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Un laboratorio para reverdecer Lausana

Justo a los pies de la catedral se encuentra la 'Rue de la Mercerie', donde la capital del cantón de Vaud se muestra con aires de burgo campirano. Allí Lausana se ofrece un suplemento de vegetación sobre el adoquín. swissinfo.ch

La urbe del futuro será verde. Las metrópolis exploran diversas formas de enriquecerse con espacios llenos de vegetación. En Suiza, desde 1997, ‘Jardines de Lausana’ ofrece un laboratorio experimental, de vanguardia y lúdico, para la ciudad del mañana. 

No se trata de una leyenda fundadora, aún si la historia tendría todo para serlo: Christophe Ponceau y Adrien Rovero se inclinan frente a un mapa del centro de Lausana. Ambos sostienen en sus puños 15 semillas. Las lanzan y allí donde caen, germinará un jardín. Participes de la edición 2009, el arquitecto y paisajista parisino y el diseñador de Lausana son, este año, los comisarios de la manifestación Lausanne Jardins 2014Enlace externo, (Jardines de Lausana) con el subtítulo ‘Landing’ (‘Aterrizaje’), un modo de indicar que esta vez, los jardines “aterrizan” en la ciudad a orillas del lago Léman.

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Bordados verdes sobre tejido urbano

Este contenido fue publicado en Caminata por las calles escarpadas y tortuosas del centro de Lausana, donde la vegetación surge donde uno no lo espera.

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“Las semillas cayeron por azar y la variedad de los emplazamientos refleja bien la topografía de Lausana. Se encuentran en pequeñas calles, en las plazas, en los parques, en los techos, en las terrazas…”, constata Adrien Rovero. Pero en el mapa no se ve una característica fundamental de Lausana: el relieve. En esta ciudad suiza hay subidas y bajadas: colinas, caminos escarpados, escaleras y paradores que se suman al encanto de un centro histórico cuya división parcelaria y distribución de calles aún siguen siendo aquellas definidas en la Edad Media.

Lausana, de por sí, es muy verde. A los pies del lago y rodeada de árboles, la ciudad reboza en parques, jardines, caminos arbolados y espacios llenos de vegetación. El bosque está a un paso, en la colina de la ciudad, y subsiste incluso un recodo de esta floresta en pleno centro, en el extremo sur de la explanada de Flon, en el barrio postindustrial periférico.

Allí, en un callejón sin salida entre dos depósitos en piedra centenarios y renovados hace poco, aquel que levante la cabeza, verá un “jardín suspendido”: Plantas en macetas sostenidas por lazos atados de una ventana a otra sobre la callejuela, crean simbólicamente un enlace entre el vecindario. Si en Nápoles se cuelgan las ropas a secar; aquí, la vegetación es la protagonista. 

Ciudad privilegiada

Esa es la idea central de ‘Lausanne Jardins’: colocar verdor donde normalmente no existe. Sorprender, interpelar al pasante y llevarlo a inquirirse sobre su relación con la ciudad y la vegetación. Un cuestionamiento que Thierry Meyer, redactor en jefe del diario local ‘24 heures’, desarrolla así en una de sus columnas: “¿La ciudad es un paisaje? ¿La naturaleza debe estar encuadrada? ¿El espacio disponible es inmutable? ¿Construir significa siempre destruir?”

¿Hay más que decir? “Sí, que Lausana es una ciudad privilegiada, lo que la vuelve ideal para este tipo de experiencias”, responde Christophe Ponceau. Cada 4 o 5 años, los 330 jardineros de la ciudad tienen la posibilidad de experimentar y confrontarse con otros artistas”.

Inmerso de manera significativa en esta manifestación –y no solo en la tarea del riego de las plantas-, el Servicio de Parques de la ciudad no es el único abastecedor de espacios verdes experimentales. ‘Lausanne Jardins’ también está abierto a los artistas internacionales, seleccionados a través de un concurso, y a alumnos de diseño, paisajistas y arquitectos de las escuelas superiores en estas materias. Para esta quinta edición, el jurado seleccionó 27 proyectos -9 europeos y 2 americanos- de los 400 en liza.

Universal y único

¿Es una moda volver más verde a la ciudad? “Por supuesto que sí. Todas las grandes metrópolis hacen tentativas de media y gran escala al respecto”, indica Christophe Ponceau. Ginebra inaugura este año la primera edición de su festival de jardines ‘Genève, ville et champsEnlace externo’.

Sin embargo, ‘Lausanne Jardins 2014’ no se inscribe directamente en la línea del “urban farming” (granjas urbanas), que se realiza anualmente en Bruselas, Praga o Montreal y cuya exposición itinerante, Carrot CityEnlace externo, hace alto, oportunamente, en Lausana este verano.

Este año, Lausana solo tiene una zona productiva: se trata de un invernadero con tomates que corona un imponente edificio lleno de ventanas, construido a finales de los 50. “Si nos comparamos con otros festivales, somos prácticamente únicos en el mundo, por la amplitud de nuestra manifestación y por la duración de la misma, cuatro meses”, explica el arquitecto parisino.

“Aquí uno se encuentra realmente en ‘El Jardín Urbano’. Lo que nos interesa es ir allí donde, de entrada, ya resulta un desafío instalar un espacio con vegetación”, agrega Adrien Rovero. Es lo que justamente hace la gran diferencia entre ‘Lausana Jardins’ y un festival como el de Chaumont-sur-LoireEnlace externo, en Francia, donde los nuevos jardines, incluso los más vanguardistas, se extienden en medio de áreas verdes ya existentes.

En Lausana, por el contrario, algunas de esas zonas temporales, concebidas para el festival, parecen como caídas del cielo. Y a esto se suma lo totalmente inesperado: una fachada neoclásica tomada por asalto por la hierba. Las matas escapan entre columnas. La imagen es, a la vez, divertida, insólita y vagamente posapocalíptica, como si las plantas reinaran en la ciudad.

Investigación y desarrollo

“Para nada es esa la idea”, corrige Christophe Ponceau. Queremos, más bien, explorar nuevas formas de utilizar o aportar la vegetación a la ciudad, pero una ciudad habitada. Esto lo veo como una respuesta distinta a las otras propuestas que existen de jardines verticales”.

El arquitecto y el diseñador

Christophe Ponceau es arquitecto de la Escuela Boulle, en París, pero también paisajista y director artístico en los ámbitos del diseño, la fotografía y el grafismo. En 2000, participó en la exposición ‘El jardín planetario’, en el Parque de la Villette, en la capital francesa. También fue el padre del pabellón francés de la Exposición Internacional de Zaragoza, en 2008. Más recientemente trabajó en el jardín del nuevo Fondo Regional de Arte Contemporáneo de Orléans (Francia) y desarrolló proyectos que enlazan arquitectura efímera, fotografía y paisaje en Detroit (EE.UU.)

Adrien Rovero obtuvo la maestría en Diseño Industrial de la Escuela Cantonal de Arte de Lausana (ECAL). Activo en los sectores inmobiliario, escenográfico y de iluminación, abrió su taller en 2006 en Renens, en el cantón suizo de Vaud. Entre sus ocupaciones, diseña y concibe objetos para casas editoriales en toda Europa. También ha realizado proyectos escenográficos para el Centro Pompidou, en París; el ‘Grand-Hornu Images’ en Bélgica y el Museo de Diseño y Artes Aplicadas Contemporáneas (mudac) de Lausana, tres instituciones que, además, han adquirido algunas de sus obras para sus colecciones. 

Jardines verticales, fachadas llenas de vegetación… el arquitecto emite ciertas reservas a esta moda: “Esto puede justificarse por asuntos de integración paisajista, cuestiones térmicas o de aislamiento, pero cuando es solo una decoración o únicamente hay detrás de ello la voluntad de sorprender, resulta más discutible, sobre todo por el gran consumo de agua que se requiere”.

“La tendencia de querer absolutamente colocar vegetación en vertical, puede resultar una herejía”, va más lejos Adrien Rovero. En su opinión, “la hierba entre columnas funciona muy bien para una manifestación de duración limitada, pero no hay que perennizarla”.

Perennes serán ciertos conceptos desarrollados actualmente en Lausana, en el marco de esta cita quinquenal, como ya ha sido el caso en pasadas ediciones de ‘Lausanne Jardins’. Aún es muy temprano para saber de cuáles se tratará, pero los dos comisarios ya muestran su inclinación por una nueva forma de macetas de flores en módulos que, luego de su primera salida en público en una calle peatonal del centro, podrían emerger por toda la ciudad.

Ese aspecto experimental de esta aventura es lo que especialmente gusta a Adrien Rovero. “Se habla de laboratorio, de investigación y desarrollo, es más que decoración urbana. Con un centenar de exposiciones, conferencias y coloquios que gravitan alrededor del tema, ‘Lausanne Jardins’ es una verdadera manifestación cultural, que se queda en el recuerdo de la gente, porque solo ocurre cada lustro, y a la que espera siempre una próxima vez”. Tradicionalmente, los jardines son muy frecuentados y muy poco vandalizados, incluso en los barrios más “calientes”.

“Me parece también muy positivo que todos los futuros diseñadores o arquitectos de las escuelas superiores implicados en esta edición han reflexionado en la integración de las plantas en sus trabajos”, agrega Rovero. “Aprendieron a respetarlas, a considerarlas como seres vivos y no simplemente como un objeto decorativo”.

Traducción del francés: Patricia Islas

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