«El apoyo internacional a la paz en Colombia no debe disminuir»

La abogada de derechos humanos Luz Marina Monzón Cifuentes pide a la comunidad internacional no abandonar el proceso de paz en Colombia. Considera que la política de paz debe ocuparse de las comunidades atrapadas en un contexto donde la violencia persiste.
Como jurista especializada en derecho penal y criminología, Luz Marina Monzón ha sido una figura clave en el proceso de paz colombiano. Fue la primera directora de la recién creada Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), de 2018 a 2023. Más de 100,000 personas fueron reportadas como desaparecidas durante el conflicto armado de más de medio siglo de duración.

Hoy, Monzón dirige la ONG Otras Voces y forma parte de la red global PeaceWomen Across the GlobeEnlace externo. Esta iniciativa suiza, liderada por su homóloga suiza Deborah Schibler, apoya a mujeres que trabajan por la paz en el mundo.
Schibler acompañó recientemente a Monzón a una reunión con un grupo de expertos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Suiza y a otro encuentro con algunos miembros del Parlamento suizo, donde Monzón expuso su visión sobre la situación actual en Colombia. SWI swissinfo.ch conversó con ella en el marco de su visita a Berna, Suiza.
SWI swissinfo.ch: Según el CICR, Colombia vive actualmente la peor situación humanitaria desde la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016. Muchas comunidades están atrapadas entre los frentes de grupos disidentes guerrilleros. ¿Cuál es la situación más preocupante y cree que pueda haber todavía caminos que lleven a la paz?
Luz Marina Monzón: Hay tres situaciones bastante graves en relación con la presencia y la acción de los actores armados en el territorio. Cauca es el más dramático. El Catatumbo es otro lugar muy crítico.
Y el Chocó es quizás de los de mayor vulnerabilidad porque tiene un proceso de resistencia indígena social persistente, que no se doblega. Por eso la violencia en este territorio es tan brutal.
El Chocó es un territorio donde el Estado no ha tenido presencia, donde las distancias son enormes y las posibilidades de articulación de las comunidades para poder resistir son mucho menores.
Por consecuencia, hay que tener una política de paz que realmente llegue a esos territorios, que haga presencia y les ayude a encontrar salidas, porque estas comunidades no quieren el conflicto, quieren la salida para poder vivir con dignidad.
Hay que apoyarlas. Hay que decirles que la paz se construye con ellas, que hay una salida y que no las van a seguir dejando abandonadas.

Ante tantos intereses diversos, ¿cree usted que aún es posible mantener el discurso de paz actual?
Yo creo en la política de paz del gobierno de Gustavo Petro. Es una visión bien pensada. No solo busca poner fin a la violencia armada, sino que también aborda factores que influyen en el conflicto, como la minería ilegal, el narcotráfico, la desigualdad y la falta de justicia en las comunidades.
Así se define el enfoque de “Paz Total”. Pero en la práctica, eso requiere que se unan la voluntad política y ciertas condiciones concretas. Solo así se puede llegar a las comunidades.
¿Qué avances ha habido con el objetivo de la “Paz Total” y cuáles son los obstáculos?
El Gobierno de Colombia ha logrado algunas cosas, por ejemplo, algo esencial para la gente del campo: la distribución de tierras. La Agencia Nacional de Tierras (ANT) ha entregado predios en zonas donde nunca antes se había hecho algo así.
Otras medidas –como la atención en salud, la educación, la vivienda o las oportunidades económicas para las comunidades– requieren recursos financieros, pero Congreso no ha estado a la altura de la política de paz. Al contrario, la ha obstaculizado deliberadamente.
¿Cuál es el mayor riesgo en la situación actual?
El mayor riesgo actualmente consiste en que las visiones tradicionales sobre el conflicto armado echen por tierra los esfuerzos realizados hasta ahora, esfuerzos que, en mi opinión, no solo han sido impulsados por Colombia y este gobierno, sino también por la comunidad internacional.
Hay que reconocer que solo gracias a ese apoyo internacional hemos llegado a este nivel de negociaciones y esfuerzos de paz. Sin ese respaldo, estaríamos mucho más rezagados. Porque la voluntad de paz proviene de las comunidades, no de los políticos tradicionales, quienes, por el contrario, tienen interés en mantener el conflicto y en impedir soluciones que protejan la vida.
El conflicto armado no surge simplemente porque alguien toma las armas, sino que es una expresión de la profunda desigualdad y exclusión en una sociedad como la colombiana, donde la tierra y el poder no se comparten, sino que están concentrados en pocas manos. Abrir espacios políticos para que haya otras visiones es algo que se quiere negar.

Suiza se ha comprometido con la paz en Colombia desde 2001. ¿Ha tenido efecto este compromiso?
Suiza – al igual que Noruega, España o Alemania – mantiene una estrecha relación con las comunidades y regiones, ha apoyado proyectos y promovido iniciativas para la protección de los derechos humanos, de procesos de organización comunitaria.
Los contactos que surgieron a partir de ello permitieron que Suiza y otros países se involucraran de forma permanente y ayudaran en la implementación del Acuerdo de Paz de 2016.
Esta comunidad internacional ya conocía el país antes, no llegó recién a las negociaciones de paz – eso fue decisivo y lo sigue siendo hoy en día.
Suiza tiene una credibilidad muy grande en las comunidades y tiene muy clara la gran importancia de la búsqueda de las personas desaparecidas en Colombia.

¿Cuál fue su mensaje durante su visita a Berna, un año antes de las elecciones presidenciales en Colombia?
A la comunidad internacional hay que decirle que no debe abandonar su apoyo – sobre todo en el ámbito político – para la construcción y la salida negociada al conflicto en Colombia.
Es un conflicto que, tras el Acuerdo de Paz, de alguna manera se ha reanudado, ya que todavía existen muchos actores armados en el país. Sin embargo, el Gobierno actual tiene la firme voluntad de encontrar soluciones.
Estas soluciones con diversos actores armados representan un desafío – en ese sentido, la presencia de la comunidad internacional es una garantía de que se pueda mantener la voluntad de negociar de los actores armados en buscar esas salidas que se han ofrecido por parte del Gobierno.
Existen fuerzas que quieren revertir todo – sin ofrecer a las comunidades perspectivas de una vida digna. Estas perspectivas están en juego en este tenso escenario en Colombia, justo antes de las elecciones.
¿Qué espera usted como mujer para la paz en Colombia?
Espero que el entorno violento en el que vivimos no nos robe la persistencia en seguir luchando por la paz.
Como mujer comprometida con la paz y los derechos humanos, deseo que en la sociedad se desarrolle un sentido de responsabilidad frente al clima político, espero que la sociedad pueda sentirse apropiada de su liderazgo político, que pueda decir lo que quiere y no se deje distraer por disputas oportunistas en detrimento de la vida, la dignidad y la libertad para todas y todos.
Derechos humanos en Colombia
A pesar de los diálogos de paz y los ceses al fuego, la población civil en Colombia sigue sufriendo los conflictos armados y las violaciones de derechos humanos y del derecho internacional humanitario que estos conllevan.
Las comunidades más afectadas son las indígenas, afrocolombianas y campesinas.
La búsqueda de personas desaparecidas sigue siendo difícil, y continúan registrándose casos de desapariciones. Además, a pesar de las medidas de protección mejoradas por parte de las autoridades, defensoras y defensores de derechos humanos siguen siendo víctimas de violencia.
Fuente: Amnistía Internacional
Para Suiza está claro que no existen soluciones simples para los problemas estructurales de Colombia. Más información en este artículo:

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Editado por Marc Leutenegger

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