«Miel del manglar», cómo Panamá y Perú conservan ese ecosistema con colmenas sensorizadas
Ana de León
Paris (Panamá), 7 nov (EFE).- Las vecinas del pequeño pueblo de Paris, en las entrañas de Panamá, cuidan el manglar característico de esa árida zona con «miel», pues en lo profundo de ese ecosistema -amenazado por la crisis climática- han instalado «colmenas» donde miles de abejas lo polinizan.
Frente a la Bahía de Parita, del lado del Pacífico y a más de 230 kilómetros al oeste de Ciudad de Panamá, las ocho componentes de la Asociación de Mujeres Amantes del Manglar (Amuram) se introducen con trajes de apicultoras entre las ramas verdes del manglar para manipular casi una decena de cajas de madera con panales.
«La idea es sacar miel, pero también conservar los manglares. Tenemos muchos agricultores alrededor, (esto) también les sirve a ellos y a nosotros para tener los alimentos. La miel es buena, pero cómo nos vamos a alimentar si no hay abejas», dice a EFE Raquel Pascacio, una «amiga del manglar» con el traje de apicultora.
Cada colmena puede albergar hasta 80.000 abejas y producir de manera «exitosa» en dos meses hasta 22 litros aproximadamente de miel, de la que además se pueden elaborar otros productos derivados como jabones, cremas o el mismo polen.
Las «amigas amantes del manglar» entraron en diciembre pasado en el proyecto ‘Desarrollo sostenible de las comunidades costeras a través de la apicultura climáticamente inteligente en ecosistemas de manglar’, entre el Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (IDIAP) y la Universidad Nacional de Tumbes (Perú), con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
El proyecto busca dar alternativas económicas sostenibles a comunidades costeras tanto en Panamá como en Perú a la vez que se frena la degradación de los manglares, un ecosistema crucial para hacer frente a la crisis climática, pero cada vez más amenazado por las consecuencias de la misma.
«Esta apicultura en manglar (…) puede ser una actividad (económica) sin dañarlo, pero aprovechando su potencial. Dándoles una alternativa a las comunidades que viven al lado y que son conscientes de que tienen que protegerlo para adaptarse al cambio climático», relata a EFE la coordinadora general de la Cooperación Española en Panamá, Itziar González.
Apicultura climáticamente inteligente
Panamá, el país con más manglares de Centroamérica, tiene aproximadamente 170.000 hectáreas de manglares en sus dos costas, con doce especies diferentes del total de más de 60 conocidas en el continente americano.
Para monitorear esa «producción exitosa» usan sensores dentro de las colmenas que registran variables como «temperatura y humedades», que son «supersensitivas para la salud de la colmena», según explica a EFE Ruth del Cid Alvarado, investigadora principal del IDIAP de Panamá.
«Con estos sensores podemos ir monitoreando estas variables para poder darle un manejo técnico oportuno. Por ejemplo, en este momento tenemos una época lluviosa bastante fuerte con muchas humedades y precipitaciones que son muy sensitivas para las abejas», señala la investigadora parte del proyecto.
La instalación de esas colmenas sensorizadas dentro del mangle se debe a que a las abejas «les gusta muchísimo» ese tipo de ecosistemas, concretamente el mangle blanco (Laguncularia racemosa) y el botoncillo (Conocarpus erectus), porque hay plantas melíferas, que producen néctar.
Unas mieles más nutritivas (y caras) que otras
El proyecto también estudia el comportamiento de las abejas y el valor nutricional de las mieles que producen, así como el impacto socioeconómico de las comunidades, de la mano de la española Universidad de Santiago de Compostela y de la peruana Universidad de Tumbes.
«Parte del trabajo en el que estamos radica básicamente en el análisis físico, químico, microbiológico y nutricional de todas estas mieles, tanto de Perú como de Panamá», dice a EFE el profesor César Joel Feijoo Carrillo, representante de la Universidad Nacional de Tumbes y del proyecto.
Dicho programa también se desarrolla en Tumbes, en el noroeste de Perú, una región que protege su «santuario de manglares» de 2.972 hectáreas, pero con abejas meliponas (sin aguijón), tipo de insecto que produce menos miel pero de mayor calidad y, por tanto, más cara, detalla el profesor: «Poco pero mayor calidad, el potencial nutricional de la miel de las abejas ‘que no pican’ es muchísimo mejor».
Por ello, tanto los «comuneros» de esos manglares como profesores de la universidad viajaron la semana pasada a Panamá para conocer más detalles de la iniciativa.
«(El proyecto es un) ganar – ganar. Todos ganamos, gana el ecosistema, gana las comunidades, ganamos los investigadores y ganamos todas las personas que usamos los productos y derivados de la miel», concluye el profesor. EFE
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