Carlos Bunga convierte el centro Gulbenkian en una casa para habitar la contradicción
Lisboa, 8 nov (EFE).- El artista portugués Carlos Bunga (Oporto, 1976), que vive y trabaja cerca de Barcelona, ha instalado una casa en el Centro de Arte Moderno Gulbenkian, de Lisboa, uno de los más importantes de Portugal, para «habitar la contradicción» en un mundo cada vez más polarizado.
«Es una declaración de intenciones y es un gesto político», dijo Bunga a EFE durante la presentación a la prensa de la muestra, ‘Habitar la contradicción’, ya que, en un mundo «polarizado» y «manipulado», considera que es necesario aprender a vivir con las contradicciones de cada uno.
Comisariada por Rui Mateus Amaral, esta es una de las exposiciones más complejas del artista, con creaciones de diferentes momentos de su carrera, así como obras pertenecientes a la colección Gulbenkian, expuestas en diferentes lugares del recinto, como el vestíbulo, las salas de exposiciones o los jardines.
Bunga explicó a EFE que buscaba crear una muestra «coreográfica», en movimiento, pero que también transformara el espacio en una casa, en un lugar en el que estar «a gusto».
Por ejemplo, ha trasladado algunas de las sillas que normalmente están en los jardines del museo al interior para que los visitantes las puedan mover a voluntad por el espacio durante los cinco meses en los que estará abierta la exposición.
Dentro del centro, Bunga ha creado un bosque de columnas de cartón, su mayor obra hasta la fecha, que simbolizan un refugio y lugar en el que esconderse y que representan también los árboles que hay en el exterior.
En otra parte de la muestra el artista habla de los nómadas, representados con esculturas de cuerpos humanos y animales, y con cabezas en forma de casa; unas figuras habituales en su obra que están «en el futuro» y superan las fronteras de la cultura y la identidad.
«No son exiliados, inmigrantes,.. Es más complejo. Hoy la palabra inmigrante tiene una carga negativa. Me parece una crueldad cómo se ha creado una narrativa manipulada sobre la inmigración, como si los inmigrantes fueran culpables de los problemas que tenemos en nuestras vidas, en el mundo social, y yo entiendo que eso es una manipulación incluso política», consideró el artista.
Recordó que la inmigración siempre ha existido y está asociada a la renovación, algo que «aporta muchísimo al mundo y a las sociedades».
«Quería que la exposición también hiciera ecos -agregó-, que la gente pudiera hacer una reflexión ponderada en ese sentido, sobre lo que es ser inmigrante, qué es esa idea de estar en un lugar que no es tu país, que te tienes que adaptar. Los inmigrantes nos han aportado tanto durante todos estos años y estamos en un proceso de retroceso».
La exhibición incluye fotografías de su madre, originaria de Angola y que huyó a Portugal, donde trabajó en clubes nocturnos de Lisboa, con las que busca reflexionar sobre la maternidad.
Bunga también vuelve la mirada a su infancia en São Bartolomeu dos Galegos, a unos 70 kilómetros al norte de Lisboa, con la recreación en miniatura de su vivienda familiar e instantáneas del antes y después de que fuera derruida en 2002.
Para él, esta exposición puede abrir espacio a las angustias y traumas de los visitantes, para que sean más empáticos y «volver a estar juntos».
Que sea «un antídoto de muchos discursos narrativos que están en los medios de comunicación que lo que hacen es dividirnos, polarizar», concluyó.
La obra de Carlos Bunga ha sido expuesta en centros internacionales, como el Museu de Serralves en Oporto, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo MUAC-UNAM de México D.F., la Whitechapel Gallery de Londres o la Secession de Viena, entre otros. EFE
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