japón, la libertad de regresar a su patria», dijo a la AFP O Gyu Sang, historiador de esta organización pro-Pyongyang.

«Si hubieran vivido sin discriminación y hubieran tenido trabajo para ganarse la vida, muchos no se habrían ido… Los políticos japoneses también debieron pensar que era una buena oportunidad de deshacerse de los molestos coreanos».

El año pasado, cinco antiguos retornados, entre ellos Kawasaki e Ishikawa, demandaron a Corea del Norte y al líder del país acusándolos de «secuestro nacional» y exigiendo que aquellos participantes en el programa que siguen en el Norte puedan viajar libremente.

Se espera que el Tribunal de Distrito de Tokio escuche el caso, dijo el abogado Atsushi Shiraki.

«Abandoné mi nombre coreano hace mucho tiempo», dijo Kawasaki, en parte para permanecer en el anonimato y proteger a sus cuatro hijos que siguen viviendo en el Norte.

«Pero no quiero morir sin ver de nuevo a mi familia. Y no puedo verlos a menos que Corea del Norte ponga fin a las violaciones de sus derechos».

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