Tragedias y alegrías de futbolistas amputados rumbo al Mundial de Turquía
Hugo Penso Correa
Barranquilla (Colombia), 25 sep (EFE).- Pedro Pilonietas perdió una pierna al darse un disparo, Candelario Donado se quedó sin la suya por la mordida de una serpiente y así, entre tragedias, sacrificios y alegrías, un grupo de colombianos logró a tiempo los recursos para disputar el Mundial de fútbol de amputados en Turquía.
La participación del equipo formado por jugadores en condiciones de discapacidad llegó a estar comprometida por no tener un monto cercano a los 300 millones de pesos, equivalentes a 67.500 dólares.
El panorama comenzó a cambiar con la aparición de algunos mecenas, como el delantero de Junior de Barranquilla Carlos Bacca, exjugador del Milán italiano y de los españoles Sevilla, Villarreal y Granada.
Con la suma de apoyos, los jugadores de la selección colombiana de amputados, que estuvo concentrada en la caribeña ciudad de Barranquilla, pudo dejar de lado los bastones artesanales de aluminio para jugar con los reglamentarios, a los que por costos no tenían acceso.
La selección viajará este lunes para jugar el Mundial, que se celebrará en Estambul del 30 de noviembre al 10 de octubre con la participación inicial de selecciones de 24 países.
Además de Colombia, la representación suramericana en el torneo la completan las selecciones de Brasil, Argentina y Uruguay.
La plantilla colombiana la componen los arqueros Alfonso Visbal, Arnol Sepúlveda y Yerri Herrera; los defensores Fabián Duarte, Néder Calvo, Pedro Pilonietas, Daniel Pérez y Jairo Meza; los centrocampistas Jorge Henao, Jesús Moreno, Jorge Tovar, José Suárez y Sergio Acevedo y los delanteros Luis Cassiani y Candelario Donado.
El entrenador Édgar Blanco dijo a Efe que confirmar la participación no fue fácil.
«La participación en el Mundial cuesta 300 millones de pesos, que conseguimos tocando las puertas de diferentes entidades públicas y privadas», explicó.
Blanco añadió que el delantero del Junior Carlos Bacca aportó dinero de su bolsillo.
Con los recursos, los jugadores ahora están provistos de bastones fabricados en fibra de carbono, mucho más livianos y de mejor manejo.
«Mientras en otros países como Brasil o Argentina pueden jugar todos los días, en Colombia nos reunimos apenas en la medida de nuestras posibilidades porque todos tienen que trabajar para ganarse la vida», explicó Blanco, quien además de seleccionador, se desempeña como preparador físico, masajista y hasta psicólogo.
HISTORIAS DE VIDA
Nada ha sido fácil.
El defensor Pedro Pilonietas es con 43 años el de más edad en el equipo. También es el más veloz, y pudo haber destacado en el fútbol profesional como un versátil jugador.
«Perdí mi pierna a los 22 año en un absurdo accidente cuando se me disparó una escopeta. Se me truncó la carrera como futbolista», dijo a Efe.
Pilonietas hasta hace muy poco se ganaba la vida en Palmar de Varela, una población cercana a Barranquilla, como vendedor callejero de bolsas de agua. También probó como bicitaxista y mototaxista.
«Hoy agradezco al profesor Blanco porque me ayudó a conseguir un trabajo como guardaparques», dijo emocionado.
A Candelario Donado, de 37 años, lo mordió una serpiente cuando tenía 10. Entonces sus familiares dejaron su salud en manos de un curandero con tan mala suerte que al poco tiempo su extremidad fue amputada.
Hoy, además de ser el capitán de la selección colombiana de amputados, ha sido, líder y promotor del fútbol para discapacitados junto a su compañero, el delantero Luis Cassiani.
«Aquí estoy cumpliendo este sueño de ser jugador de fútbol porque he representado a Colombia dos veces: en una Copa América en la que fui el goleador, y en el Mundial de 2018 que se jugó en México, donde llegamos a cuartos de final», dijo.
Otro de los experimentados de este equipo es el guardameta Alfonso Visbal, de 37 años. Cuando fue jugador profesional tuvo como entrenador a Jorge Luis Pinto, exseleccionador de Colombia, Costa Rica y Honduras.
Un cáncer óseo en la cabeza del húmero que hizo metástasis al pulmón. Pero no le impidió llegar a ser el portero de la selección Colombia de fútbol de amputados.
Además de tener un almacén de elementos deportivos, en la actualidad es entrenador de arqueros en escuelas de formación en Cúcuta, su ciudad natal.
Sus alumnos son niños sin ninguna limitación física y su desafío es convertir a sus alumnos en «los mejores entre los tres palos». EFE
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