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Veinte años después de Néstor: un kirchnerismo en crisis y sin claro reemplazo

Verónica Dalto

Buenos Aires, 19 oct (EFE).- Las elecciones presidenciales que se celebran en Argentina el 22 de octubre encuentran al kirchnerismo, el ala del peronismo vinculada al ya fallecido expresidente Néstor Kirchner (2003-2007) y la actual vicepresidenta y exmandataria Cristina Fernández (2007-2015), en crisis y sin un claro reemplazo.

Hace 20 años, en 2003, llegaba al poder Néstor, pero dos décadas después esa línea no cuenta con un candidato presidencial en sentido estricto y sí con alguien que en el pasado fue considerado un «traidor», el ministro de Economía, Sergio Massa, quien, no obstante, fue ‘bendecido’ por Cristina y lleva como segundo al hoy jefe de gabinete, Agustín Rossi, cercano al kirchnerismo.

«Primero le entregan la economía a Massa y después le entregan la política», describe a EFE el politólogo Pablo Touzón.

«No hay concesión más grande y es cuando se ve en términos históricos del kirchnerismo su propio agotamiento, que entregarle las llaves, aunque sea parciales, a su más grande ‘challenger’, su más grande traidor», explicó.

Massa fue en 2009 jefe de gabinete de la entonces mandataria Cristina Fernández, pero luego fundó el Frente Renovador, con el que ganó las elecciones legislativas de 2013 al candidato de la expresidenta, el hoy investigado como sospechoso de corrupción Martín Insaurralde, y prometió terminar con el resto del movimiento.

Ya la fórmula que se alzó en 2019 con el actual gobierno llevaba a Alberto Fernández -otro «traidor»- como presidente y a Cristina Fernández como vicepresidenta.

«El kirchnerismo no puede ir primero» y «ahí tenemos una especie de adelanto de lo que uno podría considerar el agotamiento del ciclo vital en términos de poder y política del kirchnerismo», afirma Touzón.

Ademas, el politólogo opina que la sociedad no jaleaba el regreso de Cristina Fernández en 2019, sino que «el fracaso» de Mauricio Macri (2015-2019) «le subsidió el retorno». Entonces, agrega, Massa es la expresión de la «situación de crisis sistémica» que está teniendo el kirchnerismo.

REFUGIOS

El kirchnerismo busca refugiarse en estas elecciones en el Congreso -Máximo Kirchner, hijo de Néstor y Cristina, es candidato a diputado- y en la gobernación de la provincia de Buenos Aires, su gran feudo, mediante la reelección de Axel Kicillof.

Un triunfo de este sería posible por el voto dividido de la oposición «en un contexto de agotamiento del movimiento que lo trajo al poder», dice Touzón, quien recuerda que el gobernador ya dio indicios de que «se tiene que reinventar».

En caso de derrota, la crisis del kirchnerismo sería total, y sólo tendría presencia en el Congreso, después de que candidatos afines perdiesen en San Juan, San Luis, Chaco, Santa Fe y hasta en su terruño, Santa Cruz, provincia que gobernó Kirchner durante tres mandatos (1991-2003).

«Si pierden la provincia de Buenos Aires, no se van a poder reconstruir», prevé Touzón.

OFICIALISTA Y OPOSITORA

El oficialismo ya perdió las legislativas de medio término de 2021 y prevé otra derrota este 2023, de la mano de una economía que entre sus debilidades, tiene una inflación que en septiembre trepó a 138,3 % interanual.

Fernández no participa de la campaña, con la «ilusión», según dice el experto, de que Massa aparezca como el eventual derrotado: «Es como si fuese una fila de un fusilamiento, todos dieron un paso atrás y quedó Massa solo», dejándole la defensa y «todo el peso de lo que fue este gobierno del Frente de Todos», afirma.

«Sobre todo, no lo defiende Cristina, que es la primera opositora, con Máximo Kirchner», dice Touzón, quien recuerda que el programa de gobierno de Alberto Fernández fue «boicoteado sistemáticamente por el kirchnerismo».

Sin embargo, el experto considera que «el fin del kirchnerismo es algo que todavía no sucedió» y sólo llegará cuando «otro peronismo toma su lugar», es decir, «otro ‘ismo’ dentro del peronismo».

¿MASSISMO?

Para el politólogo, «una presidencia en serio de Massa implica necesariamente un conflicto con Cristina».

Si Massa llega al balotaje del 19 de noviembre, saldrá «empoderado» aunque pierda, porque llevó a ese nivel a un oficialismo que casi tuvo que marcharse tras la derrota en las elecciones de 2021 y la salida del ministro de Economía, Martín Guzmán, en 2022.

Si gana el candidato de ultraderecha Javier Milei, Massa sería «una especie de titiritero del Parlamento», porque «tiene colonizadas las listas» del libertario, y le permitiría «el juego de la resistencia sin la responsabilidad del poder».

Si ganara la candidata de la coalición opositora Juntos por el Cambio (centroderecha), Patricia Bullrich, para Cristina Fernández y sus seguidores «sería más problemático», porque su principal promesa es «terminar con el kirchnerismo». EFE

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