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Salzburgo, paraíso incomparable de arte y cultura

Espectacular visión del centro de la ciudad coronado por la imponente fortaleza de Hohensalzburg. Keystone

Es una ciudad que desprende cultura por sus cuatro costados. Más allá de las referencias omnipresentes del que fuera su más insigne vecino, Wolfgang Amadeus Mozart, esta villa y su población tienen mucho que ofrecer.

Monumentos, plazas, iglesias, palacios y rincones le confieren un sabor especial y un valor único.

Para los amantes de la cultura, todo un paraíso si tenemos en cuenta que Salzburgo ofrece más de 4.000 eventos relacionados con la música y el teatro de todos los géneros.

Mucho más que Mozart

La suntuosidad y la elegancia transportan al visitante a otro momento, otro siglo. La expectación aumenta cuando se atraviesan algunos de los puentes sobre el río Salzach para adentrarse en su centro histórico.

Allí, es delicioso perderse en las pequeñas y coquetas callejuelas que forman esta zona de la villa. Miles de pequeños detalles contribuyen a dotarla de una sabor especial:

Figuras religiosas, estatuas, inscripciones y placas de distintas personalidades que vivieron en la urbe, frescos en paredes y fachadas, llamativas señales metálicas que jalonan las bonitas tiendas, ornamentos en tonos dorados, anticuarios, comercios de adornos navideños, refinados cafés y abovedados restaurantes, hacen de cada rincón un lugar mágico.

Este ‘museo al aire libre’ ofrece un sinfín de sorpresas para paladearlas con pausa. GetreideGasse es la arteria principal de la ciudad vieja y donde se encuentra la casa en la que nació Mozart, ahora convertida en pinacoteca.

Turismo incesante

Al mismo tiempo que se pasea, es fácil escuchar distintos idiomas de los numerosos viajeros que visitan la ciudad en cualquier época del año: español, japonés, alemán, ingles, francés, italiano… No en vano, el turismo es la principal actividad económica de Salzburgo.

«El verano es horrible, si tuviera que elegir un periodo para visitarla sería en otoño», comenta con vehemencia, Marco Stingelin, presidente de la Asociación de Suizos de Salzburgo.

«Lo único malo es que casi siempre sopla mucho viento, el tiempo no es nada estable». De las 30.000 empresas que existen en la región, «unas 5.000 están enfocadas al turismo. Hay una oferta increíble: esquí, senderismo, balnearios, actividades náuticas…».

Habituados a este permanente trasiego, los habitantes son serviciales en sus cafés, hoteles y restaurantes. «Los ciudadanos de Salzburgo llevan una vida tranquila, son muy trabajadores, y les encanta disfrutar, salir, cenar… La vida de Salzburgo gira en torno al río. Junto a su cauce existen numerosos bares y ‘pubs’ irlandeses que deleitan con música en vivo».

Respeto y tradición

«Están muy orgullosos de su patrimonio, de su historia. Pienso que todavía tienen cierta nostalgia de la Austria Imperial,» explica Stingelin tras reflexionar un instante.

Y es que se percibe sin ninguna duda el extraordinario respeto de sus gentes a la tradición de Salzburgo. «Respetan mucho la cultura local, la música y habitualmente visten el traje típico tradicional –’Trachten’- que tanto jóvenes como adultos lucen gustosos los domingos. En invierno, por ejemplo, las estatuas se cubren con estructuras piramidales transparentes para evitar su desgaste. Las fachadas de sus edificios, de colores vivos y variados, están muy cuidadas.

Este fuerte apego a las costumbres se manifiesta también respecto a la jerarquía: «Aquí es más importante el título o cargo que el nombre o el apellido. En las tarjetas de trabajo aparece ‘Licenciado’ o ‘Magíster’. Si voy al médico trato de recordar que le debo llamar ‘Herr Doktor’ y no por su nombre, y cuando, me encuentro a su esposa, lo normal es decirle ‘Frau Doktor», relata Stingelin entre risas.

«Como en casa»

«En Salzburgo me siento como en casa. Al lado hay montañas, lagos, y la gente es muy parecida a los suizos. Aquí tienes lo que quieres, se come muy bien y los precios son moderados», apunta este suizo que reside desde hace tres años en la ciudad.

«Otra cosa son los impuestos que llegan al alcanzar hasta el 45% del salario. El precio de la vivienda es asequible, aunque residir en el centro es prohibitivo, es mejor olvidarlo. Mucha gente vive fuera de la ciudad y cada día se traslada para trabajar. Viena es más barata».

Festivales y caballos

El ‘Festspielhaus’ es el gran espacio que acoge el reconocido Festival de Salzburgo, y cuyo escenario se construyó dentro de uno de los dos montes que flanquean el casco antiguo de la ciudad.

«Originalmente era un establo para caballos», y en sus puertas está el monumento ecuestre dentro de una inmensa fuente ilustrada con frescos que «era usada para limpiar los caballos antes de introducirlos en la vieja cuadra».

También es interesante ir al mercado que se celebra dos veces por semana. Se puede encontrar de todo: fruta, verdura, pan, carne y productos biológicos. «A mi mujer le encanta y me anima para venir juntos; la comida es de calidad».

En Salzburgo, la variedad de dulces y tartas es enorme: La ‘Sachertorte’ de chocolate o las bolitas de mazapán de pistacho recubierto de turrón de chocolate, las ‘Mozartkugeln’, que se encuentran en cada esquina, son el ‘souvenir’ más popular de la localidad.

«Si pides de postre un ‘Salzburger Nockerl’ para una persona es imposible acabarlo. Puedes casi hasta morir del empacho. Lo ideal es ir un grupo de cuatro y repartirlo entre todos».

Marco Stingelin, nació en Coira, cantón de los Grisones. Es presidente de la Asociación de Suizos de Salzburgo. Alrededor de 700 ciudadanos suizos residen en la villa.

Lleva tres años y medio viviendo en la ciudad austriaca. Está casado y tiene dos hijos. Es uno de los máximos responsables de IKEA Salzburgo.

Salzburgo es la cuarta población de Austria y capital del estado federal homónimo. La parte antigua, que la UNESCO declaró patrimonio cultural de la humanidad en 1997, destaca por su arquitectura barroca.

Esta urbe alpina tiene una población de 150.000 habitantes y está hermanada desde 2006 con la capital helvética, Berna, entre otras.

Ubicada a pocos kilómetros de la frontera de Alemania, su núcleo urbano se dispone en torno al río Salzach. Está enclavada entre el talud de dos colinas: ‘Mönchberg’ y ‘Kapuzinerberg’; sobre ésta se asienta la soberbia fortaleza de Hohensalzburg.

Su nombre oficial en alemán es Salzburg (castillo de la sal), término acuñado en el siglo VIII cuando los barcos que transportaban sal pasaban por la ciudad y pagaban un impuesto.

El estadio Wals-Siezenheim fue inaugurado en marzo de 2003 y, pese a tener de momento sólo 18.686 asientos cubiertos, está previsto que en breve alcance los 30.000, como exigen las directrices de la UEFA.

Tres lugares:
Los invitados VIP se ubicarán en: el Café Mozart, los jardines de la Neue Residenz y el castillo Festung Hohensalzburg. La zona VIP había sido dispuesta inicialmente en la Mozartplatz. Esta área se empleará ahora para acoger a los aficionados y visitantes.

Los partidos se podrán ver también en la pantalla de vídeo gigante que se instalará en la preciosa plaza Kapitelplatz.

Además, en la gran zona comercial que rodea al estadio, distintas empresas colocarán puestos de comida y bebida para servir a los aficionados y asistentes.

Partidos:
10 de junio: Grecia-Suecia (20.45 horas)
14 de junio: Grecia-Rusia (20.45 horas)
18 de junio: Grecia-España (20.45 horas)

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