Un parapléjico británico busca romper barreras con un récord de esquí en la Antártida
Judith Mora
Londres, 18 nov (EFE).- El británico de 35 años Darren Edwards, parapléjico desde que sufrió un accidente de escalada en 2016, está «un poco nervioso, pero sobre todo emocionado», de emprender el 3 de diciembre un aventura inédita y romper así un récord: esquiar con silla adaptada 222 kilómetros por la Antártida, hasta llegar al Polo Sur.
Edwards conversa con EFE en Londres, después de presentar a su equipo, formado por el jefe de los Scouts en el Reino Unido, Dwayne Fields; la aventurera profesional Lucy Shepherd, conocida por sus documentales televisivos; y Matthew Biggar, su amigo del alma, que filmará la expedición.
Después de dos años de planificación, en los que, según él, la tarea más ardua fue reunir 300.000 libras (340.000 euros) de patrocinio para el viaje, el antiguo reservista del Ejército está motivado para batir el actual récord polar de ‘esquí sentado’, un trayecto de 111 km hasta el Polo Sur.
Aunque el objetivo es lograr ese nuevo hito y también recaudar al menos 100.000 libras (114.000 euros) para la organización Wings For Life, que financia la investigación de lesiones de médula espinal, el verdadero propósito de la misión es otro.
«Quiero mostrar a otras personas con lesiones medulares lo que es posible y motivarlas a redefinir lo ‘imposible’ en sus propias vidas. En los momentos difíciles, no será el récord mundial lo que nos impulse, sino la gente a la que intentamos inspirar», declara a EFE.
Maratones en silla de ruedas, piragüismo y natación, así como dos expediciones al Ártico noruego, han formado parte de su entrenamiento en los últimos meses, sumado a los varios récords deportivos que acumula como atleta con discapacidad desde su lesión a los 26 años.
Entre éstos, remó en canoa 1.400 km del sur al norte del litoral británico en 2021 y cruzó también en silla de esquí, en 2023, el glaciar más grande de Europa, el Vatnajokull en Islandia.
Fue ese contacto con el frío y el ejemplo de exploradores polares como Shackleton, Scott y Amundsen lo que llevó a Edwards a planear su nueva aventura en el hemisferio sur, que le planteará desafíos sin precedentes.
«Vivir con una lesión medular es complicado, incluso en Londres. En la Antártida, con temperaturas que alcanzan los -40 °C y fuertes vientos, no existe infraestructura que facilite la vida», explica.
«Si se me congelaran los pies, no lo sentiría»
«La gente suele pensar que estar en silla de ruedas solo significa no poder caminar, pero la vejiga y las funciones corporales también funcionan de manera diferente. Y a -40 °C no sentiría si se me congelaran los pies. Por eso, hemos mitigado este riesgo trabajando con empresas para desarrollar equipos innovadores que antes no existían, para proteger mis extremidades inferiores», precisa.
El aventurero señala que hay otro factor clave que le ayudará a superar esta prueba: «Contaré mucho con el equipo. Cuando surjan desafíos específicos relacionados con mi lesión medular, pediré ayuda».
Tras desplazarse a Santiago de Chile y después a Punta Arenas, el grupo tomará otro vuelo al Glaciar Unión y de allí otro más hasta los 88 grados al sur, donde empezarán la ruta prevista de 222 km hasta el Polo Sur geográfico, que esperan completar antes de Año Nuevo.
Si todo va bien, pasarán 8 o 10 horas esquiando cada día, sus colegas con la labor añadida de arrastrar el material.
Comerán alimentos deshidratados y con muchas calorías, fundirán nieve para conseguir agua y, cuando tengan que quedarse dentro de la tienda, el jefe scout ha prometido «tentetenimiento», juegos y actividades para matar las horas.
Pasarán la Navidad juntos entre el hielo, quizás ese día esquíen con gorros de Papá Noel, bromea Edwards.
Pese a todos los obstáculos y potenciales peligros, el aventurero confiesa que lo que más le inquieta ahora «quizás no sea lo que la gente se imagina».
«Lo que más me preocupa no es el frío ni el desafío físico. Es que me convertí en padre a principios de este año, mi primer hijo. Estoy completamente enamorado de él. Esta es la primera expedición en la que no solo dejo a mi esposa, sino también al bebé. Me preocupa extrañarlo», admite.
«Es emotivo, pero real. Pero, al mismo tiempo, sé que hago esto por él: para demostrarle que todo es posible», concluye. EFE
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