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Permisos y vecinos impiden inaugurar el nuevo estadio de la Universidad Católica

Lázaro García

Santiago de Chile, 6 ago (EFE).- La burocracia, la oposición vecinal y los errores del propio club mantienen paralizada la inauguración del nuevo estadio de la Universidad Católica de Chile, que apunta a ser el más moderno de un país donde el agudo déficit de instalaciones con estándares FIFA complica el desarrollo tanto de las ligas locales como las competiciones internacionales.

El nuevo «Claro Arena», con capacidad para apenas 20.000 espectadores y situado en la precordillera de Los Andes, donde la capital chilena acaba con un grupo de casas de alto valor arracimadas en el cerro, está listo para que vuelva el fútbol tras más de dos años de lentos, complejos y millonarios trabajos.

Pero la inauguración, que estaba prevista para el pasado 27 de julio, fecha en la que «los cruzados» recibían como local a Coquimbo Unido, líder destacado de la liga chilena, sigue empantanada, sin señales de que pueda ocurrir en un futuro próximo.

Las razones son varias y valen igual para otros proyectos: la primera, la resistencia de un grupo de vecinos que se oponen a que su barrio, una zona residencial de alto valor adquisitivo, se vea «invadida» por personas de otras comunas que lleguen a interrumpir su vida tranquila para acudir a partidos de fútbol, conciertos u otras actividades.

La institución les ha recordado que se han cumplido todos los estándares, tanto en el tratamiento del ruido como de gestión de público, y que el estadio -conocido como San Carlos de Apoquindo- lleva en el lugar desde el 4 de septiembre de 1988 -muchos antes que su propias casas-, fecha en el que se inauguró con un Universidad Católica-River Plate (ganaron los argentinos con gol de Claudio Borghi).

Aun así, los vecinos han interpuesto una serie de demandas ante la municipalidad de Las Condes por ambos conceptos, lo que ha complicado aún más la ya de por si enrevesada «permisología» de Chile.

A ello se han añadido además los errores de la propia institución, que ha mostrado una pésima gestión a lo largo de todo el proceso de remodelación del histórico estadio.

El último, lo que tiene que ver con los estacionamientos de vehículos, que al parecer no cumplen con la normativa vigente debido a una falta de capacidad imputada a la propia institución, que subarrendó la mayor parte de los aparcamientos que rodean el complejo.

Allí, además del estadio, se ubican una piscina olímpica, canchas de fútbol, tenis, piscina olímpica, pádel equitación e incluso el gimnasio y las canchas de entrenamiento del primer equipo y de las categorías inferiores.

El martes, la Dirección de Obras Municipales (DOM) volvió a objetar el proyecto y el plan presentado por la institución, «Cruzados», para la inauguración y volvió a convocar a las partes para una reunión hoy.

La decisión de la municipalidad impide ya, en cualquier caso, que el club reciba este domingo a Ñublense por la liga en el Claro Arena, como tenía previsto.

Y el partido deberá jugarse, como los precedentes, en el Estadio de Santa Laura, un histórico recinto con instalaciones de los años ochenta, propiedad de Unión Española, y conocido como la catedral del fútbol chileno, aunque parezca más bien una capilla abandonada.

«El problema siguen siendo los estacionamientos del estadio», que siguen sin pintar y sin ordenarse, explicó a Efe una fuente de la propia municipalidad.

En este contexto, las miradas se ponen ahora en el 24 de agosto, día en el que Universidad Católica deberá recibir como local en liga a Unión Española, el equipo que ahora le presta su estadio.

Un problema estructural con los estadios

Las dificultades con la inauguración del «Claro Arena» con el último episodio de un problema estructural Chile tiene con los estadios, país donde incluso uno de los equipos más grandes Universidad de Chile, no tiene recinto propio porque no encuentra una comuna que le venda terrenos para construirlo, con la excusa de los desmanes de su hinchada.

Solo el Monumental de Colo Colo y el Estadio Nacional son aptos para competiciones internacionales, gracias sobre todo a la flexibilidad de la FIFA y la Conmebol, que hacen la vista gorda antes los múltiples problemas porque si no, la capital carecería de recinto alguno para albergar partidos internacionales.

El estadio de La Florida, construido hace una década, tiene problemas con la capacidad y el césped, pero también con los accesos.

Mientras que el ya citado Santa Laura no cumple los estándares -aunque igualmente la ANFP y la FIFA hacen la vista gorda- empatanada su remodelación por el conflicto entre la municipalidad donde se ubica y los planes codiciosos de la entidad, que quiere aprovechar las obras para sumar un impactante plan inmobilario.

Meses atrás, la FIFA tuvo que hacer encaje de bolillos para poder cumplir con la promesa de que el Mundial sub-20 se jugaría en Chile, al ver que no había estadios suficientes habilitados.

Al final se autorizó con la condición de se emprendieran obras de remodelación en tres de los cuatro protestos, todos ellos fuera de la capital, y que trabajan a marchas forzadas para estar listos el 27 de septiembre, fecha en la que arranca la competición. Pero aún as´ñi, no cumplirán los estándares FIFA. EFE

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