Dos exposiciones de arte marginal o Art Brut, con 40 años de diferencia, revelan el estado de las artes en Cuba

El Museo Art Brut de Lausana ha renovado recientemente una exposición de 1983 dedicada a creadores cubanos al margen del circuito artístico convencional. Aunque mucho ha cambiado desde entonces, el aislamiento político de la isla caribeña sigue influyendo en su panorama cultural.
En 1983, la Colección de l’Art BrutEnlace externo, un pequeño pero significativo museo de Lausana, realizó una contribución perdurable a la historia del arte cubano. Bajo el título Art Inventif à Cuba (Arte inventivo en Cuba), la exposición reunió obras de una treintena de artistas de Villa Clara -una ciudad de las afueras, ubicada a 300 kilómetros de La Habana- seleccionadas por Samuel Feijóo (1914-1992), una de las figuras más relevantes de la escena artística cubana del siglo XX, aunque hoy casi olvidada.

Escritor, poeta, editor, etnólogo, pintor y dibujante autodidacta, Samuel Feijóo -quien en sus últimos años fue asesor del Ministerio de Cultura de Cuba- se alejó de La Habana y del circuito artístico establecido incluso antes de la Revolución Cubana de 1958, en busca de expresiones artísticas entre la gente común.
Su propósito era encontrar una creatividad que «debería emanar de forma original, repleta de sabiduría, alejada de imitaciones y convenciones limitantes», como le escribió al artista francés Jean Dubuffet, principal impulsor del Art Brut [NdeR: Arte Bruto en español, término adoptado para describir el arte ‘crudo’, ‘puro’ y libre de convenciones, muchas veces creado por pacientes mentales o niños]
Feijóo y Dubuffet mantuvieron una amistad forjada a través de décadas de correspondencia y una complicidad intelectual que culminó en la exposición de 1983. Ese mismo espíritu resonó con fuerza en Art Brut CubaEnlace externo, que se realizó de diciembre de 2024 a abril de 2025, atrayendo considerables elogios de la crítica y más de 12.500 visitantes.
Cuando el pintor francés Jean Dubuffet sentó las bases de lo que llamó Art Brut, o Arte Outsider en inglés, partía de la convicción de que las personas comunes, los pacientes psiquiátricos, los reclusos y todos aquellos que creaban fuera del sistema de galerías, museos y academias eran capaces de producir una forma de poesía más genuina que la del arte institucional.
Desde fines de la década de 1940 y hasta su muerte en 1985, Dubuffet coleccionó obras de artistas marginales de todo el mundo. Al no encontrar en Francia un lugar adecuado para preservarlas, donó su colección a la ciudad de Lausana en 1971, que a su vez creó un museo especialmente dedicado a ella: la Collection de l’Art Brut.

Donde cada artista es una isla
Vivir en una isla no es la única razón por la que los artistas cubanos se encuentran entre los más aislados del mundo. Desde 1958, Cuba ha soportado el embargo comercial más prolongado de la historia moderna, impuesto por Estados Unidos y aún vigente.
Las repercusiones económicas y sociales del embargo se manifiestan en todos los aspectos de la vida cotidiana. Para los artistas, estas dificultades se suman a un ambiente estrictamente controlado por el Estado, lo que, según Sarah Lombardi, curadora de Art Brut Cuba, «hace que en el país caribeño sea más difícil que en otros lugares apartarse de las normas colectivas y afirmar una individualidad artística».
Sin embargo, como señala Lombardi en su introducción al catálogo de la muestra, todos estos factores «hacen de esta isla un entorno fértil para la producción de creaciones no afectadas por influencias externas», más en línea con los principios fundamentales del Arte Bruto.
Para la exposición renovada, la curadora trajo a Lausana obras creadas en el transcurso de 41 años por los artistas de la muestra de 1983, junto con una generación más joven apoyada por el Estudio RieraEnlace externo, un raro centro de arte-galería independiente de La Habana, que lleva el nombre de su fundador, el artista y promotor Samuel Riera Méndez.

Para Art Brut Cuba, Sarah Lombardi también encargó a dos fotógrafos y videógrafos, Lorenzo Valmontone y Thomas Szczepanski, que documentaran la vida y obra de cuatro artistas cubanos: Miguel Ramón Morales Díaz, Josvedy Jove Junco, Federico García Cortízas y Damián Valdés Dilla.
Las imágenes y el video que las acompaña, titulado ‘Almas vagabundas’ (Les Âmes Vagabondes), constituyen una muestra paralela que sumerge al visitante en la realidad cotidiana de estos artistas y su entorno.
En una entrevista con SWI swissinfo.ch, Lombardi subraya que «el trabajo y la vida se entremezclan para todos, para cada artista, pero en el Arte Bruto, en particular, no hay separación entre el lugar donde se vive y el lugar donde se crea. Para ellos, el concepto de artista no existe. Sus creaciones son cotidianas».

Una historia de dos Samueles
Cuando se comparan las dos exposiciones, las diferencias son más notables que sus semejanzas. El Estudio Riera, en sus inicios, es heredero directo de los esfuerzos de Samuel Feijóo y está fuertemente influenciado por el credo de Dubuffet, centrándose en el arte producido por grupos sociales vulnerables o individuos al margen de las instituciones artísticas oficiales o de las plataformas artísticas dominantes. Sin embargo, por más cercanas que sean en teoría, las realidades materiales del arte de Feijóo y Riera son radicalmente diferentes.
Si bien los artistas de Feijóo pertenecieron a un grupo relativamente cercano, aunque marginal, unido en torno a su publicación Islas, que funcionó de 1959 a 1968, cuando el grupo pasó a llamarse Signos (1969-1985), con su propia publicación también denominada Signos; según los ‘dogmas’ de Dubuffet, el Art Brut es esencialmente individual, reflejando la visión particular del artista en su aislamiento social, por lo que los grupos, movimientos o colectivos artísticos quedan descartados.
«Estos artistas del grupo Signos tenían una gran visibilidad dentro de Cuba», afirma Lombardi. «No es en absoluto el caso de los artistas contemporáneos del Arte Bruto que presento ahora, vinculados al Estudio Riera y que no tienen absolutamente ninguna visibilidad en Cuba».

La muestra de 1983 contó con el apoyo del Estado cubano, en tanto que la reciente no tuvo apoyo oficial. Esto refleja las diferentes posturas de Feijóo y Riera en relación con el gobierno.
Samuel Feijóo gozaba de la aprobación de las autoridades cubanas, quienes no controlaban sus publicaciones. Trabajó en la universidad estatal de Villa Clara y estrechó lazos con el Ministerio de Cultura. «Al recibir financiación estatal, pudo presentar a sus artistas en espacios oficiales, e incluso en galerías y proyectos expositivos en el extranjero», asegura Lombardi.
El Estudio Riera es, en el mejor de los casos, tolerado por el gobierno. No recibe financiación oficial y solventa sus actividades mediante modestas ventas a coleccionistas extranjeros y turistas.
Siguiendo el ejemplo de Dubuffet, Feijóo donó su colección al Estado cubano en 1982. Cuando surgió la idea de realizar una exposición en Suiza, las obras ya estaban en manos del gobierno, por lo que el Estado tuvo que implicarse para que la muestra se pudiera llevar a cabo. Las autoridades cubanas exigieron control sobre la selección de las obras, pero esto no supuso ningún obstáculo gracias a los buenos contactos de Feijóo. El embajador cubano, incluso, acudió al aeropuerto para ayudar cuando las obras llegaron a la Confederación.
>> Un largo paisaje de Damián Valdés Dilla, expuesto en Art Brut Cuba:
Marginal, no disidente
Sarah Lombardi señala que, entre los artistas contemporáneos que presentó, el único que tiene un discurso crítico y político es Boris Adolfo Martín Santamaría. «Sin embargo, no podemos considerarlo un artista disidente», afirma. «Aunque critique la política cubana, a Fidel [Castro], a Raúl [Castro], etc., es un outsider, un indigente; comenzó a crear cuando descubrió que tenía sida (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida)».

Para la curadora, «los artistas disidentes poseen una voz crítica que los trasciende». «Existe la posibilidad de que el público los escuche y, por lo tanto, se conviertan en una amenaza. Y a menudo abandonan el país por riesgo de prisión u otras intimidaciones. En el caso de Boris, es un verdadero outsider, por lo que nadie escucha lo que tiene que decir».
Aun así, algunos de estos artistas apolíticos pueden verse involucrados en círculos disidentes, como ocurrió en la sección cubana de la última gran exposición de la documenta 15, celebrada en Kassel (Alemania) en 2022. Presentada como un colectivo organizado por la artista exiliada Tania Bruguera, en la que se omitieron los nombres individuales de los artistas, trajo a un público internacional una gran muestra de obras de, entre algunos otros artistas de Riera Studio, Lázaro Antonio Martínez Durán, cuya práctica es una forma de comunicarse con el mundo exterior y superar su discapacidad intelectual.
Lo bueno y lo malo del mercado
Durán es hoy un caso excepcional de artista cubano Art Brut representado por una galería internacional, lo que constituye un logro significativo, considerando el reducido espacio que ocupa el Arte Bruto en el multimillonario mercado global del arte.

Según Lombardi, el mercado del Arte Bruto sigue en expansión, aunque de manera lenta y modesta, con un círculo de coleccionistas cada vez mayor. Algunos artistas de la colección original de Dubuffet han llegado a convertirse en piezas de gran valor, como el suizo Adolf Wölfli (1864-1930), cuyas obras de gran formato pueden alcanzar los 300.000 francos suizos (365.000 dólares). Sin embargo, los precios de las obras de los artistas cubanos contemporáneos del Estudio Riera varían entre 1.000 y 5.000 francos suizos, y rara vez superan esta cifra.
Mientras tanto, la colección de Feijóo simplemente ha desaparecido, afirma Lombardi. «Estaba mal conservada o almacenada en lugares inadecuados, y no sólo desapareció la colección, sino también los archivos del artista cubano».
Al igual que el propio Feijóo. «Para la generación más joven de la isla, Samuel Feijóo, a pesar de su fama pasada como referente en Cuba y Latinoamérica, es un nombre prácticamente desaparecido».

Editado por Catherine Hickley. Adaptado del inglés por Norma Domínguez / CW.

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