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Theresa May, la obstinación política como fuerza o debilidad

La primera ministra británica, Theresa May, se protege de la lluvia bajo un paraguas tras asistir a un servicio religioso cerca de su distrito electoral de Maidenhead, al oeste de Londres, el 9 de diciembre de 2018 afp_tickers

La primera ministra británica Theresa May, que mostró una extraordinaria perseverancia en el espinoso camino hacia el Brexit, verá la próxima semana si se cubre de éxito por no tirar la toalla o lo pone todo en peligro al negarse a cambiar de rumbo.

Fiel a su reputación de testaruda, esta política de 62 años, que proyecta una imagen de frialdad un poco mecánica, se levantó tras cada golpe que recibió durante casi tres años.

«Continuaremos trabajando para cumplir la solemne promesa que hicimos a la gente de este país, de cumplir con el resultado del referéndum» de junio de 2016 en que 52% de británicos votó a favor de salir de la Unión Europea, ha dicho hasta la saciedad.

Tras ver estrepitosamente rechazado por el Parlamento británico en enero el acuerdo que con tan esfuerzo había logrado con la UE, volvió a enzarzarse en unas arduas negociaciones con Bruselas, tras la cuales la próxima semana vuelve a presentar el texto a los diputados.

Si los legisladores, incluidos los rebeldes de su Partido Conservador, aprueban que Reino Unido abandone la UE en las condiciones que ella negoció, «se considerará que cumplió con su mandato a base de estoicismo y perseverancia», señala Iain Begg, profesor de Ciencias Políticas en la London School of Economics.

Pero si fracasa, agrega, «se la percibirá como la persona que provocó la explosión de los conservadores durante años» y arriesgó el futuro del país por insistir con su plan hasta los días previos a la fecha fijada para el Brexit, el próximo 29 de marzo.

– Supervivencia y determinación –

May llegó al poder en las caóticas semanas posteriores al referéndum de 2016, cuyo resultado provocó la dimisión del entonces primer ministro conservador David Cameron, de quien había sido ministra del Interior durante seis años.

Pese a ser euroescéptica, se había pronunciado a favor de la permanencia en la UE, pero se implicó poco en la campaña y lo hizo insistiendo en la necesidad de limitar la inmigración, el tema favorito de los partidarios del Brexit.

Solo un año después de llegar a Downing Street, convocó unas catastróficas elecciones legislativas anticipadas destinadas a fortalecer su posición en las que, sin embargo, acabó perdiendo la mayoría absoluta y quedó dependiente del apoyo del pequeño partido unionista norirlandés DUP para poder gobernar.

Desde entonces los ataques de euroescépticos y proeuropeos de su propia formación la han hecho tambalearse en varias ocasiones.

Varios de sus ministros la fueron abandonando por el pedregoso camino de una negociación que resultó más difícil de lo que esperaban, entre ellos dos ministros del Brexit, Dominic Raab y David Davis, y el jefe de la diplomacia Boris Johnson, que desde entonces se convirtió en uno de sus más acérrimos rivales.

Pero hasta ahora, May siempre sobrevivió y siguió adelante con su plan.

– «No subestimen a Theresa May» –

Theresa Brasier –su nombre de soltera– nació el 1 de octubre de 1956 en Eastbourne, ciudad costera del sureste del país.

Tras estudiar geografía en la Universidad de Oxford, donde conoció a su esposo, Philip, y trabajar brevemente en el Banco de Inglaterra, dio sus primeros pasos en política en 1986, año en que fue elegida concejala del distrito londinense de Merton antes de convertirse en diputada en 1997.

De 2002 a 2003 fue la primera mujer en ocupar el cargo de secretaria general de su formación.

La propia May se describió una vez como «una mujer jodidamente difícil», y su actual ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, advirtió recientemente: «No subestimen a Theresa May».

Aunque sus enemigos la han acusado de tener poca altura de miras, todos coincidían en su laboriosidad.

«Es muy diligente, muy trabajadora, se sumerge en los detalles, es bastante tecnócrata, muy dura, y puede ser tozuda», explicó a la AFP el exlíder liberaldemócrata Nick Clegg, que fue viceprimer ministro del gobierno de coalición de Cameron.

«Todas estas cosas son cualidades bastante buenas en un político del gobierno», reconocía Clegg. Pero «nunca vi realmente en ella mucha imaginación, ni flexibilidad, ni instinto, ni visión».

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