«Un puerto de paz en medio de la guerra»
Un millar de madres y niños exiliados, entre ellos muchos españoles, se refugiaron durante la Segunda Guerra Mundial en la Maternidad de Elna (sur de Francia). Su fundadora, la enfermera suiza Elisabeth Eidenbenz, falleció la semana pasada en Zúrich.
El Ayuntamiento de Elna ha convertido el antiguo castillo en un museo que rememora la historia del exilio y de los campos de internamiento. Un episodio sobre el que el historiador Tristan Castanier i Palau ha publicado un libro. Entrevista.
“La historia de la Maternidad nos permite reflexionar sobre los conceptos de la resistencia activa y de la solidaridad”, declaraba a swissinfo.ch Castanier el pasado 27 de mayo, tras asistir al entierro de Elisabeth Eidenbenz en Zúrich. Se trata de una historia de desobediencia a la política de represión, criminalización e internamiento. Pero también es la historia de una mujer, la de Elisabeth Eidenbenz, y de una institución, la Maternidad, en la que encontraron refugio personas de 22 nacionalidades distintas.
Tristan Castanier, de 27 años, forma parte del Consejo científico de la Maternidad y es autor de la obra Mujeres en el exilio, madres de los campos. Elisabeth Eidenbenz y la Maternidad suiza de Elna, 1939-1944 (Canet, Ediciones Trabucaïre, 2008).
swissinfo.ch: Usted estuvo en el entierro de Elisabeth Eidenbenz en Zúrich. ¿Cómo se desarrolló la ceremonia?
Tristan Castanier i Palau: Ha sido un momento de gran emoción y recogimiento. Ha consistido en un acto sencillo, pero cargado de sentimiento que reivindicó la lucha por lo justo. Fuimos recibidos por un pequeño comité. Asistieron familiares próximos de Elisabeth, pero también vinieron muchas personas que habían nacido en la Maternidad. Una judía nacida en el centro y el alcalde de Elna pronunciaron sendos discursos. También participaron todas aquellas personas que contribuyeron a rescatar del olvido la Maternidad de Elna y a su directora.
Hay que recordar a Elisabeth como una mujer sencilla que hizo lo que debía. Recibió la medalla de los Justos entre las Naciones del Yad Vashem, remitiéndonos a la historia de una mujer que, en un clima de renuncia en el que la gente se dispuso a cruzarse de brazos, decidió emprender una gran operación de rescate.
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swissinfo.ch: ¿Quién era esa mujer que salvó la vida a casi 600 niños?
T. C. P.: Era una mujer “justa”, de una gran sencillez, de fuertes convicciones y, al mismo tiempo, una persona dotada de una voluntad irreductible para organizar algo grande con muy escasos recursos. Nacida en 1913, provenía de una familia protestante de Zúrich. Tenía una vida bastante normal para una mujer de su época. Se formó como maestra y comadrona. Tras unas prácticas en Dinamarca se incorporó a una organización internacional de pacifistas activos. Y decidió acudir en ayuda de las víctimas civiles de la guerra en España, primero en Madrid y después en las colonias de niños en el campo republicano.
swissinfo.ch: ¿Qué desafíos tuvo que superar Eidenbenz cuando fundó la Maternidad en 1939?
T. C. P.: El principal desafío era el de ser una joven mujer de 25 años que formaba parte de una organización caritativa. Tuvo que imponerse a la directiva de los campos y al Estado Mayor francés. Al cabo de unas negociaciones arduas consiguió que se pudieran ofrecer prestaciones sanitarias en lugares determinados en los campos bajo el control del Ejército francés. Y posteriormente, gracias a la contribución de la Ayuda Suiza y de las madres españolas de los campos, se logró establecer el centro en el castillo en Elna.
swissinfo.ch: ¿Qué transcendencia tuvo la labor de esta ‘madre coraje’ en los años difíciles de la ocupación nazi?
T. C. P.: Tuvo una importancia capital porque se trató de la lucha de una mujer relegada a un papel tradicional. La ayuda a los menesterosos tenía dimensiones políticas y sociales de gran relevancia. Se trató realmente de un combate porque ayudaba a personas indeseadas. Los republicanos españoles fueron tratados como animales. Eran internados en campos sin estatus de refugiados y fueron vistos como enemigos de la nación. Por todo eso se trata realmente de una gran lucha de una mujer que, sola frente a la tempestad, fue capaz de actuar de manera solidaria en una sociedad dominada por los hombres.
swissinfo.ch: Durante la retirada de las tropas republicanas, muchos exiliados sufrieron condiciones de vida infrahumanas. ¿Cómo enjuiciaría el papel de las autoridades francesas respecto de los refugiados españoles?
T. C. P.: Creo que la labor del historiador no consiste en juzgar sino en comprender. Como ciudadano me sorprende porque me parece una actuación muy negativa. Y todo ello teniendo en cuenta que la República Francesa se consideraba república hermana de la española. A la política de no intervención del Gobierno de Léon Blum se añade el hecho de que esos refugiados civiles y militares fueron tratados como despojos. La política rehusó preparar la acogida. En febrero de 1939 les dejaron esperando varios días en la frontera en medio de la nieve y el frío. Además, hubo un dispositivo coercitivo. En los campos de Argeles los exiliados no tenían ni comida ni techo.
swissinfo.ch: La Maternidad fue una de las instituciones más importantes de la Ayuda Suiza en Francia. ¿Qué puede decirse sobre la contribución helvética?
T. C. P.: El pueblo suizo, siguiendo su tradición humanitaria, contribuyó de manera significativa a la ayuda, siendo la Maternidad uno de los ejemplos más visibles. Pero los verdaderos portadores de la labor humanitaria fueron los colaboradores sobre el terreno como Elisabeth Eidenbenz porque se alejaban de la Realpolitik.
Suiza utilizó la ayuda humanitaria en sus relaciones internacionales con los países beligerantes. Esa ayuda se materializó en lugares prodigiosos como la Maternidad, pero también en tensiones entre los colaboradores y la Cruz Roja Suiza (CRS), cuyas directivas prohibían la admisión de judíos y refugiados políticos. Prescribían además el despido de todo colaborador que no las cumpliera. De ahí surgió una gran crispación. Elisabeth se colocó al margen de la legalidad para prestar ayuda a las madres y los niños judíos. Estamos ante un acto de desobediencia.
swissinfo.ch: La Maternidad recibió dinero de diversas fuentes…
T. C. P.: Los fondos procedían principalmente de una agrupación de asociaciones que a su vez recibían dinero de grupos civiles protestantes y obreros suizos. Al igual que hoy, esos subsidios se recaudaban con grandes campañas. Hasta 1942 fueron sobre todo los suizos quienes contribuyeron activamente al apadrinamiento de los niños y a la financiación de la obra humanitaria. Asimismo, un grupo evangélico estadounidense de cuáqueros donó fondos.
swissinfo.ch: En 1944 la Gestapo alemana desalojó la Maternidad. ¿Cómo se desarrolla este último capítulo del centro?
T. C. P.: La historia de la Maternidad concluye en condiciones propias de una guerra. Era un puerto de paz en medio de la guerra que permitió a esas mujeres embarazadas salir de los campos para concebir a sus hijos en condiciones ideales en un lugar con una mortalidad ínfima. En 1944, la Gestapo desalojó el centro por la fuerza militar. Las mujeres tuvieron que irse. Fueron apaleadas cuando subieron al tren que las trasladó a otro centro de la Ayuda Suiza en Montagnac. La labor humanitaria continuó entonces, solo cambió de sitio, aunque de manera repentina.
swissinfo.ch: ¿Qué importancia tiene la historia de Eidenbenz en la región del Rosellón? ¿Es un episodio conocido?
T. C. P.: Sí, es un hecho extremadamente conocido. Después de la muerte de la señora Eidenbenz se multiplican las conmemoraciones, tanto a escala departamental como en Cataluña. Hoy hay un centenar de niños que llevan el nombre de Elne. Asimismo, el municipio de Elna ha dedicado varias calles a Elisabeth o a niños de la Maternidad, y ha creado un lugar de conmemoración con un museo y un centro científico consagrado a la memoria histórica.
Hoy es un museo dedicado a la divulgación de la historia del lugar y sobre todo a la memoria de Elisabeth Eidenbenz, fallecida a los 97 años de edad.
Gracias a ella, entre 1939 y 1944 nacieron unos 400 bebés de madres llegadas de los campos de refugiados y fueron acogidas un millar de mujeres y niños que encontraron aquí un islote de paz, consuelo y respeto.
Las intervenciones humanitarias llevadas a cabo por la Maternidad abarcaron desde el fomento del padrinazgo de niños españoles por familias suizas hasta la prestación puntual de ayuda alimentaria, pasando por el socorro a la población civil de Perpiñán tras las inundaciones de octubre de 1940.
Fue la institución de ayuda suiza más importante en Francia y un lugar pionero para la ayuda humanitaria suiza en territorio ocupado.
Hasta 1942 estuvo ligado a la Asociación de Ayuda Suiza a los Niños en Guerra y dependía de la Cruz Roja Suiza. El principal apoyo provenía de las iglesias, de diversos movimientos pacifistas y de colectas entre la población.
Elna es un municipio situado en el Departamento de Pirineos Orientales, en la región del Languedoc-Rosellón en el sur de Francia. Actualmente tiene unos 7.500 habitantes.
Villa íbera en sus orígenes, Elna fue renombrada Castrum Helenae en el siglo III, en honor a la madre del emperador Constantino I, la emperatriz Helena, de ahí su nombre actual.
Del siglo VI hasta el XVI fue sede del obispado del Rosellón. Sin embargo, la importancia que fue adquiriendo Perpiñán a partir del siglo XIII, fue eclipsando a Elna.
La villa fue asediada, en 1385, por Felipe III el Atrevido, rey de Francia, que masacró a sus habitantes. En el siglo XIV fue ocupada por Pedro III de Aragón, hasta que las tropas del rey Luis XI la recuperaron para Francia en 1774.
Esa tardía incorporación al reino de Francia hace que la provincia fronteriza esté muy unida lingüística y culturalmente a Cataluña. La región comprendida entre los Pirineos y el macizo de los Corbières recibe el nombre de Cataluña Norte (en contraposición con la Cataluña española o del sur).
Tras la retirada de las tropas republicanas en la Guerra Civil Española, la región acogió medio millón de refugiados civiles y militares españoles.
Desde 1939 hasta 1944 Elna fue sede de la Maternidad suiza creada por Elisabeth Eidenbenz.
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