Artesanos de sur de México preservan el patrimonio del arte tallado en madera
Mitzi Fuentes
Chiapa de Corzo (México), 2 oct (EFE).- El maestro mexicano Rosel González Montoya y su hijo, artesanos por vocación, son los guardianes del arte de tallar madera para dar rostro al “Parachicos”, un personaje declarado patrimonio cultural inmaterial por la Unesco en Chiapas, en el sureste del país.
En el municipio de Chiapa de Corzo, a unos 15 minutos de la capital chiapaneca, están los artesanos que, con un trozo de madera, realizan máscaras desde este mes con un rostro extranjero que da vida al “Parachicos”, un personaje milenario que le baila a los santos y deidades en enero y febrero.
González Montoya, tallador de máscaras e imágenes sacras en madera y ámbar, tiene una trayectoria de 44 años ininterrumpidos, galardonado en 2018 con el primer lugar de talla en madera del Gran Premio Nacional de Arte Popular del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART).
El tallador contó este domingo a Efe que su travesía comenzó a los 6 años de edad a lado de su hermano José Alberto e impulsado por su madre, quien salía a vender sus bordados para el traje de gala de la mujer chiapaneca.
El artesano afirmó que heredó el don de su madre, por lo que suman tres generaciones comprometidas con el arte de esculpir madera.
Han llegado con su arte hasta el Vaticano, donde entregaron una réplica de la Virgen María tallada en madera al papa Francisco en 2015.
“Ha costado mucho, primero establecer precio justo al trabajo, pasaron muchas situaciones para lograr llegar a donde estamos”, dijo el artesano.
ARTESANÍA EN ARMONÍA
Apasionado, González Montoya cuenta que para lograr una hermosa pieza debe estar en armonía con la madera y el universo.
Aclaró que él no tala árboles vivos, siempre busca troncos que ya cumplieron con su ciclo y permite que la madera misma se exprese.
La carencia que pasó la familia González Montoya y el interés por aprender a esculpir lo llevó a aprovechar cada oportunidad y reto que le ofrecía la Casa de Artesanía en Chiapas, donde tuvo clases de escultura en madera y piedra con los mejores maestros.
El proceso de elaboración de una máscara de «Parachicos» es de tres meses aproximadamente, su peso es de 800 gramos, el precio está basado en los acabados y el tipo de madera en la que fue tallada.
“Son de tres a cuatro pasadas (de tallado), dependiendo cómo vaya quedando, se le va dando el matiz, del color de los cachetes, el color azul de la barba, todos esos detallitos son los que hacen interesante un trabajo”, contó el artesano.
Agregó que la dificultad de elaboración hace que el precio se eleve.
“Las tengo en 6.000 pesos (300 dólares), la máscara barbada la tengo en 6.000 pesos (300 dólares) y la tradicional la tengo en 5.000 pesos (250 dólares), pero es tallada en cedro, ojo de almendra, la pintura y el proceso es como antes”, aseveró.
Rosel confía en que este oficio aún estará vigente por muchos años, muestra de ello es que su hijo menor, Patricio González Gómez, se ha unido a este gran equipo.
«Estoy orgulloso de pertenecer a una familia, la cual ha sido reconocida por grandes talladores”, opinó Patricio.
En el barrio Benito Juárez se encuentran los talleres de talla en madera ornamental y máscara de «Parachico», el padrón de talladores es amplio, pero solo pueden encontrarse tres talleres dedicados por completo a esta actividad. EFE
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