
Sánchez quiere una mayoría clara en la repetición electoral en España

El jefe del gobierno español en funciones, el socialista Pedro Sánchez, incapaz de reunir apoyos externos para un gobierno, pidió el miércoles una mayoría amplia para dirigir el país, que en noviembre celebrará sus cuartas elecciones en cuatro años.
Cinco meses después de ganar las elecciones del 28 de abril aunque sin mayoría absoluta, con 123 diputados de 350, el dirigente socialista culpó a los conservadores del Partido Popular, los liberales de Ciudadanos y la izquierda radical de Podemos de impedir su gobierno.
Tras una ronda de consultas con el rey, responsable de encargar la formación de un ejecutivo, Sánchez reconoció el martes por la noche no haber reunido los apoyos necesarios en el Congreso.
Como era el único candidato con posibilidades de ser investido, el Parlamento deberá disolverse la próxima semana para que se celebren unas nuevas elecciones el 10 de noviembre, las cuartas en cuatro años de inestabilidad y fragmentación política en el país.
«Espero que los españoles den una mayoría más rotunda si cabe al partido socialista para que ustedes no tengan la capacidad de bloquear la formación de un gobierno, que es lo que necesita España», recriminó a los diputados de la oposición durante un debate en el Congreso.
En el poder desde junio de 2018, cuando desbancó al conservador Mariano Rajoy con una moción de censura, Sánchez reclamó estabilidad ante los retos del enfriamiento económico mundial, del Brexit o de una probable escalada de la crisis catalana ante la próxima sentencia contra los líderes independentistas que impulsaron el intento de secesión de 2017.
El jefe del Partido Popular, Pablo Casado, la segunda fuerza del país, le reprochó su «irresponsabilidad» por querer «ir a elecciones desde el principio, engañando a los españoles durante cinco meses».
«Por eso no ha buscado el acuerdo con ningún partido de esta cámara y ha tratado a la oposición con su habitual soberbia», criticó.
En julio, Sánchez perdió dos votaciones para ser reinvestido después de que las precipitadas negociaciones mantenidas durante unos pocos días con Podemos fracasaran porque la izquierda radical consideró insuficientes las responsabilidades ofrecidas en un gobierno de coalición.
Ahora, el socialista les proponía simplemente un acuerdo de programa pero con un ejecutivo monocolor. La investidura, igualmente, dependía de los partidos nacionalistas vascos e independentistas catalanes.
Los sondeos predicen una nueva victoria socialista en noviembre pero otra vez sin mayoría absoluta.