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«Coleccionar es una forma de vida»

Las ventas de arte no conocen la crisis, en 2012. Reuters

En Suiza viven 13 de los 200 mayores coleccionistas de arte del mundo. Muchos de ellos se congregan esta semana en la feria Art Basel. swissinfo.ch ha entrevistado a uno de ellos para que nos explique su pasión.

Estabilidad, neutralidad y secreto bancario han sido las claves suizas a la hora de crear colecciones de arte y recibir a mecenas extranjeros a lo largo del siglo XX. Legados a los museos, sus tesoros han pasado posteriormente a ser del dominio público.

Capitanes de la industria, financieros, celebridades, herederos, mecenas, artistas: los coleccionistas forman un colectivo heterogéneo unido por una misma pasión. Entre ellos Xavier, de 48 años, diseñador de relojes en Ginebra, que colecciona obras de jóvenes artistas desde hace 10 años. Dado que considera esta pasión como un tema privado, no desea que se publique su apellido, que la redacción swissinfo.ch conoce.

swissinfo.ch: ¿Por qué tanta discreción?

Xavier: Para mí, la colección es la historia de una pareja. Una historia de amor que crea un lazo suplementario entre mi esposa y yo. Por otro lado, no me gusta demasiado la expresión coleccionista. Prefiero decir que somos apasionados.

Para nosotros coleccionar es una forma de arte, pero me mantengo prudente puesto que es un asunto muy íntimo. La única vez que hablé en público de mi estatus de coleccionista, en Art Basel, recibí al día siguiente 100 correos de galerías. Fue algo infernal.

swissinfo.ch: ¿Irá a Art Basel?

X.: Este año no iré a Art Basel porque se nos acosa de manera muy poco elegante. Detrás de la colección, está el mercado del arte, que se hace a menudo insoportable dado que es demasiado comercial. Nosotros no jugamos en las grandes ligas de coleccionistas y preferimos estar fuera de la locura de los mercados. Soy mundano en mi oficio, pero no me gustan las ferias. De hecho, ni siquiera me gusta la palabra. Soy irregular. Pero me puede ocurrir que tenga ganas de ir al taller de un amigo artista, o que vaya a alguna preview porque puede ser bastante divertido.

Soy muy abierto y no tengo nada contra los grandes coleccionistas. Después de todo, ¿acaso no es mejor invertir en arte que en fútbol? Simplemente, yo no formo parte de ese grupo de los que tienen una limusina a disposición en Art Basel. No sigo las reglas ni trabajo con las grandes galerías. Además, soy un cliente muy infiel.

Tenemos un presupuesto muy preciso, y no es el dinero lo que nos mueve. Lo que nos apasiona es participar de la aventura de los artistas jóvenes, a quienes tenemos el placer de seguir y frecuentar. Sentimos un gran respeto por ellos.

swissinfo.ch: ¿Cómo comenzó a coleccionar y qué criterios ha seguido?

X.: En la vida real, ambos somos creativos. Yo soy diseñador y mi esposa es profesora de Bellas Artes. Al mismo tiempo, somos amateurs del arte con gustos eclécticos. Nuestra colección es heteróclita, pues vayamos a donde vayamos, partimos a la aventura y hacemos el recorrido de las galerías. Tenemos mucho dibujo, pintura y pocas fotos. También algunas instalaciones no muy grandes, ya que vivimos en un piso y no nos sobra el espacio.

Si bien es cierto que el arte contemporáneo no es siempre de fácil acceso, pasan muchas cosas y es rico, caluroso y con momentos excepcionales. Un poco de locura es bueno. Nosotros nos dejamos llevar y al final son las propias piezas las que nos eligen.

swissinfo.ch: ¿Qué tipo de artistas colecciona?

X.: Hay un poco de todo. Tenemos muchos suizos, pero también coleccionamos americanos. Encontramos gente apasionante y disfrutamos del intercambio. Los jóvenes nos hacen mucho bien, pues vivimos en una sociedad muy burguesa y los chicos de 25 años nos estimulan, nos hacen interrogarnos y nos permiten sentirnos jóvenes.

swissinfo.ch: Los artistas chinos parecen estar de moda. ¿Ese arte le interesa?

X.: No siento ninguna afinidad por el arte chino. Y sin embargo, profesionalmente trabajo con una marca china y viajo a China una vez por año. Aun así, ese arte no me interesa en absoluto. Lo que nos interesa son las obras que nos proporcionan materia de reflexión y que nos interrogan. De hecho, compro preguntas, no respuestas.

swissinfo.ch: Un coleccionista es alguien que compra algo que no sabe donde meter porque ya no tiene lugar. ¿Cómo gestiona usted sus adquisiciones?

X.: Es verdad que apilamos objetos por todas partes, en las paredes, pero también en cajas. Y tengo un pequeño depósito en casa de mis padres. A veces perdemos la visión de conjunto y abrimos una caja que nos sorprende porque habíamos olvidado esa pieza. Pero la memoria vuelve rápidamente, porque cada objeto me trae un recuerdo y es una parte de mi vida.

Cambiamos a menudo, cuando repintamos las paredes volvemos a colgar las obras. Se mueve todo el tiempo. Es como una enfermedad, con recaídas y subidas. Pero algunas obras no cambian nunca de lugar porque ya están asimiladas a nuestra forma de vida. Estoy muy ligado a ellas, aunque no soy muy materialista, y a menudo regalo piezas a mis amigos. Aunque hay algunas cosas que nos gustan más que otras, pero a fin de cuentas, tampoco demasiado.

swissinfo.ch: ¿Si uno de los artistas que usted colecciona adquiere valor, eso le da placer?

X.: Por supuesto. Tenemos artistas de gran éxito en sus carreras, y eso es muy interesante, pero no tanto por el aspecto financiero. Es más bien el lado humano que nos conmueve. Que puedan vivir de su trabajo, y si viven bien, aún mejor. Por otro lado, hay muchos deshechos, víctimas de la máquina comercial, y ciertos artistas caducan con el paso del tiempo.

En mayo de 2012, la venta de 102 obras maestras de arte contemporáneo y de la postguerra en Christie’s y Sotheby’s generaron 578 millones de dólares. Entre ellas figuran 18 nuevos récords de artistas, incluyendo un Mark Rothko vendido en 77,5 millones. Este récord sobrepasa el anterior, de 2007, de 565 millones.

En 2011, las ventas de arte en subasta aumentaron un 21%, para totalizar 11.500 millones de dólares, de los cuales 1.300 millones corresponden a obras contemporáneas (+291 millones).

China es líder mundial desde 2010, con un 41,4% del mercado, delante de Estados Unidos (23,6%), Gran Bretaña (19,3%), Francia (4,5%), Alemania (1,8%) y Suiza (1,4%).

Fuente: Artprice

De los 400 o 500 taste makers (creadores del gusto) que marcan las tendencias del arte contemporáneo, una docena son suizos.

Suiza cuenta con 13 de los 200 mayores coleccionistas mundiales, entre los que destacan Monique y Jean Paul Barbier-Mueller (Ginebra), Cristina y Thomas Bechtler (Zúrich) y Monique y Max Burger, de Zumikon, según la revista Artprice.

En el siglo XX, el mecenazgo ha contribuido al desarrollo de museos a través del legado o el préstamo de obras en manos de coleccionistas privados y empresas. Algunas colecciones únicas, como la Oskar Reinhart en Winterthur, han sido entregadas a la Confederación.

Otras se han abierto al público, como la colección Barbier-Mueller (Ginebra), Brown (Baden), Bührle (Zúrich), Dübi-Müller (Solothurn), Häuptli (Aarau), Hahnloser (Winterthur), Georges Keller y Rupf (Berna), La Roche (Basilea), Rosengart (Lucerna), Sturzenegger (San Gall), von der Heydt (Ascona), Züst (Rancate).

Gracias a los mecenas se han creado museos como la Fundación Beyeler (Riehen, Basilea), Fundación Gianadda (Martigny), Fundación Emanuel Hoffmann (Basilea), el Museo de Arte Contemporáneo de Ginebra (Mamco) o el Centro Paul Klee (Berna).

Fuente: Matthias Oberli, ‘Diccionario histórico de Suiza’

(Traducción: Rodrigo Carrizo Couto)

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